SO GOOD
CAPÍTULO DOS
Oliver
—
Na-nada.
Apreté
mis labios cabreado conmigo mismo ante mi tartamudeo, me jodia que sucediera
siempre que mentía ya que muy a pesar de que sabía lo pésimo que era en ello ni
aunque mi vida dependiera de ello una mentira creíble salía de mi boca.
Mi
padre sabiendo que lo que había dicho no era más que basura giró hacia mi
puerta entrando para con una mano señalarme.
— No
me vengas con eso Oliver, mejor habla.
Gruñendo
me senté sobre mis piernas.
— ¿Qué
crees que estoy haciendo?
— No
creo que quieras saber lo que piense.
— Si
no lo quisiera, no te lo habría preguntado.
—
Oliver...
—
Viejo — me crucé de brazos mientras me levantaba saliendo de la cama, miré como
tragaba al ver hacia abajo...mí abajo, para respirar hondo mientras volvia su
mirada hacia otro lado — ¿Qué crees que estaba haciendo?
— La
forma, la pose...estabas en esa posición y...y
Bueno,
ahora el incómodo es él.
—
Estaba en esa posición para ponerme esto — levanté el supositorio para darme
cuenta que siquiera lo había sacado del aluminio que lo rodeaba.
Pero
que pendejo.
—
¿Para qué ibas...
—
Estoy enfermo — cansado con la cháchara lo despedí con una mano — Mejor vete,
quiero acabar ya con esta mierda.
—
Puedo ayudarte.
Sorprendido
lo miré notando que se había acercado más de lo que debía, me vi pensando en lo
que me pedia...no podía dejar que hiciera aquello, ni mierda me iba a poner ese
supositorio en el recto.
— No
creo...
— No
sería la primera vez, cuando eras niño tuve que colocarte uno — aclarando su
garganta tomó el supositorio de mi mano para señalar con su cabeza la cama —
Vamos.
No
quería que lo hiciera, no lo quería, pero sabía que necesitaba ayuda para
colocarme eso, mientras me subia a la cama colocandome en aquella deplorable
posición que hace minutos estaba pude ver como sacaba una bala blanca del
aluminio.
Miré
hacia las sábanas nervioso por algo que no entendia, cuando la cama se hundió
detrás mío el aliento se me atasco para al volver a inhalar respirar entre
rápidos jadeos.
Algo,
algo raro ¿qué cara...
—
¿Qué...
— Debo
ampliar para poder introducirlo.
Cerrando
mis ojos traté de olvidar lo que me estaba haciendo, pero no fue así, fue peor
ya que con mayor claridad podía sentir como su dedo se introducía en mi ¿era
necesario? ¿muy necesario?
Era
incómodo, ardía como si hubieran dejado caer un fósforo en mi piel, abrí mis
ojos cuando su dedo salió pero volvió con otro más...lamiendo mi boca abro y
cierro mis dedos deslizando mis uñas por la sabana.
—
Apresurate.
Sus
dedos dentro mío empezaron a moverse en un vaiven que por algún motivo me tuvo
delirando, agarrando las sábanas entre mis puños mis ojos se cerraron mientras
mi boca caía abierta con alaridos de placer saliendo.
Al ver
lo que había hecho me tense de pies a cabeza ¿qué mierda estaba pasando
conmigo? ¿acabo de gemir como una puta necesitada?
—
¿Estás bien?
No
sabía que decirle ¿qué esperaba que dijera? ¡Claro que no estoy bien! Joder,
mordí mis labios cuando sus dedos que seguían aun en mi interior se movieron
abriéndose y cerrándose cual tijeras.
Maldición.
Se
sentía bien.
—
So-solo apúrate, pon esa mierda en mi trasero.
Pude
escucharlo retener el aliento mientras se removía en su sitio, dejé mi frente
caer sobre la cama dando un largo suspiro, casi solté un quejido decepcionado
cuando sus dedos salieron de mi interior ¿por qué? No sabía si quería saber la
respuesta.
Una
caricia en mi espalda hizo que soltase el aliento en mis pulmones, la mano
acarició desde la curva de mi trasero por mi columna yendo hacia mi cuello,
donde, para mi sorpresa rodeo mi cuello en un duro agarre presionándome contra
la cama.
—
¿Papá? ¿qué estas...¡detente!
Me
sacudí forzando mis ganas de salir huyendo mientras algo se presionaba contra
mi entrada, sabía lo que era ¡diablos! Incluso podía sentirlo en mi mano
mientras presionaba y presionaba.
—
¡Basta! ¡no, mierda!
— Shh
— la mano en mi cuello no se movió pero pude sentir como su...su maldita polla
poco a poco se introducía en mí — Respira bebé, ya casi estoy dentro.
— ¡Tú
respira! ¡saca tu polla de mi!
— Ya
casi...ya casi.
¡¿Acaso
está sordo?!
Apretando
mis dientes mis rodillas temblaron cuando sus bolas chocaron contra mi culo
rozando las propias, cerré mis ojos sabiendo lo que ello significaba y si el
ardor no era antes malo ¿ahora? Era como una piciña insistente.
—
Salte ¡salte joder!
— ¿Me
quieres fuera?
¿Era
idea mía o parecía estarse divirtiendo con mi dolor?
—
¿Estás sordo? ¡claro que te quiero fuera!
— Oh,
bebé, papi sólo quiere hacerte disfrutar.
—
¿Disfrutar? ¡tu solito estas disfrutando!
—
¿Enserio? Bueno, veamos si puedo hacerte gemir.
— No
lo...
Mi.
Dios.
¡Mi
Dios!
Cerrando
mi boca no permití ningún sonido salir de mi boca mientras su pelvis chocaba
contra mi trasero y puedo jurar que la fricción de su polla contra mi entrada
era lo más delicioso que nunca he sentido.
No soy
gay ¡no lo soy! De eso estaba seguro, puede que hasta la fecha no halla follado
con ninguna piva pero aunque había veces que la necesidad me picaba sabía cómo
rascarme y con que, mi mano era buena para dejarse ir.
¿Pero
esto?
No
creo que pueda negar por mucho tiempo lo bien que se siente, puede ser que lo
este disfrutando ¡pero eso no me hace gay! ¡mi propio padre me está violando!
Y de
que maldita manera.
Parece
un loco empujando contra mi llevándose cada vez más y más dentro mío, el placer
es tan intenso que lleva mis ojos a ponerse en blanco y a mi cuerpo retorserce.
Su mano sigue en mi cuello pero ya no con tanta intensidad, pero su otra mano
al parecer no le interesa perderse lo dura que mi polla está.
— No —
siseo cuando su mano sacude mi miembro para apretar la cima humedeciendo su
mano con mi pre-semen bañando mi falo con ello.
—
Estas jodidamente duro, bebé.
— Y tú
loco como una cabra.
Su
pecho vibró mientras una carcajada salía de entre sus labios, labios que
chocaron contra la piel en mi hombro.
— ¿Tú
crees? — sus embistes se detuvieron para hacer rotar sus caderas, algo que hizo
que perdiera el aliento.
— N-no
ha-hagas e-eso.
— Yo
hago lo que a mí me da la gana.
Créeme,
eso ya lo sé.
Su
mano dejo mi miembro a lo que solté un quejido para luego gritar ¿o gemir en
voz alta? Cuando colocó las palmas de sus manos contra mi espalda baja
presionando mi pecho contra la cama mientras mi trasero era violentado cuando
impulsó su pelvis contra mi, pistoneando en mi interior como un demente, y
valgame Dios pero esta mierda...esta mierda estaba tan buena.
—
¡¡Mi-Mierda!!
Mis
brazos doblados contra mi pecho hacían difícil respirar por lo tanto sacándolos
de allí los extendí a cada lado mío mientras gemía en voz alta ante las
penetraciones del pene de mi padre a mi culo, lo hacia tan rico, abrí mis
piernas cual zorra barata haciendo que al momento de entrar en mi chocase justo
contra mi maldita próstata.
—
¡¡Oh!! ¡¡Oh!! ¡¡Oh!!
—
Disfruta bebé, disfruta.
Su voz
estaba agitada, jadeante, y por algún motivo me sentí cual cuerpo lujurioso,
lleno de placer y desenfreno, mis caderas tomaron iniciativa moviéndose en su
contra arrancándole un mas que ahogado jadeo...en un rincón de mi mente vi la
locura de lo que estábamos haciendo, de que aunque se sintiera realmente bien
no podía olvidar que quien me follaba cual animal en celo era mi padre.
Mi
padre.
— ¡¡Oh
bebé!!
Su
pelvis chocó contra mi trasero quedandose enterrado profundamente en mi
interior mientras espasmos cubrían su cuerpo como al mío, me vi jadeando
mientras mi orgasmo se regaba por mis sábanas de Toy Freedy, pobre maldito
Freddy.
Sudoroso
como el cuerpo cayendo en mi espalda no le presté atención a que podía sentir más
piel que ropa ¿estaba desnudo? ¿por completo?
Vaya
mierda.
—
Perfecto bebé, estuviste más que perfecto.
Sus
labios chocaron contra mi nuca besando del extremo de mi hombro derecho al otro
para sentir como aún flácido en mi interior el canijo tenía buen tamaño como
para enviar placer en mi contra, cerré mis ojos cuando sentí que salía de mi
interior colocando algo duro y frío en su lugar.
El
supositorio.
—
Ahora si estás más que abierto.
Cabron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario