SO MINE
CAPÍTULO TRES
— ¿Qué tal sabe?
— Bueno.
Rodé mis ojos ante la banal como escasa respuesta de parte de mi padre hacia el curry que mi madre lleva intentando hacer desde hace más de tres años.
Nunca sabe bien.
Ella lo sabe.
Mi hermana lo sabe.
Papá lo sabe.
Yo estoy más que segura.
Pero ella no se rinde y cada vez que la inspiración la golpea, que es cada vez que ve un capítulo de Master Chef, reúne los ingredientes y la cocina como parte de la casa se inunda de aquel aroma.
Sería bueno si el aroma fuese exquisito que hiciera gruñir mi hambriento estómago ¿la verdad? Prefiero comer pizza fría que aquello.
— ¿Pero le falta algo? ¿más sal? ¿más curry? ¿Lo suficiente picante?
— Está bien.
Mamá no parecía muy convencida por lo tanto dándose la vuelta revolvió el curry seguramente repasando la lista en su cabeza por milésima vez, para ese momento me había deslizado a la cocina y con una mano acariciar el brazo de mi padre que parecía frustrado.
El, por supuesto, mi miró sorprendido para dar un paso más adelante alejándose de mi mandándome una mirada de que me comporte.
Me llevaba evitando por más de dos días y eso me tenía muy molesta, como muy necesitada y muy atrevida ¡vaya! No conocía ese lado de mi personalidad.
Pero me gusta.
— Mejor voy por ese libro de recetas que Leana me prestó — ambos la miramos asintiendo ante sus palabras para verla desaparecer por el pasillo.
El la seguía mirando sin prestarme atención a lo que por supuesto aproveche acercándome todo lo posible...y cuando volvió su rostro hacia mí deje a mis manos agarrarse a su escaso cabello mientras mi boca se presionaba contra la suya.
Y el no se separó...se sorprendió pero sus labios me daban justo lo que deseaba desde la última vez que nos besamos, pasión contenida, ansiosas lamidas contra mi lengua mientras sus manos no me tocaban pero su boca me devoraba hambriento.
Por supuesto...
Eso duró durante tres segundo donde su mente hizo click dándose cuenta que a quien besaba tan apasionado era a mi, se separó soltando un pesado suspiro para cerrar sus ojos.
— No hagas eso.
Acaricie su pecho pero el me detuvo agarrando mi mano abriendo sus ojos y verme con el ceño fruncido, le sonreí.
— ¿A que estas jugando Nahir?
Me encogí de hombros.
— Solo quiero besarte — susurre lo más inocente algo que hizo a su ceño profundizarse.
— Soy tu padre no puedes besarme, y mucho menos de aquella manera — me acusó sin soltar mi mano.
— No te obligué.
— Pues...— apretó sus labios frustrado por no poder darme una respuesta mordaz, mi sonrisa solo creció — Solo detente, no está bien.
Con mi otra mano agarré su camiseta tirando de él hacia mí pegando nuestros pecho, tuve su tentadora boca tan cerca y abriéndose incrédula.
— No quiero.
Eso solo lo cabreó.
— Mira Nahir tu...
— ¡Le falta cúrcuma!
Mamá llegó exclamando cosa que nos sobresaltó a lo que rápidamente nos separamos, el me dio su última mirada amenazante antes de voltear y mirarla confundido.
— Nunca se lo puse, quizás por eso no sepa tan...bueno, ustedes ya saben.
— ¿Tienes eso?
— No lo creo — murmura mientras revisa sus especias para negar desanimada — No, no tengo nada ¿podrías ir a comprar un poco? No puedo dejar la olla ya que se quemaría.
El asiente para salir de la cocina, lo escucho agarrar sus llaves y salir de casa...salgo de la cocina ya que mamá esta mas concentrada en su curry y en el libro para darse cuenta de mi huida para también salir de la casa y correr hacia el quien va muy concentrado en el suelo con las manos en su bolsillo.
Me agarro de su brazo.
— ¿Pará qué vienes? — me pregunta en todo cansado.
Pero no hace que suelte su brazo.
— ¿Acaso no puede una hija acompañar a la tienda a su papá?
— Tu quieres otra cosa de mí — el continúa con nuestro camino.
— ¿Quieres que te sea sincera?
— Por favor.
Con mi mano rodeando su brazo lo fui acariciando tratando de buscar una forma de sincerarme.
— Te deseo — abruptamente se detiene para mirarme estupefacto, solté un bufido — No creas que siempre lo he echo, pero desde ese beso algo...algo cambió.
— Soy tu padre.
— Oh créeme, eso no ha salido de mi cabeza — rasque mi nuca incomoda ante algunas miradas curiosas de nuestros vecinos — Sigamos caminando.
Sus ojos recorren la acera para continuar nuestro recorrido, pero el está tenso tras mis palabras.
Cuando llegamos a la tienda que más frecuentamos y la vemos cerrada ambos soltamos una maldición, por que esto solo significa una cosa...debemos ir a la tienda de Agustina y esa señora tiene un odio extenso por todos...todos, es irracional pero no nos queda otra.
Mientras caminamos lo hacemos en silencio aún yo sin saber que decir le sigo el juego para llegar donde Agustina parece estar peleando con un señor.
Que novedad.
— ¡Esto es una barbarie Agustina! ¡El precio es menos de lo que tú dices!
— ¡¿Me estas llamando mentirosa?!
— ¡He comprado toda mi vida estos sacos de arroz para saber su precio! ¡Deja de mentir!
— ¡Lárgate de mi tienda O'Dimer! ¡No quiero pestes como tú aquí nunca mas!
— ¿Pestes? ¡Tú eres la única...
— Señora Agustina, señor Jhon por favor dejen de pelear — mi padre se adelanta tratando de calmar la situación, yo solo golpeo mi frente ¿cómo pudo meterse?
— Tu no te metas Badier, este no es tu problema — lo señala con un huesudo dedo para volver al señor O'Dimer mirándolo con repugnancia — ¿No te dije que te largues?
— ¡Quiero ese costal pero al precio verdadero!
— Ese costal cuesta ocho dólares ¿a cuento te lo está vendiendo? — preguntó papá acercándose más.
— ¡A quince! ¡Esta arpía me quiere robar! — el señor O'Dimer esta rojo mientras grita y señala a la señora Agustina que parece más cabreada ante cada segundo pero está vez mi padre también es parte de ello.
— ¡Me tienen harta!
Creo que debería sorprenderme cuando la escuálida y de edad avanzada señora Agustina se acerca a mi padre y con su pierna le da un golpe más que certero en la polla y repite lo mismo con el señor O'Dimer, pero no me sorprendo ya que no es ni la primera ni la última vez que lo hará.
Mi padre se queja en el suelo rojo y adolorido mientras yo paso entre ambos y compro la cúrcuma que mamá quiere, ella solo me mira pensativa como esperando que la golpee por haber golpeado a mi progenitor.
Pero no lo haré.
En cambio...
Camino hacia mi padre y pateó su pierna logrando tener su atención, muy a pesar de lo rojo que está y el dolor agudo en esa zona...vaya hombre, debería haberlo visto venir.
— Levanta, la tienda está cerca allí te pondrás un poco de hielo.
El me mira con horror pero se rinde muy a pesar de que caminar no está en el top uno de su lista por estos momentos, lo ayudo todo lo que puedo mientras el suelta quejidos y maldiciones, su mano tiembla tratando de evitar cubrir su ahora adolorida polla pero falla más de una vez.
Supongo que lo hace por la multitud de gente que nos encontramos en nuestro camino.
Y tiene suerte de que sea una de las personas que tiene una llave de la tienda donde trabajo, pues ya que es domingo obviamente la mayoría de las tiendas están cerradas.
Al entrar lo llevé directamente hacia el área de empleados donde lo siento en un colchón de cuero café.
— Iré por ese hielo.
El solo asiente.
Corro hacia el refrigerador que guarda la mayoría de fundas de hielo pero al abrirla sólo puedo maldecir, esta vacía por lo tanto recuerdo que debía pedir una tanda nueva que pueda reabastecernos...cierro y vuelvo al interior agarrando una funda de papas precocinadas de un frigorífico.
Esto servirá.
Vuelvo donde el está y al ver la funda de papas me mira confundido.
— Se acabó el hielo.
Suelta un quejido mientras toma la funda y la coloca en su magullada polla soltando un gélido lleno de satisfacción...no puedo evitar sonrojarme muy a pesar de que virgen ya no soy pero estoy algo como muy loquita por el y no puedo evitar removerme ante el placer.
Observe mi alrededor cuando una idea nace, luego lo observé a él quien no me pone ni una pizca de atención.
Perfecto.
Me aseguro de que no me mire ni escuche mientras deslizo mi short como panti fuera de mi cuerpo quedando desnuda de mi estómago a mis pies...luego me dirijo hacia el sujetando sus manos tirando de estas hacia atrás logrando que la funda caiga al suelo y sus ojos sobresaltado me miren.
Atraigo su boca a la mía con la única intensión de distraerlo y aunque atónito tras mis besos como mordiscos no me detiene cuando tiro de su cierre sacando su dura polla de su confinamiento.
Aún no tiene una erección y supongo que se debe a lo reciente, pero eso no me detiene a acariciarlo y es cuando se separa de mi sin sacarme de su regazo pero haciendo que suelte su miembro.
— ¿Qué demonios haces? — gruñe entredientes — ¿Qué parte de soy tu padre no entendiste?
Ruedo mis ojos.
— Bueno, creo que me perdí en tus labios y los míos ¿seguimos besándonos? — me incline intentando besarlo pero el niega.
— No, joder contigo Nahir solo...solo deten...¡mierda!
Sonreí victoriosa.
Verán el que haya prestado atención a sus enojadas palabras logró distraerlo y que mi mano libre lo alinee dejando que con solo dejarme caer enterrarlo en lo más profundo de mi vagina.
Solté un suspiro temblorosa como sumamente excitada cuando su grosor fue en aumento logrando que mi no muy usada vagina llore de placer.
— ¡No!
Agarre su rostro pegando nuestras frentes mientras empecé un suave deslizamiento en su contra, subiendo lentamente para dejarme caer de golpe...mordió sus labios mientras negaba.
— Maldición, maldición.
Colocó sus manos en mi cadera y pensé que iba a detenerme pero no saben cuán equivocada estaba pues sí que me levantó pero también me dejó caer mientras sus caderas se elevaban estrellándose contra mi húmedo centro empezando así una multitud de certeros golpes que hicieron a mi aliento errar.
Rebotaba ansiosamente en su regazo mientras su polla se hundía en mi, penetrando con insistencia como la de un toro desenfrenado y furiosamente nublado por el placer de follar.
Dejó caer su boca besándome con insistencia mordisqueando mis labios robando gemidos y súplicas que nunca pensé escucharme decir pero por el haría de todo, más cuando no saben lo bueno que se siente.
— No puedo detenerme ¡no puedo!
— No...atrevas.
Soltó una risa sin aliento dejándome ver como su frente brillaba con una ligera capa de sudor, todo mi cuerpo debe estar igual...mis rodilla empiezan a doler pero no me detendré no se lo pediré.
— No lo haré ¡maldición! Voy a correrme.
— Má-ás.
— ¿Mi niña quiere mas? — me besa a lo que respondo ansiosa chupando su lengua en mi boca — Has sido muy traviesa, besándome y ahora follando a tu padre ¿crees que te mereces un orgasmo?
Me encogí de hombros pero chille cuando agarro mi trasero en su manos haciéndome rebotar con mayor ahínco, deje mi cabeza caer hacia atrás mientras lo acompañaba en sus insistentes movimientos.
— Me seduces con tus besos y ahora me seduces con la vista de ti toda húmeda y dispuesta...ver mi polla entrar y salir de tu coño debería asquearme...
— ¿Lo...hace?
¿¡Cómo puede hablar tan bien cuando a mí me falta el aliento con creces!?
— No, esto solo...joder que rico...
Me acerca enterrando su rostro en mi cuello donde empieza a besar mi cuello, yo solo gimo como nunca rodeando su cabeza con mis brazos mientras reboto ansiosa por tener su placer en mi interior ¡no puedo esperar!
Mucho menos cuando gime tan pecaminoso.
Entonces una de sus manos se inmiscuye entre nuestros cuerpos y estoy sin aliento y corriéndome ruidosamente mientras sus dedos se presionan contra mí clítoris...entre mi neblina de estasis puedo sentirlo tenso bajo mis palmas y como su cuerpo tiembla y un líquido cubre mi ya de por sí húmedo interior.
Después solo somos jadeos y gemidos...porque si, lo volvemos a hacer y otra vez hasta que sabemos que es demasiado tarde y no queda de otra mas que volver a casa.
Y es lo peor que pudimos hacer.
Pues sus dulces caricias terminaron, sus ojos insistentes ya no me buscaban y sus labios sólo una mueca hacían cada vez que intentaba llamar su atención.
¿Vuelve a evitarme?
Pues yo vuelvo a mi tarea de perseguirlo.
Así de
fácil.
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