C A P Í T U L O 7

SO INNOCENT


CAPÍTULO SIETE


Walter

 

— ¿Suave?

— No tanto.

— Dios, eres tan hermosa.

Ella me da una dulce sonrisa mientras abriendo mi boca engullo y chupo su duro pezón haciendo a su pequeño cuerpo retorcerse.

Debajo mío.

Han pasado dos meses desde el día que Trudy vino a tratar de que la jodiera cual bruto, desde ese día no la veo y joder mentiría si no dijera lo agradecido que estoy por ello. Como también estoy agradecido de que mis malditas lesiones hayan curado por completo y les puedo asegurar que lo primero que hice no fue salir a pasear.

No.

Fue hacerle el amor como mi mujer se lo merece, traté, jodidamente traté de hacer la cosa suave para tenerla suplicando entre cada lento embiste...no pude, ella lo hacia tan difícil al retorcerse debajo mío deslizando sus tiesos pezones por mis pectorales, besándome apasionadamente y sus caderas levantándose ante cada empuje.

¡No pude!

Me la folle como un maldito sediento y ella fuera el único manantial a mi alcance, la jodi toda la noche teniéndolo toda jadeante y sudorosa, moviéndose en mi contra, tomándome en su interior como también dejando a mi placer regarse en su canal.

Aun seguía con la idea de embarazarla, lo deseaba como un loco e intentaba en cualquier segundo estar enterrado profundamente en su prieto calor.

Y si...seguía.

Porque la cosa se hizo realidad, un mes antes la había visto marearse sin motivo alguno, había dejado de comer y vomitaba ante cualquier aroma; todo estaba claro tanto para ella como para mi...aun así, quisimos las pruebas en nuestras manos.

No hicimos la mierda de pruebas caseras, fuimos directo a un médico quien luego de un ¿eco? ¿era un eco o un ultrasonido? No lo recuerdo, pero gracias a ello tuvimos nuestra respuesta.

Mi Cera, mi angel, estaba embarazada.

No pudimos escuchar su corazón ya que aún era un diminuto borrón en la imagen, y aunque me costó tanto como a ella el doctor nos indicó donde estaba.

La imagen está en mi billetera, guardado como el mayor tesoro que tendré en toda mi vida.

Y lo es.

— Walter.

Su quejido refunfuñado me hace reír mientras chupo más de su dulce pezón en mi boca continúe con el otro deleitado con este delicioso pecado, sus caderas se impulsan contra mi pelvis haciendo chocar mi polla ya dura contra sus hinchados pliegues.

— ¡Walter!

— Lo se, mi ángel — susurrando voy a su cuello besando su cremosa piel satisfecho con sus estremecimientos y sus manos en mi cuerpo.

Me desea.

Ahora.

— ¡Follame ya!

Un gemido deja mi garganta.

— Amo tus jodidas hormonas — acunando con una mano su culo la levanté un poco deslizando mi polla contra sus pliegues, meciéndome y cubriéndome con su dulce placer — ¿Estás lista para mi, mi angel? ¿estas lista para tenerme en tu interior?

— Si, si, si, si.

Cubriendo su boca con la mía en el momento exacto que mi polla entra en ella bebiendo de sus gemidos mientras nuestros estómagos chocan, sus pechos vibran entre mis embestidas como sus uñas clavadas en mi espalda sólo me incitan a más.

Mi preciosa mujer.

Tal como todas las mañanas su cuerpo enloquece, tirando de mi cuerpo contra el suyo tratando de tenerme cerca...pero no la dejo, bien sabe que si me dejó caer contra su delicioso cuerpo la estaré apachurrando en segundos, por eso, sujetando sus manos sobre su cabeza.

Algo que hace una cosita preciosa con sus pechos, juro que es el movimiento que más me gusta en toda mi vida, mierda.

Sus piernas rodean con mayor ahínco mi cadera pegando nuestras pelvis la cual acunándome me tiene todo dentro suyo, su piel brilla por el sudor como su cuerpo inquieto se mueve de lado a lado mientras sus dedos aprietan los míos tratando de deshacerse de un poco de la tensión acumulada.

Muerdo su mejilla.

— No...no ha-hagas.

¿Hablar?

¿Acaso creen que dejaré a mi mujer hablar durante este momento? No sean idiotas, por favor, le cubro la boca con la mía mientras vuelvo con los embistes, deslizándome en su piel sudorosa contra la mía igual...y sé, que cuando empieza a agitarse su respiración y sus piernas aumentan su agarre, que su orgasmo está cerca.

Ella se viene primero y mientras está en ese estado post-orgásmico es cuando me dejo ir, regando mi placer en su interior, me quedo quieto transpirando para salir de encima suyo recostándome a su costado llevando su cuerpo a un costado del mío.

Su respiración se regula y veo como pasa su lengua sobre sus labios para con una de sus manos acariciar mi pecho.

— ¿Crees qué ya...

— Estoy seguro — veo el reloj a mi costado asegurándome de la hora — Ya han pasado más de dos horas.

Suelta un suspiro.

— ¿Vendrá?

— Lo hará.

— ¿No te preocupa?

Volteo a mirarla confundido.

— ¿Qué cosa?

— Que nos encuentre así, enredados en la cama — hace una mueca — Es mi padre, muy a pesar de ser un capullo, no creo que le agrade ver a su hija con su abuelo...así.

Poniéndome de costado acaricio su cintura para deslizándola a un costado abarcar con toda mi mano su abdomen, ella retiene el aliento.

— En algún momento va a saberlo, y es mejor tenerlo en mis manos para que no divulgue lo nuestro.

— ¿Por eso le quitaste todo?

— Lo quiere todo sin hacer nada, no se merece el fideicomiso que su madre le dejó, y muy a pesar de que era una gran suma vi los números y eran rojos.

Sus ojos se abrieron.

— ¿Cuánto había?

— Al principio unos millones, pero sabes como es de avaricioso, y su mujer lo es más, aparte...no es sólo el y ella, también son tus hermanos...

— Aún no los comprendo ¿acaso no ven que el trabajo duro es el único medio para obtener dinero?

— Ellos no entienden eso, mi angel, les gusta el dinero fácil.

— No hay nada gratis, y ahora ellos lo están entendiendo...o eso espero.

Acariciando su piel voy ascendiendo por su cuerpo para acariciar las aureolas que rodean sus pezones, ella se inclina dejando un beso en mis labios.

En eso mi teléfono vibra y se, con seguridad, que el ya está aquí...les deje bien claro a la nueva ama de llaves que lo dejase entrar y que asegure de que viniera directo a nosotros.

— Está aquí ¿quieres vestirte o...

Antes de terminar se levanta recogiendo del piso mi camiseta, habíamos venido de apenas despertarnos tomar el desayuno fueron segundos cuando mi mujer hormonal empezó a frotarse en mi contra.

No necesite palabras y me dedique en satisfacer sus deseos.

— Esto será interesante ¿tendré que hablar?

— Sólo si tu quieres — agarrándola de la cintura hice que se colocara a horcadas mío, deslizando mis manos por el frente de la camiseta me asegure de que sus pezones no se hicieran notar, puede ser su padre, puede ser mi hijo.

Pero ella es ahora mi mujer, mi mujer embarazada con las hormonas revueltas.

No tiene control sobre sus pezones.

Y es algo que me fascina.

— ¿¡Cómo pudiste quitármelo!? ¡madre me lo dejo! ¡es mi dinero! ¡tu no tienes ningún maldito derecho en quitármelo cuando te de la puta ga...

Su voz se detuvo de sopetón, sabía que veía, a su padre con una chica...no cualquier chica sino a su hija en mi regazo, quien, está visiblemente desnuda al igual que yo.

— ¿Pero qué...qué carajos es esto?

Cera está tensa en mis brazos mientras yo quitándola de mi regazo me levanto de la cama cubriendo mi polla colocándome mi pantalón de dormir, el me mira estupefacto como también a su hija supongo que horrorizado ante lo que ve.

Joder.

— ¿No vas a saludar?

Parpadea reiteradas veces.

— ¿Saludar? ¿estas tomándome el pelo? ¿estas follándote a mi hija?

Me cruzo de brazos viendo de reojo como mi ángel sale de la cama colocándose detrás mío, dejando caer sus tibias manos contra mi espalda descansa su frente también allí.

— ¿Por eso querías venir a verlo, verdad pequeña zorra? ¿cuánto dinero te da por dejarte follar?

Cólera cruza por mis venas como también el cabreo ante lo que su boca escupe contra ella.

— ¿Te estas escuchando maldito idiota? ¿escuchas siquiera lo que sale de tu boca antes de hablar? — intenta hablar pero no lo dejo — Claro que no lo haces si toda esa mierda que acabas de decir es cierta ¡la próxima vez que hables así de ella me abstendré de hablarte y sacaré tu mierda fuera de mi casa!

Aprieta sus labios pero asiente.

— Ahora, voy a darte algunas opciones y espero que uses el maldito cerebro que se tienes ¿me estas entendiendo?

Vuelve a asentir.

— Primero...

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