C A P I T U L O 7

 SO GOOD

CAPÍTULO SIETE


Oliver

 

— ¿Tienes todo listo?

 

Asentí sin dejar de remover la cuchara en el cereal, al parecer este día las cosas no se veían tan deliciosas y pensar que se debe a esta cosa entre él y yo me jodia mucho.

 

Ayer, luego de terminar de recoger lo que quedaba en mi cuarto decidimos hacer algo normal, vimos una película, hicimos canguil con leche chocolatada mientras la lluvia golpeaba las ventanas, no teníamos frío por lo tanto estábamos recostado uno al otro en su cama mientras se reproducía la película.

 

Y a mitad de ella tuve el alocado impulso de apoyarme contra su pecho, lo hice, había dejado caer mi mejilla sobre este tomando bocanadas de su aroma mientras una de sus manos acariciaba mi desnuda cadera.

 

¿Luego?

 

Luego todo fue abrumante, no puedo olvidar la forma en que anoche me follo...tal vez deba decir que me hizo el amor pero aunque no hubieran más explicaciones para su delicadeza aún no estaba preparado, no sé cuando lo estaré ya que hoy me voy.

 

En unos minutos.

 

Y este desayuno se supone que es nuestra gloriosa despedida, vaya mierda de despedida uno por lo menos se esperaría unos esponjoso waffles con nata encima y sus moras azules, bien sabe lo mucho que me gusta mis waffles ¿y eso con mi vaso de leche chocolatada?

 

Sería más que delicioso.

 

— ¿Nos vendrás a visitar?

 

— Eso creo.

 

¿Vieron eso? Ni siquiera puedo ser un malcriado boca sucia, no puedo, siento que esto me supera.

 

— ¿Nos dejarás visitarte?

 

— Pues...claro, en algún momento deberán conocer mi casa.

 

— ¿Es bonita?

 

— Una planta, tres cuartos con sus baños, cocina, sala y jardín, es muy bonita.

 

Dejo caer un poco de cereal en mi boca así tal vez deje de hacerme preguntas convirtiendo este momento aún más jodidamente incómodo, siento la tensión aplastarme como si la gravedad estuviera en mi contra ¿pero qué podía hacer?

 

No es como si...

 

— Maldita sea, me cansé de esto.

 

Levantando mi cabeza lo miré sorprendido mientras se quitaba su camiseta ¿tenía la boca abierta? Saben le queda muy bien el cabello suelto, me gusta...¡su cabello! Por supuesto que su cabello, no el.

 

Por supuesto que no.

 

Sería raro.

 

Asqueroso.

 

¡Un incesto!

 

Sería malo.

 

Muy malo.

 

— Oh, joder — tirando de su nuca dejo su boca caer contra la mía devorando su boca tratando de mantener su sabor y calidez de sus labios en mi memoria.

 

Una última vez ¿lo deseo? No, no lo deseo, pero es todo lo que puedo tener.

 

Sus manos no se quedan quietas yendo al borde de mi camiseta me la saca desprendiendo momentáneamente su boca de la mía, pero cuando esta fuera son sus manos quienes vuelven a unirnos.

 

Luego somos manos y bocas, quito su pantalón el me quita el mío, golpes tras quitarnos los zapatos y el sonido de la tela siendo rasgada cuando la paciencia ya no está en nuestro sistema y el bóxer está en nuestro camino.

 

— Mierda — jadea mientras me deja en el suelo, un frio suelo que me hacia estremecer — El lubricante.

 

— Rápido.

 

Se levanta y lo veo correr desnudo hacia las escaleras, estoy con la respiración agitada sin detenerme a pensar que esto está mal, ni en las consecuencias, ni en mi madre, pues en segundos lo veo regresar haciendo mi boca saliva cuando veo el rojizo glande de su polla brillando con su placer.

 

Dejándose caer de rodillas frente a mi abrí mis piernas de inmediato invitándolo a hacerme lo que quiera, el gruñe viendo mi polla igual de roja como la suya, le de una sacudida haciendo que el aire se trabe en mis pulmones ¡Dios! Quiero tanto que me folle.

 

Dedos resbaladizos se deslizan en mi interior, también desea esto rápido, ya que no es un dedo ni dos son tres que se adentran y salen en rápidas acometidas, estoy con el poco aliento saliendo en rápidos jadeos mientras mis manos tiran y tiran de su cabello ¿no puede darse prisa?

 

Algo de lo que me he dado cuenta de la primera vez que me follo es que ha dejado la pervertida palabrería convirtiéndolas en intensas miradas que cuelan más hondo que sus palabras.

 

Manos se deslizan por mis piernas guiando a mis piernas a rodear su cadera, veo como agarrando su polla palpa mis glúteos para guiarse en mi interior.

 

— Rob — como un quejido sale su nombre de mis labios haciendo que su mirada fuese a mi.

 

— Respira hondo.

 

Suelto una risa.

 

— Creo que ya pasamos por eso.

 

Esta vez el ríe para asentir mientras yo me quedo otra jodida vez sin aliento cuando inclinando su pelvis me llena por completo.

 

— Disfruta bebé, disfrútame.

 

Quisiera decirle lo mismo pero tal como anoche o tal vez más, la cosa se hace abrumadora, el inclinándose contra mi besa mis labios a lo que cerrando mis ojos sigo sus movimientos hasta que dejando caer su rostro en mi pectoral derecho sus embistes son lentos pero profundos.

 

Y la cosa es que me encanta.

 

Con una mano acaricie su muslo más cercano, acariciando su piel mientras gemidos brotan de mi como de el.

 

— Bebé, me encantas.

 

Cierro mis ojos.

 

— Lo se, por eso follas mi culo.

 

— No, no lo entiendes — quitando su rostro de mi cuerpo dejando de acariciarme con su barba se pone en cuclillas sin cesar sus acometidas en mi contra — Bebé, tú me tienes hechizado.

 

Creo que sé a lo que quiere llegar.

 

— No creo...

 

— Y sé que sientes lo mismo, joder bebé, has disfrutado de esto tanto como yo ¿tu esperas que lo olvidé sólo porque te va? ¿sabes qué? A la mierda, me gustas.

 

— No lo di...

 

— Lo diré cuantas veces me de la gana, me gustas, me encantas.

 

— Eres mi padre.

 

— Lo se bebé, sé que soy tu padre, sé que tu saliste de mí y que tengo a tu madre como mi esposa, sé que esto está mal ¿pero qué daño hacemos?

 

— No lo se.

 

Parece sorprendido, suelto un suspiro agarrando su rostro entre mis manos.

 

— No me va lo de ser cursi, pero aquí voy: yo también estoy hechizado, yo también estoy sintiendo tantas malditas cosas por ti, no se lo que puede esto llegar a ser ¿pero no lo vez? Desde el principio esto ya estuvo escrito.

 

— ¿Qué cosa? ¿qué esto no saldría bien?

 

— Exacto.

 

Empieza a negar mientras deja besos en mis labios.

 

— No, me niego, tú eres a quien quiero, no a tu madre, y te quiero a ti para siempre.

 

Cierra sus labios contra los míos besándome con intensidad arrastrando su lengua en mi interior atormentándome con su sabor mientras sus embestidas se convierten en algo más que en dulce deseo, sino en un abrumante deseo por poseer, por poseerme.

 

Y lo dejo.

 

Porque muy a pesar de todo quiero ser suyo, sólo suyo.

 

— ¿¡Pero qué están haciendo!?

 

Un frío escalofrío recorre mi cuerpo mientras tanto como el cuerpo encima mío como el propio se quedan estáticos, sus ojos mirándome con absoluto horror y supongo que ve lo mismo en mí, sé lo que veré si desvío mi mirada.

 

A mí madre.

 

A su esposa.

 

El sale de mi levantándose y llevándome consigo enfrentamos la mirada de mi progenitora, la cual tiene lágrimas en los ojos mientras mira de su esposo a su hijo quienes no hace mucho estaban revolcándose en el suelo follando cual animales.

 

— Que alguien me explique ¿¡qué mierda estaban haciendo!?

 

Salté ante su tono de voz , pero la mano de mi padre entrelazada con la mía me envía un apretón.

 

— Tamara, deja de gritar sé qué estas sorprendida pero...

 

— ¿Sorprendida? ¿sorprendida, dices Robert? Acabo de ver a mi esposo con nuestro hijo fo-llan-do ¿y tú crees que estoy sorprendida?

 

— Ok, estas molesta y antes de que hagas algo déjame explicarte todo.

 

— Eso, quiero una explicación de todo esto.

 

Nos señala para mirar hacia otro lado.

 

— Debería llamar a la policía, están haciendo algo terrible que se debe pagar.

 

— Mamá...

 

— ¡No me llames mamá! ¡no cuando has estado haciendo esa mierda con tu propio padre!

 

Como desearía que él no fuese mi padre, pero ya había tenido mi etapa de pensar y preguntar si era adoptado...y ellos me habían mostrado pruebas de que era su hijos, al parecer, como me tuvieron tan jóvenes mis abuelos paternos no le creyeron a mi madre cuando dijo estar embarazada de mi padre, pero cuando yo nací habían mandado a hacer pruebas de sangre y habían salido positivas.

 

Era un Roda.

 

Cuando desearía no serlo.

 

— Tamara deja de gritarle a Oliver, vamos a vestirnos y luego hablaremos.

 

— Ya lo creo.


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