SO IMPATIENT
CAPÍTULO DOS
Ages
— No bromeabas con que era lejos.
— Ya estamos cerca.
— ¿De dónde? — se inclinó entrecerrando sus ojos intentando mirar entre la oscuridad a lo lejos — No parece haber una ciudad o algo vivo por aquí.
Cuando Porter me había hablado sobre este lugar había pensado lo mismo, nada aparecía en el gps por millas por lo tanto perderse era sencillo, pero nos habíamos asegurado de recorrer el camino más veces de las que se debía para que así al venir con Jules no correr peligro de perdernos.
— ¿Estamos perdidos?
— Confía en mi, nunca te pondría en peligro.
— Ages ¿a dónde me estas llevando?
Tragué saliva nervioso ante el tono suave pero débil de su voz, sabía que luego de varias horas viajando dudas acarrearían su mente y la verdad no sabía muy bien qué hacer.
— ¿Has estado enamorada?
— ¿Qué?
— ¿Tienes a alguien rondando tu mente?
— ¿Por qué me estas preguntando esto?
Me encogí de hombros sin apartar mis ojos del camino, ya que carretera no había y la maleza era lo único a nuestro alrededor.
— ¿Por qué suenas tan confundida? Es una pregunta muy sencilla de contestar.
De reojo pude ver como inquieta se removía en su lugar, trate de no dejar que mis ojos se deslicen a sus voluptuosos senos y cuando supe que sería imposible devolví mi vista hacia el camino.
Demonios.
— Yo tengo a alguien rondando día y noche mi mente, alguien impresionante, tan hermosa, dulce, coqueta como el infierno, Dios no hay momento en que no esté pensando en ella y lo impaciente que estoy de contarle mis sentimientos.
— ¿Aún no te confiesas? — su pregunta desinteresada sonando débil a mis oídos mientras sentía sus ojos fijos en mi.
— He estado esperando el momento correcto para contarle, debía crearlo y hacer que fuera maravilloso para ella como para mi, amarla es lo mejor que me ha pasado en la vida — apreté mis manos en el volante ansioso cuando la casa de campo apareció entre los árboles.
— ¿La amas? ¿cómo amor, la palabra: te amo?
Sonreí divertido.
— ¿Hay algún otro amor?
— No, pero...yo sólo, creo que estoy sorprendida — aclaró su garganta — Nunca te he visto con alguien y el que me cuentes esto...bueno, confunde.
Me estacione manteniendo los faros encendidos para girar en mi asiento y mirarla, mirarla fijamente deslizando mis codiciosos ojos por su voluptuoso cuerpo, Jules no era como las chicas que andan siempre a mi alrededor, no, Jules es preciosa, como deliciosamente voluptuosa con curvas infinitas y senos que mis labios mueren por recorrer.
No sabía de este gusto hasta que la vi a ella.
Como si fuese una modelo plus size mi hermosa mujer sabía defenderse, cuidando su exquisita piel, seguía molestándome el ver su cabello recogido...adoro verlo suelto bailando contra el viento, y sus ojos...oh sus bellos ojos verdes cual puro bosque me dejaban sin aliento, el suave pintalabios rosa que llevaba hacia maravillas con sus labios y ese vestido...
Oh, ese vestido.
De mangas con un largo hasta sus antebrazos, de cuello en U echo de encaje blanco llegando hasta el borde de sus senos, la falda del vestido de una tela fina color vino de un largo de cinco dedos antes de sus rodillas.
¿Hablé de sus tacones?
El sólo verlos sólo hace que quiera apresurar todo y tenerlos hincando mi trasero de inmediato.
La tortura.
— ¿Ages?
Parpadeando deje de mirar como un hambriento sus descubiertos muslos encontrándome con sus ojos fijos en mi tratando de descifrarme.
Aclaré mi garganta.
— Ven, entremos.
— Espera — retuvo mi brazo — ¿De quién es este lugar?
— ¿Quién sabe? Quizás de un ricachón maníaco por los bosques.
Soltándome de su agarre salí del auto quitando las llaves sin perder de vista su rostro desencajado ante mis palabras, caminé hacia la casa para segundos después escuchar como la puerta del copiloto era abierta y el ruido de pisadas me seguía.
— ¡¿Estás loco?! No podemos allanar la casa de un desconocido...¡es un desconocido!
Abrí la puerta yendo rápidamente hacia el panel poniendo el código para que así la alarma no alerte a la policía ni a los padres de mi amigo.
Eso sí sería un problema
— ¿Te sabes la clave? ¿cómo te...no estamos en la casa de un desconocido ¡idiota! Casi me da un ataque pensando que iría a la cárcel por tus estupideces.
Girando la encare.
— Jules, nena, confía un poco en mi.
Agitó su dedo en mi contra.
— ¡No me llames nena! Es que si no fueras mi tío te daría una paliza ¡y de las buenas!
Hice una mueca.
Como detestaba esa palabra en su boca: <Tio> si...yo lo soy, pero el haber sido criados juntos y tener prácticamente la misma edad solo hace que esto sea mejor, el título está de más y no me importa que tengamos algo de misma sangre ¡su madre no es mi hermana!
Soy libre de elegir a quien quiero y me voy a asegurar de que ella me elija sobre todo, claro que no la amenazaré ¿creen que soy idiota? Voy a mimarla como nunca nadie lo ha echo ni hará, voy a besarla a toda hora, voy a hacerle el amor cada día haciendo a su bello cuerpo temblar ante el placer, sus labios sólo gemirán mi nombre y sus piernas sólo acunaran mi cadera.
Delirar.
Gimotear.
Resollar.
Todos los placeres que su tierna mente pueda imaginar se los daré, quizás no pueda abarcar todos estos pocos días...pero sueño con que al termino de nuestro pequeño viaje su mente me piense en cada segundo tanto como su cuerpo anhele solo mí toque y posesión.
— Hace frío — murmura frotando sus brazos mientras se adentra aun más en la oscura casa.
De inmediato voy hacia el interruptor encendiendo las luces para luego dirigirme hacia el termostato donde a su costado está la perilla para manejar la temperatura de toda la casa.
Le subo algunos grados para así poder estar cómodos antes de regresar a donde Jules estaba quitándome por el camino el sacó como la pajarita que tanto me hostigaba.
Al llegar la veo sentada en un sofá con una sonrisa deslizándose en mis labios satisfecho al notar como quita binchas de su cabello hasta dejarlo caer libre sobre sus hombros, la melena castaña más hermosa perfilando su rostro.
Salvaje, despeinada...perfecta.
Tiene que ser mía.
— ¿Sucede algo? — pregunta sacándome de mis sueños posesivo.
Dejo caer lo que me he quitado en el suelo para acercarme a ella acunando entre mis manos su hermosos rostro lleno de confusión, acaricio sus labios.
— Quiero que seas mía.
Más confusión.
— ¿Ages? ¿de qué estas hablando?
— Creo que he sido muy claro, Jules quiero que seas mía, quiero poder besar estos dulces labios tuyos como también ser el único con el derecho de follar tu dulce coño virgen.
— ¡¿Qué carajos?!
No se si está horrorizada por mis palabras o se escandalizó al escucharme decir que quiero follarla, y que sé que es virgen.
¿Tiene algún problema con serlo?
Pero se levanta de su lugar empujándome lejos suyo mientras nerviosa sus manos tiemblan al llevar un mechón rebelde detrás su oreja.
— ¿Tomaste? Claro que lo hiciste, por eso estas diciendo todas estas...estupideces.
— ¿Estupideces? — murmuré molesto.
— ¡Si, estupideces! Eres mi tio no puedes decir que quieres...que tu qu-quieres...eso...
— ¿Eso? — ahora divertido ante su timidez y encantado tras sus mejillas sonrojadas voy hacia ella — ¿Te refieres a follarte, a embestir contra tu húmedo y prieto coño?
Sus mejillas se tiñen de un suave rosa mientras su boca cae sorprendida y sus ojos me miran con horror.
— ¡Sucio!
Escandalizada trata de agarrar las binchas en el sofá pero estas se deslizan de sus manos frustrando su rápida salida, ni aunque quisiera ella podría salir...todo esta cerrado.
Y la alarma puesta en su lugar.
— Tu...no te atrevas a hablarme como a tus putas ¡soy familia!
— Lo eres...— me acerco sujetando sus manos logrando que las hinchas caigan al suelo donde luego de suavemente empujarla Jules cae sentada en el sofá forcejeando —...Pero quiero que seas mi familia, nena quiero que dejes de lado que tu padre es mi hermano...olvídalo.
— ¿Olvidarlo? ¿cómo puedes pedirme tal cosa? — suena desesperada y al momento presiento que hay algo aquí que no veo.
Hay más de lo que creo saber.
— Eres de quien te hablé en el auto, a quien amo y he estado buscando el lugar como momento perfecto para decírtelo, y créeme ha sido muy difícil estar a tu alrededor viendo como de preciosa luces cada día, como de coqueta te has vuelto y lo nervioso que me pone no poder decirle a todos que eres mía.
Ella niega.
— Basta, por favor, deja de decir todo eso, no quiero mentiras, no quiero ilusionarme.
¿Ilusionarse?
— ¿Jules...tú, tú me quieres?
Sus bellos ojos se abrieron sorprendidos para mirar hacia un lado con los labios apretados, maldecí en voz alta antes de soltar sus manos para rápidamente desabrochar mi camisa dejando la caer en el suelo.
Acaricio sus mejillas.
— Tanto tiempo pensando en cuanto te quiero, no pensé que sentirías lo mismo ¿pero es así, no? — agarrando sus manos tiró de ella levantándola dejando sus labios a mi alcance — ¿Cuántas veces soñaste con besarme?
Suelta un quejido cuando mis dedos se deslizan muy cerca de sus supongo tiesos pezones, los quiero en mi boca tan mal.
— ¿Cuántas veces soñaste con mi polla hundiéndose en tu dulce coño?
— Basta — susurra entre jadeos, su voz entrecortada y el movimiento de sus muslos hace que mi sonrisa maliciosa crezca y crezca.
Joder.
— ¿Cuántas veces soñaste con mis labios succionando tus tiesos pezones?
— No...
— ¿Cuántas veces soñaste con mi rostro enterrado entre tus cremosos muslos contigo corriéndote sobre mi lengua?
— Ages...
Inclinándome agarre entre mis dientes su labio inferior chupándolo antes de soltar e ir por el otro, tan dulce...¿por qué demonios he esperado tanto?
— Te diré cuantas veces — susurre agarrando su rostro fascinado ante el gemido que brotó de entre sus labios más sus manos afianzadas a mis caderas — Demasiadas, que multiplicadas con las mías hacen un número que me ofende.
Acercándome más dejé que sintiera lo dura que mi polla está, si...que sepa lo que el sólo acariciarla hace en mi, brinca sorprendida y se que ya es hora de tomar lo que es mío.
Mi
boca cae sobre la suya y agradezco a los dioses cuando su tierna boca me recibe
sin queja y me responde con pasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario