SO GOOD
CAPÍTULO CUATRO
Oliver
— Eres
un hijo de puta.
El, en
vez de cabrearse como esperaba empezó a reírse contra la piel de mi cuello sin
dejar de magrear mi culo y deslizar su polla contra mi, si, había aceptado que
el placer era placer y no importa como lo obtienes.
Pero
eso no significaba que iba a prácticamente abrirme de piernas a el y dejar que
tuviera lo que tanto anhelaba, nada que ver, si el muy hijo de puta quería sexo
tenía que apañarselas con mi temperamento y mi boca de malparido.
— ¿Lo
soy?
— ¡No
lo dudes!
—
Bueno, por lo menos seré el hijo de puta que folla tu culo.
—
¿Cómo cara...
— ¡Me
voy! — la voz de mi madre hace que brinque en mi lugar mientras el cuerpo
detrás mío se colocaba a mi costado cuando ella entro a la cocina — Lamento
mucho recién avisar, pero es algo de último momento y no tenía un como decir
que no.
Aclarando
mi garganta dejé caer un poco de cereal en mi boca, mis pupilas gustativas
bailando ante el dulce sabor mientras mi estómago se hacia nudos por la
situación en que me había metido.
¡Me
habían metido!
Y aún
así mi cuerpo hormigueo ante lo que el anuncio de mi madre suponía, íbamos a
estar solos, completamente solos ¡mi culo va a ser follado consecutivamente! Y
no lo digo de lo más animado, siento que todo esto llegará a un punto...una
inevitable conclusión donde alguien saldrá pateado.
Aunque
no quería decirlo, ese iba a ser yo.
La vi
acercarse a mi papá para el inclinarse besarla, desvíe mi mirada incómodo ante
aquello, no está siendo celoso ¡nada que ver! Mierda, pero ver a tus padres
metiendose la lengua causa repelus a cualquiera.
—
Quiero que se cuiden, Robert por favor te suplico que no estés metido hasta los
hombros en tu trabajo, Oliver está enfermo así que debes cuidarlo, hasle de
cenar, conversen, pero sobre todo cuidar de él.
Ella
vino hacia mi dejando un beso en mi mejilla para correr a su bolso y ver la
hora en su teléfono, apreté mis dientes cuando sentí una mano posicionarse en
mi hombro.
—
Tamara, tranquila, cuidaré muy bien de él.
—
¡Perfecto! Ahora ¡se me hace tarde!
Guardando
su teléfono agarró su chaqueta de una de las sillas colocandosela para luego
correr hacia la puerta.
—
¡Cuidense!
Y
luego la puerta sonó al cerrarse, seguido hubo un silencio inquietante
rodeandonos dejándome escuchar cuando una puerta de algún auto, supongo que de
un taxi que llamó, sonó al cerrarse.
— Por
supuesto que cuidaré de ti, bebé.
Rode
mis ojos para señalarlo con mi cuchara.
—
Cierra la boca.
Su
ceja se levantó para empezar a negar, me volví para comer un poco más de mi
cereal, y allí fue cuando el muy capullo se situó detras mío...y no se detuvo.
El
viento acaricio mi desprotegida polla como también manos acariciaron mi culo,
antes de que pudiera darle un punta pie o un jodido codazo desapareció ¿a
don...
—
¡Mi-Mierda!
Con mi
manos traté de agarrar su cabello tirar de el de esa estúpida posición,
tratando de retirar su lengua de mi recto pero el no me dejó cuando agarrando
mis manos las unió en el centro de mi espalda deteniendome por completo ¿qué
jodidos cree que hace?
Una
mano agarró mis manos y otra dejo para deslizar en mi interior sus dedos,
ayudándose a ayudarme, el muy imbécil.
Me vi
mordiendo mis labios así no dejaría que ningún indecoroso sonido saliera de mi
puta boca que al parecer le fascina dejarse llevar por el intenso placer,
porque si, el muy padre mío me la estaba comiendo de lo muy lindo.
No iba
a negarlo.
Pero
de sentir su dedo a su lengua hundiéndose en mi interior había una gran
diferencia, había más fricción como si sus dedos buscasen algo en específico y
era lo más jodido de todo, haciendo incapie me retorci soltandome de su agarre
en mis brazos colocandolos frente mío para respirar airadamente y al segundo
girarme.
Mirándolo
vi como el imbécil se lamia los labios para con la mano que supongo estuvo
introduciendo sus dedos en mi agarrar mi polla llevándola contra su boca, sólo
fue una chupada que hizo el aire precipitarse fuera de mis pulmones tal como si
me hubieran dando un más que duro golpe.
El,
levantándose le dio una sacudida a mi miembro para agarrandome de los muslos
subirme a la encimera de granito la cual enfrió mi culo, absorto vi como se quitaba
su boxer teniendo en primera plana una vista de su polla.
Bueno,
se veía que tenía buenos dotes y que ello también había pasado a mí.
No voy
a decir que su polla es bonita ni perfecta ¿quién jodidos dice eso de una polla
o un coño? Debe estar malditamente fuera de sus cabales para decir ello, pero
si tengo algo bueno que decir, la cosa sabía hacer su trabajo.
Fin.
No
esperen alabanzas contra ella, ni sonetos.
— No
sabes como te odio.
Contra
todo pronóstico el agarró mis caderas forzando mis piernas a rodear su cadera,
mis manos resbalaron del granito a lo que buscando un lugar al que sujetarme
dejé caer mis manos en sus hombros, aquella acción trajo un problema
monumental...pero claro, el buscaba ello.
— Mmm
— pasando sus manos por mi cintura sus dientes mordieron mi labio inferior, a
lo que haciendo una mueca eché mi rostro hacia atrás, se lamio los labios a lo
que traté de mostrar disgusto — Chocolate ¿robando mi cereal?
Me
encogi de hombros ¿ahora robarle un poco de cereal era pecado? Pues que me
denuncie, veamos que...
— Lo
dejaré pasar si me besas.
Por
supuesto, el tenía que aparecer con sus perversidades, solté un bufido.
—
Espero que estés bromeando, no tengo interés en tener tu lengua metida en mi
boca.
— No
te quejaste cuando tenía mi lengua en tu recto.
Apreté
mis labios.
— ¡Eso
es distinto!
— ¿De
qué manera? Mi lengua es mi lengua, no importa donde te la meta.
Golpee
con mi puño su hombro, fue cuando vi que una de sus manos sostenía su polla y
otra me mantenía quieto en el lugar, y fue muy tarde para reclamar cuando lo
sentí abrirse paso en mi interior, apreté sus hombros mientras un quejido salía
de mi boca.
¡Arde!
— Ahh,
bebé, ya está, ya está, papá te hará sentir muy bien — susurrando contra mi
oído en una voz que mandó un desgarrador placer por mi cuerpo me moví inquieto
y con un mas que claro deseo de que se moviera.
Dejando
caer mis manos contra el granito lo miré esperando a que se moviera, pero el
mantuvo su mirada fija en mi, como esperando algo.
— ¿Qué
esperas?
— Mi
beso.
Arquee
una ceja.
—
¿Hablas jodidamente en serio?
— Un
beso a cambio de follarte bebé, me parece una paga mas que justa.
— Y en
todas ellas tú ganas, que coincidencia.
— Yo
siempre ganaré bebé, el asunto aquí es que estas cerrando tu maldito cerebro,
la última ves lo disfrutaste.
—
Verdad.
Su
facciones se llenaron de sorpresa, a lo que dejé a mis labios arquearse en una
sonrisa divertido ante su estado atónito.
—
¿Qué? ¿acaso esperabas que mintiera?
— La
idea paso por mi mente.
— ¿He
dicho que te odio?
Sacudió
su cabeza y dijo:
—
Bebé, si me odiases no estarías aqui sentado con mi polla en tu interior
esperando a que mueva mi pelvis, quieres esto tanto como yo.
—
Puedes ser ¿lo harás?
—
¿Follarte? Por supuesto, pero quiero mi beso.
Me lo
quedé mirando fijamente esperando a que desistiera de esa absurda idea y que
empezase el baile entre su pelvis contra la mía ¿por qué mierda quiere besarme?
Pero aún así ¿hablaba en serio?
Beso
por una follada ¿cuán bajo he caído?
—
Maldito seas.
Rodeando
con mi brazo su cuello tiré de el contra mí presionando nuestros labios juntos,
sus brazos rodearon mi cintura llevandome contra su pecho acunando su cadera
entre mis piernas llevando su polla más dentro mío haciendo a un ahogado jadeo
salir de mis labios, él al oirme soltó un gruñido aprovechando de inmediato
introdujo su humeda lengua.
Atónito,
más que atónito, me quedé quieto sin saber muy bien qué hacer, he besado por
supuesto que lo he hecho pero han sido cositas de críos tal como presiones
estupidas ¿esto? Esta era la chupada de lengua suprema y no valía que al
segundo decidiera empezar a empujar en contra mío.
Follado
y besado.
¿Nada
mal verdad? Bueno, si fuera otra persona -no mi maldito padre- juro que estaría
devolviendole la chupada de lengua, lo juro, pero no podía sacarlo de mi mente.
Pero
allí fue cuando mi polla dio un brinco lleno de emoción y lujuria, estábamos
haciendo algo prohibido, un tabú, y ¡Joder! La cosa estaba en que no había
mayor pecado que el disfrutar lo prohibido.
El
sabor del pecado era tan bueno.
Rodeando
su cuello con mis brazos le devuelvo el magreo mientras sacudiendo mi cadera
hago más intenso su empalmada, el, no lleva hacia atrás arrimandose frente al
fregadero a lo que sin importarme mi orgullo de hombre voy y le muestro que
deseo mi orgasmo y haré de todo para tenerlo.
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