C A P Í T U L O 2

SO MINE

CAPÍTULO DOS


 Nahir


Me sentía curiosa.

Me encontraba frente al espejo vistiendo únicamente lo que se podría llamar inapropiado para llevar en una casa donde vivía con mis padres, bragas y una camiseta sin mangas con el logo de CocaCola, nunca me consideré alguien atractiva...estaba simplemente bien...posiblemente un promedio aceptable considerando que mis senos no rebotaban al saltar...era de una copa A.

Sumándole mi cabello con un corte "masculino" como muchos llamaron un tiempo, no me gustaba mi cabello largo por lo tanto un día cogí unas tijeras y corte y corte y corte.

No sabía cuanto quería cortar mas mientras más cortaba más me gustaba.

Pelo corto negro con algunos mechones cayendo en mi frente fue lo que obtuve...a mi madre no le gustó y me lo hizo saber cuando había gritado horrorizada, mi hermana me miraba atónita pero divertida y mi padre solo me cuestionó el por qué de mi decisión.

Mire mis pies con mis uñas pintadas de negro, no soy emo...pero no puedo negar que es uno de mis colores favoritos, di una vuelta mirando mi trasero...bueno, tenía algo ahí.

No eran pompis para morirse pero bien podrían ser estrujadas.

Por algún motivo me imagine unas manos más que conocidas, muy masculinas con algunos cayos haciendo su camino en mi agarrando posesivo mi trasero...el horror vino después pues eran las manos de mi padre.

Solté un largo suspiro cuando me di cuenta de que ese leve pensamiento me había gustado, como mucho y es algo que no creía poder cuestionar.

— ¿Nahir?

Salté en mi lugar.

¡Lo invoque!

Solté un quejido mientras recogía mi short de la cama dejando mis pies descalzos pues la alfombra que cubría el piso de mi habitación era deliciosa.

— ¿Nahir, estas ahí?

Me sentía nerviosa.

¿Por qué?

— ¿Sucede algo, pa? — abrí la puerta notando como escondía algo detrás suyo.

Antes, déjenme les presento a mi padre.

Edier Badier, más conocido como mi padre y fiel como adicto a los videojuegos media 1.74 metros con unos kilos más llamados músculos en sus brazos, que la verdad no se de donde los sacó ya que pasa entretenido en sus juegos la mayor parte del día, tenía el cabello tan negro como el mío con un corte que le gusta llamar de Sargento...unos ojos tan oscuros como el hollín mas una barba y bigote que mantenía en su punto mínimo.

Lo único que el y yo tenemos igual es nuestro cabello ya que mis ojos son como los de la madre de mi mamá, grises profundos...algo que ni mi hermana tiene, y bueno podría agregar que disfruto jugar Crash Bandicoot como Crash Team Racing con el...también otros videojuegos ya que soy tan competitiva como el.

Ok.

Tenemos más de una cosa en común.

Lamí mis labios dándole una repasada...espera ¿qué diablos estoy haciendo? Fruncí mi ceño y lo miré desconfiada, aunque el no estaba intentando nada me tentaba horrible desde que el nieto de la anciana me contó lo de la maldición.

Rayos.

— Tengo algo para ti — murmura tambaleándose de lado a lado dejándome saber que quiere entrar a mi habitación.

Me guardo mis ganas de negárselo ya que en parte esta es su casa y verdaderamente verdaderamente lo quiero aquí dentro conmigo, un deseo torcido que empieza a verse muy llamativo invitándome a inclinarme poco a poco a su favor.

Tan tentador.

Me hago a un lado dejándolo entrar a lo que él camina de espaldas no dejándome ver lo que oculta, la verdad es que quiero saber que es eso.

¿Me dará un regalo?

— Tu cumpleaños está cerca...

— Aun faltan tres meses papá.

— Pero llevo pensando mucho tiempo sobre que regalarte, no me dañes mi entusiasmo — coloca la caja en mi regazo cuando nos sentamos en el filo de mi cama — Venga, ábrelo.

El luce tan entusiasmado que logra contagiarme, muy curiosa agarro la caja destrozando el papel lleno de dibujitos de dinosaurios que la rodea para sacar de su interior una mochilita.

Lo miré sorprendida.

— ¡Sorpresa!

Y si que lo es...

Desde que corte mi cabello con ayuda de varios tutoriales he logrado mejorar en técnicas, por lo tanto se me considera una semiprofesional en lo que equivale cortés de cabello...la mayoría de las mujeres vienen a mi cuando quieren un cambio y yo pues gustosa lo hago tras pactar un precio, pero de algo que siempre me he lamentado es de mis artículos de belleza.

Mis tijeras eran mediocres, no tenía ni una para entresacar.

Mi secadora tenía una única boquilla donde a mucho podía hacer uno que otro cepillado.

Mi plancha era aceptable.

No tengo un fijador aceptable ya que pruebo todos esperando a encontrar a miss perfecto.

Y ni hablar de mi lugar de trabajo pues esta solo se basa en la sala de mi casa.

Vaya lío.

Y lo que había en la caja eran productos de belleza de la marca que tanto he ansiado, saco más tijeras pues son varias de diferente tamaños como cortes mirando maravillada, la dejo en mi regazo para sacar la secadora, luego la plancha y otros productos, los frascos fríos a mi tacto hacen que me emocione cada vez.

¡Son increíbles!

BaBylissPRO de un color azul metalico destella contra mis pupilas, mis dedos pican por usarlas en cualquier persona, ya con esto podré extender mis prácticas y lograr ser una profesional...quien dice quizás.

— ¡Gracias!

Giré dispuesta a agradecerle de todo corazón besando su mejilla pero no es una mejilla picuda lo que mis labios tocan, algo cálido y suave que hace a mis ojos abrirse sorprendidos... Mi mirada choca con la de mi padre y puedo...

Puedo sentir que me gusta.

— Eh... — se separa echándose hacia atrás soltando una risa nerviosa, yo solo lamo mis labios deseosa.

— Papi...

— Me hiciste recordar cuando de pequeña me besabas en la boca — logré ver la cartera con las tijeras en su mano para luego dejarla detrás mío, supongo que se cayeron.

Qué suerte.

— Antes de dormir y al despertarte me pedías un beso, y cada vez que me veías con un caramelo solo te tirabas encima mío besándome y quitándome mi dulce.

Me removi inquieta ya que deseaba hacer justo eso.

— ¿En serio? — pregunté a lo que él asintió, levantandome de la cama me coloque frente suyo manteniendo su atención en mi — ¿Y no te molestaba?

— Eres mi hija, por supuesto que no.

¡Maldito!

¿Por qué no sólo se fue furioso como haría cualquier padre? Ahora no tengo más remedio que sucumbir ante lo que quiero y eso será peligroso.

Actuó sin meditar.

Me inclino y vuelvo a pegar sus labios a los míos, al principio se queda inmóvil y puedo asegurarles que estoy dudando de que me siga ¿Cuándo intenta separarse? No lo dejo y me coloqué a horcadas suyo deslizando mis dedos entre su corta cabellera empujándolo hacía mi...su boca se abre para refutar.

Y aprovecho a meter mi lengua, el brinca sorprendido pero lentamente empieza a participar con un suave deslizamiento en contra de mi lengua, y poco a poco todo se vuelve demasiado intenso.

Sus manos se introducen en mi camiseta dejando una en mi espalda y otra acuna mi seno descubierto, solo somos labios y lengua moviéndonos en un adictivo baile que me hace gimotear ante cada segundo, su sabor me tiene embobada mas el intenso placer que recorre mi cuerpo hace crecer un nudo entre mis piernas.

Húmedo placer.

Acarició su rostro mientras nos separamos, sus labios están sonrojado y aunque no estoy lista para mirar sus ojos me temo que debo hacerlo.

El solo me mira.

— Nahir esto...

Me tiré contra el plantando mis labios contra los suyos deseando sentir una vez más ese intenso cosquilleo permitiéndome el acariciar su rostro, sus hombros sus pecho recorriendo un camino directo a su miembro con la clara intensión de acariciarlo.

Pero el se separa.

Me deja caer en la cama levantándose cual cohete y con la respiración agitada me mira, trata de hablar fracasando totalmente en ello, me señala reiteradas veces.

— Demonios.

Se gira y se va cerrando de un portazo mi puerta, aun así que no crea que no vi esas pupilas dilatas, esa manera morbosa en que mordía sus labios mientras me miraba, y esa ricura de tienda en sus pantalones invitándome a hacer algo.

El lo empezó al no rechazarme.

Ahora es mi turno de actuar.

Prepárate mi Edier.



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