SO INNOCENT
CAPÍTULO DOS
Walter
— ¿No te lo dije? Fue sencillo.
Con la cuchara entre mis labios la miré divertido ante su tono orgulloso, a pesar de haber terminado toda sonrojada y con el aliento jadeante, sólo para cocinar traer los platos a mi habitación, antes de eso ayudarme a ir al baño ya que me niego a usar un maldito catéter vinculado con mi polla.
Ya la cosa la tenía difícil de por sí.
¿Les he dicho que mi nieta es preciosa? Su melena castaña igual a la de su abuela, sus ojos castaños como los de su madre, no esas absurdas lentillas que siempre usa, tenía un cuerpo menudo pero curvilíneo, unos pechos generosos y unos labios que me tenían loco.
No se lo que me está pasando.
Mastico un poco más del pollo que hizo mirándola de reojo mientras lleva la cuchara contra sus labios, quiero reprocharme el estar pensando en lo hermosa que se vería con mi polla entre sus labios, debería estarlo, pero por algún motivo no puedo conectar los puntos del porque eso no puede pasar.
En cambio.
Mi polla se llena cada vez más y más de sangre, engrosándose tras mi pantalón de dormir, me siento algo frustrado porque sé que nada va a pasar, no tendré ni su boca ni sus manos mucho menos su hermoso coño a mi alrededor.
Un gemido se escapa de mis labios atrayendo su curiosa mirada, es que es tan bonita, mirándome allí sentada la inocencia personificada, aún así se que no la conozco por completo...debe haber una parte de ella donde el sexo es la cima de su cuspite ¿se tocará en las noches?
Gimo.
— ¿Estás bien?
Aclaró mi garganta absorbiendo lo último de mi sopa dejando caer mi mano izquierda contra la cama, soy diestro así que comer con la mano izquierda es todo un jodido reto, tardé más de lo esperado pero terminé.
— Delicioso, ahora ¿me traes mis pastillas?
— Claro ¿Cuáles son? — va a mi mesita de noche inclinándose haciendo a su trasero alzarse y sus pechos caer colgados, tragó saliva mientras con mi mano izquierda remover el bulto ya duro.
— Están en una cajita, son tres.
Ella busca para sacarlas del cajón y darme una por una junto a un fresco vaso de jugo de naranja, suelto un suspiro satisfecho por sus cuidados.
— Por lo menos estas tomándolo todo muy bien.
— ¿A qué te refieres?
— No estás siendo un bebé chillón.
Me mira con una sonrisa sabionda en su cara mientras recoge los platos llevándolos a la cocina, mientras ella no está introduzco mi mano izquierda dentro de mi pantalón agarrando firmemente mi erección gimiendo ante el placer que mi mano me da mientras sacudo mi mano de arriba abajo por todo mi falo ¡quiero venirme!
Me siento como un adolescente con las hormonas tiradas por todos lados, incluso ahora con mi polla muy dura siento que aumenta más y más su grosor haciendo que soltara un gemido estrangulado, duele, pero es tan placentero.
Pero sé que no me correré, no puedo hacerlo sin una buena estimulación y aunque el placer dance por mis venas al tocarme, no es lo suficientemente bueno.
Pasos se escuchan por el pasillo así que aunque aprehensivo quito mi mano jadeando por maldito aire y sudando por el placer contenido, ella aparece quitándose ese abrigo dejándome ver esa pequeña blusa conchevina la cual muestra tanta exquisita piel.
— ¿Abuelo? ¿estas sudando?
Ella se acerca y toca mi piel, no puedo evitar que mi mano rodee su cintura con mis dedos cosquillando ante la suave piel que estoy tocando, mi corazón late como un loco, lo puedo sentir saltar emocionado en mi pecho.
— ¿Quieres un baño, una ducha?
— Ducha — me veo diciendo sin medir las consecuencias, ella acepta y me ayuda a levantarme.
Creo que ve el estado erecto de mi polla pero si lo hace no dice nada, ella nos guía hasta el baño entrando a la ducha cuando maldice viendo por todos lados, allí veo el problema, no hay lugar donde pueda dejarme sentado, por lo tanto...
— Bueno, tienes suerte de que tenga ropa de repuesto en mi maletero.
Antes de que sepa a que se refiere está abriendo las llaves comprobando el estado del agua con su mano libre, debe estar tibia tal como me gusta y creo que lo está cuando asiente.
Sorprendido veo como con esa misma mano quita mi pantalón de dormir, mirándola con ojos abiertos horrorizado ante la sacudida que da mi polla al estar libre, ella no dice nada, pero cuando estoy desnudo soy guiado dentro con ella remojando una esponja y pasarla por mi cuerpo, sirve de mucho que antes de que ella viniera Doris me pusiera los protectores para mis vendas.
Así no se humedecen y sólo debo cambiarlas en las noche.
Y sería...sería...sería tan genial si solamente dejase de tocarme con esas suaves manitas que tiene por todas partes, se que no lo hace con malas intenciones pero por algún motivo estas están haciendo que algo realmente duro se balancease contra su cuerpo pidiendo, rogando ser acariciado.
¿Qué está sucediéndome?
Es Cera, mi nieta, mi hermosa nieta que he visto crecer desde hace tantos malditos años ya que cuando nació mi cabello no estaba repoblado con canas como lo está ahora, ella es mi Angel, mi hermoso y precioso tesoro que está...está...
— ¿Ce-Cera...
Mirando fijamente mi polla, es como curiosidad oscureciendo sus pupilas para al mirarme verme alucinada.
— ¿Aún puedes tener erecciones?
La pregunta en vez de avergonzarme, me ofende de lo peor, ese fue un golpe muy...muy bajo.
— Pues claro que aún puedo ¿o qué crees? ¿qué tengo metido un palo en la polla para mantenerla levantada?
Mierda.
Veo con horror sus ojos abiertos desbordando asombro y shock, me maldigo mil veces ante lo que le dije ¿de cuando acá vengo y me desquito frente a ella? ¿qué pensará de mi?
Pero entonces, escucho un ruido...la miré sorprendido como confundido ¿de qué se está riendo?
— ¿Enloqueciste?
Ella niega para de un momento a otro estirar su mano y rodear mi grosor como puede con sus húmedos dedos, me estremezco y tenso en menos de un segundo gimiendo por segundos.
— ¿Pero qué...
— Voy a ayudarte — murmura sin dejar de mirar mi polla, sin dejar de acariciarme, me tenso aún más si es posible.
¿Deberíamos estar haciendo esto?
— No tienes que hacerlo.
— ¿Y entonces que harás?
— Me las apañaré.
Ella suelta un bufido.
— ¿Manos heridas, lo olvidas? — empieza a menear su cabeza de lado a lado mientras se inclina y desliza su lengua por la rendija en la punta de mi polla.
Un gruñido sale de entre mis labios, es tan bueno.
— Oh, mi ángel debes detenerte esto no es correcto.
Ella me mira entre sus pestañas mientras sus labios se envuelven llevándome dentro rodeándome con su calor, su húmeda lengua palpa mi falo como buscando mi sabor, vuelvo a gruñir.
Arquea una ceja como diciéndome: ya lo crees que es correcto, la pequeña se cree muy listilla pero yo tengo mi Az bajo la manga, acaricio su mejilla.
— Mi angel, detente, aunque agradezco tu ayuda no será posible hacerme llegar.
Saca mi polla de su boca.
— Verás que podré hace...
— No, no podrás, soy ese tipo de hombre que sólo llega cuando el placer es demasiado intenso, sólo eyaculo cuando...
— ¿Cuándo...
Parecía en serio querer ayudarme y aunque eso me tentaba como no tienen idea, el morbo de tenerla abierta y dispuesta para mi casi hizo que viera estrellas pero no podía pasar
Abuelo y nieta ¿lo recuerdan?
— ¿Cuándo, qué? ¿qué haces?
Solté un suspiro.
— Cuando estoy follando a alguien.
Parpadeo consecutivamente
mientras la miraba detalladamente tratando de descifrar esa mirada de poker
cuando ella soltó mi polla y se levantó, me ayudó a terminar mi ducha tocándome
muy poco y aunque estaba agradecido de que haya olvidado esa idea de
complacerme no podía olvidar esa punzada constante de decepción que incaba en
mi pecho.
(….)
Para cuando me había dado cuenta ya era de noche y la oscuridad llenaba cada recoveco en mi habitación, mis vendas habían sido cambiadas luego de un masaje a mis articulaciones, aún así ella nunca me habló y eso si que me defraudó.
No esperaba eso de ella.
Ella, que se ve tan suave, tan inocente, queriendo satisfacer mis deseos más carnales y yo diciéndole que con algo tan banal como una caricia y una mamada no iban a servir.
¿Mi error?
Mi error no fue ese, mi error fue dejar que ese minúsculo momento pasase sin detener sus avances ¿en qué estaba pensando? Ella no podía tomar eso de mí, no podía dejarla satisfacer una erección que aunque ella provocó no tenía el derecho a satisfacer.
Soy su abuelo, no su potencial pareja ni amante.
La puerta de mi cuarto es abierta y entre ella puedo ver pasar un minúsculo cuerpo, no hay luz en el pasillo y aún así puedo asegurar que es ella. Se acerca y parece nerviosa mientras estirando su mano agarra la colcha que me cubre levantándola y metiéndose debajo de ella, de inmediato su calor me rodea pero no es el que pensaba.
Tengo puesto un pantalón de dormir y una camiseta de algodón, sin bóxer, y ella está a horcadas mío llevando su cabello a su espalda mientras con sus manos empieza a tirar de su ropa como la mía.
— Cera, no creo...
— Te quiero ayudar, quiero que mientras estés herido yo pueda satisfacer todos tus deseos, sin importar cuán lejos deba ir.
Su blusa desaparece y aunque la luz es mínima puedo vislumbrar el contorno de sus senos, pequeños pero deliciosos, ella se inclina contra mi mientras contonea su cadera quitando el short que segundos antes la cubría.
No tengo idea que decirle.
Pero recuerdo una cosa importante.
— ¿Estas en control?
Se detiene por un segundo con el short y sus pantis colgando de sus dedos, luego, los deja caer mientras desliza mi pantalón de dormir hasta mis rodillas.
— ¿Por qué iba a estarlo?
Su respuesta tensa mi cuerpo y deseo.
— ¿Por qué? Joder Cera, te dije que sólo puedo llegar cuando estoy follando y eso quiere decir que me correré en tú interior.
— ¿No puedes sacarla antes de...
— No me correré, será como si detuviera mi orgasmo de golpe y eso en vez de darme placer me dolerá.
Se queda callada sopesando mis palabras, pero yo ya tengo la respuesta y si tan sólo pudiera mover bien mis brazos estaría quitándola de encima mio, muy a pesar de que no es algo que quisiera.
— Es mejor que vayas a tu cuarto, te agradezco por querer hacer esto pero no es posible...
Palmas caen contra mi pecho interrumpiéndome.
— Lo es, es muy posible y esto pasará si o si ¿debes llenarme? Pues hazlo.
Un intenso placer cubre mi polla endureciéndola a niveles dolorosos, pero aún así no me pierdo en el significado de sus palabras y se lo hago saber.
— No estás en control, y si yo me vengo en tu interior es más que seguro que te embarace.
— Bueno, dicen que luego de los cuarenta es casi imposible embarazar a alguna mujer.
Solté un bufido.
— Igual que con la píldora o con el condón, el 1% siempre la jode, pero quiero que entiendas lo que me pides, quieres complacerme mientras esté enfermo y eso puede ser durante mucho tiempo, tiempo en el que estaré llenando tú coño con mí esperma, tiempo en el que podrías quedar embarazada.
— ¿Es aquí cuando me asusto y corro despavorida? — ella llega entra sus muslos agarrando mi polla a lo que suelto un gemido — Porque déjame decirte, no lo estás logrando.
Dios, que inocente es al pensar que no podré embarazarla y por muy poco humilde que suene ahora sólo puedo pensar en ello, en embarazarla para cerrarle la boca.
Su inocencia será su perdición y mí futuro.
Pues sé lo que va a acarrear embarazarla, ella tendrá un hijo o hija mío y por supuesto que me haré cargo y por supuesto que la haré mí mujer, puedo no estar en mis mejores años menos con la reciente noticia que el doctor me dio, pero, haré todo lo que pueda para asegurarles una vida más que perfecta.
Ella se lo merece.
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