SO PASSIVE
CAPÍTULO CUATRO
— El primero que monté pesaba más de 250 kilos, hubieras visto lo que me costó mantenerme los ocho segundos en su lomo, pero fue el segundo el más sencillo de todos con un peso ligero quien menos trabajo dio, no saltaba, sólo se sacudida cual potro salvaje...
Su esposo con el orgullo hablando en su voz le contaba a su mujer las hazañas de lo que su viaje había hecho, los logros de cada una de sus montas, Della escuchaba con una suave sonrisa curvando sus labios salpicada por la rica emoción desbordando de su esposo, de reojo pudo ver a su hijo sentado en otro sillón de la enorme sala lanzándole lascivas miradas a las desnudas piernas de su madre.
Había estado inquieta toda la mañana recordando los hechos de estos dos días, recordando a su hijo derramando su simiente en su interior y la forma en que acariciaba su abdomen cada vez que terminaba con ella, preocupada ante lo que aquellos actos tendrían miró a su esposo recordando las veces en que hacían el amor, el siempre usando un método anticonceptivo ya que por mutuo acuerdo decidieron no tener más hijos.
— El rodeo es en pocas horas y necesito una siesta, pero antes voy a bajar al pueblo tengo que verificar estar en la lista además de recoger mi número — acariciando la suave mejilla de su esposa se inclinó besando está — Sé lo mucho que te desagrada verme montar y no te voy a pedir y obligar a verme, sólo te pido que me desees suerte.
A centímetros de ellos Marcus se tragó la bilis llena de posesividad que quería salir cuando vio a su padre besar consecutivamemte la mejilla de su madre, el desagrado que sintió sólo fue en aumento al ver lo receptiva que era con el, lo dulce y suave que se volvía con su toque muy a pesar de todo el placer que su hijo le había dado.
Levantándose Franco estiró su mano recogiendo su Stetson lo acomodo en su cabeza, se despidió de su mujer con un suave beso en los labios sin darle ni una mirada a su hijo cuando caminó a la puerta y salió.
Tomó acto enseguida corriendo hacia ella deslizándose entre sus piernas colocándolas alrededor de su cadera presionando su bulto contra su cubierta vulva.
— Tan suave y receptiva ¿por qué no eres así conmigo mamá? — escuchó el motor del auto encender para poco a poco ir alejándose de la casa.
— Hijo, no hagas esto.
— ¿Qué no haga esto?
Empujándose contra ella la aplastó contra el sillón presionando su bulto contra el área más sensible de su madre, viendo poner sus tímidas manos en su pecho tratando de quitárselo encima.
Más no pudo hacerlo.
— Pero si te gusta, el placer escurre de tú coño como cada vez que estoy en tu interior, cuando tienes tu orgasmo y me cubres de tú placer.
— No es cierto — titubeo — E-es sólo mi cuerpo reaccionando.
— Si, y este reacciona a mí.
Tomándola por el culo la levantó caminando con ella en brazos hacia el cuarto que se le había dado como invitado, poniéndole seguro a la puerta tranco la perilla poniendo una silla debajo de esta, así nadie los molestaría.
Acercándose a la cama la recostó en ella sin salir de encima suyo recorriendo con sus dedos la suave piel de su cuello, manoseando sus duros pechos saboreando con sus dedos la forma en que sus pezones se endurecían bajo su toque, deleitándose ante las curvas de su pasiva madre.
— Estas tan buena.
Nerviosa, tragó saliva sintiendo a su hijo ponerse de rodillas entre sus muslos abiertos quitándole la ropa interior y bajando la parte inferior de su ropa pero antes incluso de inclinarse se detuvo.
Saliendo de la cama empezó a desnudarse agradeciendo que su cuarto no tuviera ventanas y aún si las tuviera no tenían vecinos a más de millas, quedando desprovisto de la incómoda ropa hizo lo mismo con ella dejando sus prendas en un charco en el piso, agarrando su pene se dio un duro apretón que emanó más placer.
Subiendo se colocó encima suyo entre sus muslos dejando caer una mano a un costado de la cabeza de ella, mientras con la otra seguía agarrando su miembro que, soltando por el momento cogió una de sus cachetes atrayéndola hacia el.
— Rodéame con tus piernas, mamá.
Dudando en cada segundo cumplió sus órdenes rodeando su cadera esperando lo inminente, de un solo empuje estuvo en su interior emanando un dolor que hizo su boca abrirse tras un grito agudo seguido por quedarse sin aliento ante los empujes que le siguieron.
— Estoy cabreado mamá, jodidamente cabreado contigo ¡¡ohhh!!
El placer de su apretada vulva era algo delicioso que no podía dejar de empujar contra su interior en busca de ese fascinante coño, viendo el rostro de su madre observo sus ojos recorriendo su pequeña nariz hacia sus entre abiertos labios, eran de un rosa seductor con una lengua que quería chupar.
— ¡¡Oh!! ¡¡Oh!!
Posicionando las manos de su madre sobre su cabeza se acercó a los suaves labios de ella succionando primero su labio inferior siguiendo por el superior, adentrado su lengua en su boca chupando su tímida lengua dentro de la suya, cambiando las embestidas de descontroladas a duras acometidas tuvo a la cama chocando contra la pared.
— ¿Quieres hacer feliz a tu hijo, mami?
Su corazón en su pecho se aceleró vibrando descarriado cuando escuchó las palabras de su hijo, escuchando un tono seductor que hizo algo en su vulva.
— ¿Quieres tenerlo dichoso, tanto de felicidad como de placer?
Empuñando la sabana debajo de sus manos sintió su vientre vibrar en un nuevo placer que no sabía podía existir, el placer que su esposo le daba era uno amoroso, sincero y tierno. Pero con Marcus, con su tierno retoño vuelto un gran hombre había algo diferente, algo que la tuvo confundida.
— ¿Quieres que cada día despierte con una sonrisa y termine con una, mamá?
No sabía el propósito de sus palabras pero sabía que aquello tendría un efecto en su tierna madre, la haría receptiva, pasiva, aún más de lo que es pero esta vez no quería sólo eso...quería a la mujer y no a la que es constante entre su padre y ella, quería a la fogosa y muy receptiva que sabía estaba allí.
Muy dentro.
— ¿Quieres?
Sus ojos se encontraron jadeando uno sobre la boca del otro, no muy diferente como las anteriores veces pero había algo, algo minúsculo, algo viscoso, húmedo y codicioso que retuvo cual puño a su polla cuando se deslizó en su interior.
— ¿Quieres?
— Si.
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