SO INNOCENT
CAPÍTULO TRES
Cera
He enloquecido.
Por supuesto que lo he hecho ¿qué demonios estoy pensando? En serio ¿qué está sucediendo en mi cerebro? Puesto que al parecer tanto mi sentido común como mi libido sólo ¡zaz! Se fueron a la mierda, uno desapareciendo y el otro elevándose hasta la estratosfera.
¿Vergüenza?
Tal vez.
O puede que no.
Ok, desde que lo vi en la ducha todo empalmado y humedecido por gotitas de agua mis paños habían sido igualmente humedecidas con mi placer, fue como algo primitivo llamándome hacia el, como algo de suma importancia donde darle placer fuese mi único objetivo.
Era la primera vez que sentía algo tan intenso.
He iba a aprovecharme de ello, no de él, ya que muy a pesar de que está todo herido y a mi merced no me iba la cosa de aprovecharme de los débiles, y en este momento mi abuelo estaba en su momento más vulnerable y yo iba a darle un poco de fogosa pasión.
Acariciando su punzante polla me estremecí cuando su glande acaricio mi sensible clítoris, para ser alguien con su edad bien puesta el estaba bien duro como sus bolas bien pesadas, recordando sus anteriores palabras dudé por un segundo.
¿En serio iba a poder quedar embarazada?
¿De él? ¿una persona que me supera por mucho en edad?
Ciertamente lo haría y el pensamiento de un bebé tanto suyo como mío sólo trajo un cosquilleo a mi estómago ¿serán mariposas? Siempre he deseado ser mamá, desde pequeña cuando tenía mis miles de bebitos los cuidaba como si fuesen de carne y hueso. El sabía eso, y esperaba que la idea de yo teniendo su bebé fuera de su agrado.
Su respiración se agitó, su nariz se ampliaba ante cada inhalación, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras sus manos inertes y heridas estaban a sus costados presionadas firmemente contra las sábanas.
Me apiade de él.
Llevando su glande al lugar correcto me vi presionando y presionando haciendo a la punta roma de su polla atravesar su primer obstáculo, no era virgen y esperaba que no se pusiera cual cotorra furiosa ante aquel diminuto dato. Dejando caer mis manos contra su pecho me vi empujándolo contra mi, llevándolo a mi interior, profanando mi vagina, dejándolo hacerme su mujer.
La idea era hermosa como peligrosa.
— Oh mierda.
Sonriendo por un instante ante sus palabras gruñidas me vi inclinándome contra el gimiendo cuando su polla tocó fondo, cerrando mis ojos ante la dichosa plenitud dejé a mis dientes morder la carnuda protuberancia de su labio inferior.
— Mala palabra abuelo, no lo digas frente a una princesa.
El gruñendo soltó un bufido nítido para mirarme divertido.
— ¿Princesa? Mi ángel, debes estar bromeando no podré morderme la lengua aunque quisiera ¡algo que no quiero! Tu coño está tan húmedo y apretado.
Rote mis caderas arrancándonos un gemido ahogado.
— Déjame hacer el trabajo duro, tú sólo disfruta la función.
Encendiendo la lámpara de su lado derecho la dejé a una tenue luz asegurándome de que pudiera tener un buen vistazo de mis pequeños pechos duros con sus tiesos pezones, mi vientre plano fértil para que su simiente fecundase, deseaba tanto tener sus manos en mi explorando cada rincón y no me hubiese importando con que ¿manos o boca? Las dos eran maravillosas.
Sus ojos fijos en mis senos me hicieron sonreír.
— ¿Algo que te guste?
Deslizando su mirada a mis ojos pude ver lo dilatadas que sus pupilas estaban, para luego soltar un gemido volviendo a mis pechos.
— Inclínate.
Levanté una ceja.
— ¿Para?
— Quiero tus senos en mi boca.
Sabía lo molesto que estaba de no poder hacer lo que el quisiera, su cuerpo estaba cabreándolo, por lo tanto sin detener las suaves sacudidas de mi cadera contra su miembro me vi inclinándome contra el dejando mis pechos colgar contra sus labios.
Su lengua rodeando mi pezón me hizo estremecer, y justo cuando pensaba en aumentar el ritmo su boca se sujetó de mi pezón izquierdo amantándose frenéticamente de él, mis caderas tomaron el ritmo de su boca llevándolo fuera y dentro de mi canal con rapidez, su glande golpeando reiteradas veces contra el punto más sensible de mi ser.
— Dios, oh joder abuelo.
Soltando un gruñido sentí el tacto de sus dedos en una de mis posaderas apretando con fuerza mi carne, apretujándola a su gusto, mi orgasmo estaba muy cerca y eso no me estaba gustando.
El a pesar de estar muy duro y segregando su placer en mi interior no lo veía a punto de enloquecer, parecía más como si estuviera siendo drogado de placer.
Es una buena vista.
Pero deseaba que se corriera en todo mi interior y si se pudiera repetir, por mi estaría perfecto.
Echándome hacia atrás quite mi seno de su boca arrancándole un quejido que más que divertido sonó tan ¿pecaminoso? Bueno, pecaminoso pero tan placentero, pero inclinándome besé sus labios chupando su lengua aumentando el movimiento de mis caderas buscando su orgasmo.
Lo miré.
Piel sudorosa, jadeos descarriados, su cuerpo tenso de pies a cabeza, y su polla agitándose en mi interior me dio lo que pedía entre cada acometida. Su simiente llenando mi interior me sorprendió ¿Cómo negarlo?
Eso de ver para creer era cierto, en mi caso era de sentir para creer...y estaba sintiéndolo, mucho, quedándome quieta deslizándolo fuera mío luego de compartir un orgasmo me deslice fuera suyo recostándome a su lado con las respiraciones agitada me miró de reojo para gruñir molesto.
— ¿Qué?
— Me gusta abrazar a la mujer con quien tengo relaciones, acariciarla, mostrarle lo satisfecho que ella me hace y estas heridas me están...
Colocándome de costado acaricie su brazo, las vendas cubriendo su cuerpo.
— ¿Deteniendo?
— Limitando — soltó la palabra entredientes junto con un bufido irritado.
Mordiendo mis labios me acerqué a el tirando una de mis piernas sobre su cuerpo junto con una mano acariciando su brazo.
— Hey, estoy al tanto de tu estado por lo tanto se que por el momento tus ganas de acurrucarte conmigo sean imposibles, eso no me detiene a hacerlo a mi ¿sabes?
Sus ojos fueron a mi.
— Tampoco es como si pudieras hacer mucho.
— No seas tan pesimista — rodé mis ojos, acercándome besé su mejilla — ¿Qué tan cansado estas?
Su pecho vibró en una carcajada.
— Pruébame.
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