C A P Í T U L O 6

SO INNOCENT

CAPÍTULO SEIS


Walter


Me habían engañado.

Mentido.

Me habían echo pensar que mis días de poder respirar estaban contados, que el estar con mi angel tenía fecha de caducidad, pero nada había sido verdad.

Me habían timado.

¿Por qué?

Aún no tengo la maldita respuesta, aún no sabía el porque alguien querría hacerme pensar que estaba muriendo, el porque un médico que conozco de años me mentiría ¿no tienen honor? ¿no respetan su trabajo? Y lo más gracioso es que no estaba enfermo de HTP pero si tenía una sobredosis por viagra.

Viagra.

Yo nunca, nunca, necesite tales mierdas azules para que se me levantase sola ¿ahora? Ahora han pasado unos días y estoy en ello de recuperarme.

Pues es momento de hacer terapia, así mis músculos se fortalecerán y en el momento que esté mejor mi cuerpo no sufrirá de dolores absurdos, en las mañanas viene un entrenador personal así ayudándome a estirar mis piernas y darle movimiento a mis brazos, manos y hombros.

Todo mi cuerpo está en proceso.

¿En las noches?

Tengo el mejor de los entrenamientos, ahorita es de noche y estoy a mitad de mi entrenamiento especial con mi mujer, con mi angel quien gimotea encima mío mientras lentamente llevo mi pelvis chocando contra su centro llevándome a su cálido pero estrecho canal, el sudor perla mi frente y estoy soltando tantos jadeos como ella y no sólo por el esfuerzo.

— Me estas torturando — gime mientras se inclina hacia mi chupando mi lóbulo haciendo que mi pelvis se sacudiera hundiéndome profundamente en ella.

— Ahora ya sabes como me siento.

Ella se burla de mi lóbulo chupándolo y mordisqueando a su gusto mientras sus manos se quedan en mis hombros para al momento separarse de mi y llevar sus brazos hacia atrás con su cadera ondulado en mi polla.

Tengo la perfecta vista de mi polla desapareciendo entre sus rojizos e hinchados labios vaginales, la vista me hace gemir, es tan perfecta y tan bueno como se ve tengo que hacer algo rápido para que el orgasmo nos llegue.

El ejercicio mañanero ayuda mucho pues ahora soy capaz de levantar mis caderas y empujar en su contra abofeteando su culo con mis bolas mientras ella salta y gime apasionadamente en mi regazo, colocó una mano en su hinchado clítoris pellizcándolo y con mi otra mano sobre su abdomen.

Ya saben porque.

Ella de esto saldrá embarazada, lo hará, lo lograré...entonces ella sabrá que con los mayores no se juega.

Bueno, quizás conmigo si.

Con mi ángel haría de todo.

El timbre de la casa suena, para segundos después el teléfono a mi costado vibrar, malhumorado lo recojo cuando ella me lo pasa entrando inmediatamente a la aplicación de cámaras conectada con la cámara de las puertas.

Una mueca se instala en mi boca al ver quien es.

— Es Trudy.

— ¿Mi...mamá? — suena sorprendida y hermosa con el rostro aún sonrojado y la respiración entrecortada — ¿Qué hace ella a....¡Dios!

El teléfono cae a un costado mientras dejó mi pelvis chocar varias veces contra ella amando, adorando, delirando ante la fricción que mi polla tiene contra su estrecho canal.

Pero me detengo, porque tengo un plan, porque quiero tanto como ella saber que hace esta avariciosos mujer en mi casa, está mujer que nunca, nunca, ha venido a verme...nunca.

Y lo que sea que venga tras su inesperada visita sé que de algo me servirá.

Estoy seguro.

— Ve a...a por el jardinero...le dices que...que le abra las puerta y la traiga...la traiga ante mí.

Palpo sus caderas intentando quitarla de encima mío a lo que ella suelta un quejido cuando me desliza fuera suyo, yo estoy igual de molesto y tal vez más que cabreado por la interrupción.

Sólo espero que de algo sirva todo esto.

Porque lo estaba haciendo muy bien.

Ella se desliza fuera de mi cama vistiéndose con una camiseta mis que saca de mi armario junto con unos bóxer que le quedan enormes, aún así el sólo verla llevar mi ropa hace que un sentimiento de satisfacción llene mi pecho.

Esa es mi mujer.

Lo dice por completo en toda ella, y cuando esté completamente sano ella aprenderá que clase de placeres puedo darle.

— No dejes que te vea, pero quiero que la grabes tanto en vídeo como en audio.

— ¿Entonces, si me crees? — murmura recogiendo mi teléfono como el suyo.

— Pero por supuesto que sí, puede que no hable mucho con tu madre pero en los pocos encuentros que tuvimos estuvo de descarada intentando llamar mi atención.

Sus labios se aprietan entre si mientras me mira.

— ¿Te estuvo coqueteando? — suelta mientras lleva sus brazos contra sus caderas — ¿Y así quieres que te deje sola con ella? Eres mi hombre, no dejaré que ella entierre sus garras en ti.

Joder.

Estoy seguro de que si le digo que su actitud de celosa me ha puesto mucho me golpeará.

— Mi angel, tu eres mi mujer mi amante, la única mujer que voy a querer enterrando sus uñas en mis hombros cuando me tengas dentro tuyo ¿tu madre? Ella es una harpía en busca del más idiota para mantener sus gustitos.

El timbre volvió a sonar.

— No soy ni seré ese idiota ¿me crees?

Suelta un suspiro mientras acercándose a mi besa claramente mis labios cubriendo mi polla ya erecta con la colcha.

— Te creo, como también que estas duro, sigues sorprendiéndome cariño.

La insto a seguir mis palabras después de ello, colocándome la bata que me dijo que usará así su madre no podría ver mí, en sus palabras, perfecto abdomen.

Bueno, para que vean que toda mujer se deleita ante un hombre con los cuadritos bien marcados, mi mujer babea sobre ellos cada vez que puede.

Tacones resuenan en el pasillo mientras suelto un bufido irritado ante aquel sonido, perfecta entrada para la peor madre del mundo, y al segundo aparece llevando un muy ajustado vestido escarlata con tacones que lastiman hasta al más pobre, y con un peinado patético.

¿Qué se cree?

No dudaba de que le veía su atractivo pero todo estaba en su físico, pues cuando abría su bocotá toda la mierda era revelada.

— Dios mío ¿sigues en esa cama?

Dejo que el aire salga de mi nariz mientras con mi mano acaricio mi barbilla.

— No creo haberte invitado a mí casa — con mi mano le indico al señor Gutierrez, el jardinero, que puede marcharse.

— Soy familia, por supuesto que estoy invitada no seas tontito — deja caer su cartera cerca de mis piernas — Pero no hablemos de eso, centrémonos en otras cosas más importantes.

— ¿Ah si? ¿en qué otras cosas?

Veo como sus manos se colocan encima de mis piernas y es allí cuando mi polla empieza a perder su dureza, mierda, también de reojo puedo ver a mi angel enfocar a su madre escondida en mi armario así poder tener todo bien enfocado.

Vuelvo mi mirada a la mujer sinvergüenza que parece estar mirando mi polla.

Mi polla flácida.

Su ceño está fruncido.

Interesante.

— ¿Algún problema?

Ella exaltada vuelve a mirarme para apretar sus labios.

— No tienes una erección.

— ¿Por qué iba a tenerla?

— Soy bonita.

— No me interesas.

— ¡Pero soy sexy! — hace un tonto berrinche zapateando y el ver eso en una mujer adulta, con su edad, me trae un sincero asco.

¿Cómo puede soportarse?

— Lo eres — le concedo aquello y antes de que se lo tome demasiado a pecho — Pero no mi estilo de mujer.

— No lo entiendo, se suponía...¿por qué no estas duro? Estas allí tirado deberías...y yo podría...

— ¿Podrías, que? — cruce mis brazos levantando una ceja — Que te vistas así y seas algo bonita no pondrá duro a todo hombre, no soy precoz.

Sus manos de tuercen en la falda de su vestido, luciendo nerviosa, indecisa, por todos los demonios está mujer ahora mi paciencia ¿por qué no sólo confiesa que ella me...

— El me dijo...me dijo que estabas tomándolas y que podría, yo podría, pero tú no estas excitado ¿por que?

— ¿Tomando? ¿tomando, que?

— ¡Viagra! ¡Se supone que estarías duro y yo podría amarrarte a mí! — parece no interesarle haber dicho su gran travesura ya que sigue hablando, y no la pienso detener — Walter me prometió una vida llena de lujos ¿pero, ahora qué tengo? ¡Nada! Ya no me da regalos, nada de joyas, de autos o viajes costosos con los que hablar con mis amigas ¡no tengo nada! Sólo cuentas y cuentas sin pagar ¡y todo es tu culpa!

Levanté ambas cejas algo sorprendido como intrigado por sus palabras.

— ¿Mi culpa?

— ¡Si no fueras tan tacaño y nos regalases unos cuantos cheques con varios ceros no estaríamos pobres! ¡pobres! ¡yo no puedo ser pobre!

— Pues ponte a trabajar, el dinero no es gratis, querida.

Ella me mira roja y horrorizada.

— ¿Trabajar? ¿trabajar, yo? ¡Nunca! Me criaron para tener un esposo que me malcríe e hijos que sólo aseguren mi estadía con aquel tipo ¡tu hijo!

Solté un bufido.

— No fue tu mejor apuesta.

Ella de pronto sonríe mientras se acerca a mi, de reojo veo a Cera para indicarle con una señal que es hora de llamar al jardinero, así este pueda sacarla de mi propiedad.

Asiente entendiendo mientras saca su teléfono.

— No, no lo fue, pero tú...— se arrastra deslizando sus manos por mis piernas llegando a mi miembro, ajustando su agarre hace que un quejido brote de mis labios —...Tú, vas a darme la vida que me merezco.

— No lo creo.

Niega sin que su sonrisa desaparezca.

— ¿No lo entiendes, verdad? Puedo darte lo que tantos hombres a tu edad quieren, una mujer dispuesta a todo sólo por lujos y comodidad.

— Tu no lo entiendes — veo que en la puerta el jardinero está mirando a Trudy sorprendido por como nos encuentra, supongo que lo entiendo — No me interesas, en lo más mínimo y si lo que querías era estabilidad monetaria hubieras hecho algo útil con tu vida para dártelo tu misma.

— ¡Pero no quiero eso! ¡quiero que alguien me mantenga!

— No me interesa.

Le indico al señor que proceda, es una tontería ya que yo soy mayor que el...por varios años, pero bueno el hace su trabajo llevándose a la avariciosa de mi nuera fuera de mí cuarto, de mí casa y yo me voy a asegurar que también este fuera de mí vida.

— Madre mía, eso estuvo se locos.

Mi angel sale de su escondite pulsando en mi teléfono para colocarlo en mi velador, estiré una mano hacia ella atrayendo su suave cuerpo contra el mío dejándola abrazarme y a variar a su gusto.

Soy adictivo a sus caricias.

— Pero por lo menos ya tenemos a la culpable — murmura contra mi cuello.

— Es verdad.

Aunque no del todo cierto ya que me faltaba uno, y la verdad es que aunque atraparlo será traer tranquilidad a mi vida Walter sigue siendo mi hijo y el amor paternal hacia el sigue latente en mi.

Si tan sólo cambiase su forma de ser.

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