E P Í L O G O

  SO PASSIVE

EPÍLOGO

 

Cuatro años después

 

— ¿Cuál?

— La que tiene los sapitos.

— ¿Blanca con sapos naranja?

Asintiendo Della vistió a su pequeña con el mono celeste de oso que su hijo, que Marcus le había comprado por linea. Colocándola en el suelo la vio correr entusiasmada hacia su padre enrollándose en su pierna.

— Venga, vamos donde Stevan princesa.

Arrastrando la pierna donde su hija seguía abrazada le tendió el mono blanco con sus sapitos naranja a su madre para después agarrar a su princesa, su Stella, en sus brazos besando sus bellas mejillas que se colorearon de un dulce sonrojo para luego morderlas con delicadeza, nunca lastimaría a su pequeña.

— ¡Papi! ¡mordidas no!

— Pero a papi le gusta mordisquear princesas ¿sabías que tienes un sabor como a chocolate?

— ¡No lo tengo!

— Oh, claro que si.

— ¡No! ¡Mami, papi está mintiendo ota ves!

Sonriendo ante la dulce voz de su hija giró con su hijo entre sus brazos quien rodeo su cuello con sus cortos brazos en un duro agarre.

Habían pasado ya cuatro años desde el funeral de su ex-esposo, de su Franco, nunca olvidará el dolor que su corazón vivió ese día cuando vio el cuerpo de su primer amor siendo sepultado.

Luego de ello las cosas en su vida cambiaron, pues su primer bebé quiera era su Stella nació en Enero y Stevan nació nueve meses después del mismo año, uno pensaría que después de dar a luz y haber engordado kilos y kilos su hijo ya no la vería con ojos lujuriosos, pero luego del mes obligatorio de reposo al segundo que supo que ya estaba mejor habían echo el amor una noche mientras su hija dormía en la otra habitación.

Cuando Stevan nació ambos llegaron a un mutuo acuerdo, no más hijos y por lo tanto Della de inmediato se había ligado...y cuando sus hijos llegaron a la edad de dos años decidieron contraer nupcias, una boda íntima sin ningún testigo más que sus dos hijos el cura y la señora que procesaba las bodas.

La recepción consto de la sala de su casa, con sus hijos comiendo puré de papas y ellos un pequeño pastel de bodas que habían comprado en una tiendita, para ellos había sido perfecto.

Della observo la mano de su ahora esposo viendo con afecto la argolla dorada rodeando su dedo, removió sus propios dedos sintiendo ambos anillos...tanto el de compromiso como el de casada chocando uno contra el otro.

Con Franco nunca había tenido sortija, y nunca la había pedido pues sabía que eran muy costosas, en cambio Marcus la había sorprendido con el anillo y su brillante diamante, era hermoso...y aunque avergonzada cuando lo vio sacar las sortijas doradas el le dijo que no iba a escatimar en gastos cuando era algo tan importante.

— Hora de ir a la cama — comunicó mientras giraba yendo hacia las pequeñas camas de ambos.

— ¡No!

Marcus, riendo divertido ante los quejidos de sus hijos fue acatando las órdenes de su madre llevando a su pequeña hacia la cama cubierta con una colcha de unicornios y el mejor amigo...el señor Flupus, quien era un oso disfrazado de pirata.

Gustos de su hija, y el no iba a ir en contra de ellos, tenía un perfecto trabajo que aumentaba cada día los números en su cuenta bancaria, así, que podría consentir todo lo que quiera a sus hijos...mimándolos ante cada uno de sus deseos.

Después de un cuento y más besos repartidos por ambos a cada uno de sus hijos, la luz fue apagada para que de inmediato las estrellas en el techo brillaban con fulgor. Adoraba esas estrellas y sabía que sus hijos también.

De reojo pudo ver a su madre, su esposa, caminar hacia el cuarto que ahora les pertenecía a ambos sacudiendo sus caderas en un vaivén que tuvo a su mente corriendo en fogosas ideas de que hacerle a ese culo. Cerrando la puerta dejando una mínima abertura fue detrás de ella viendo como se detenía frente a la cama apoyando una mano sobre el colchón dobló su pierna izquierda quitando el zapato que cubría este.

Habían estado fuera todo el día, disfrutando del sol en un camping familiar, uno que lleno de risas de sus hijos como de su madre y suyas se convirtió en algo que quería repetir cada día.

Pero aunque el día fue una de las veinte mejores cosas que le pudo haber pasado en la vida, sabía que la noche era para recalcar su posesión, su poder sobre su dulce...oh dulce madre.

Había hecho cambios en la cabaña, haciéndola más grande, más amplia, con una estructura más fuerte, revistiendo las paredes aislando los sonidos, es decir, si está noche se le antojaba hacer gritar en éxtasis a su madre....nadie iba a escucharla.

Ni siquiera sus hijos que estaban al fondo del pasillo.

Viendo el otro zapato cayendo al suelo entro en acción deshaciéndose de sus zapatos, del pantalón y su camiseta, titubeo al momento de quitar su ropa interior pero de todos modos lo hizo al oírla gemir de gusto cuando removió sus pies en el frío suelo, habían corrido y jugado por lo tanto sabía lo adolorida que estaba.

Aún así acercándose al menudo cuerpo acaricio con las yemas de sus dedos la más que pequeña ranura que dejaba ver la suave piel, viendo a su cuerpo tensarse pero aún así no deteniéndose continuó con el escrutinio fijando sus dedos en los bordes de su short deslizándolo por sus largas piernas como su ropa interior.

Una palmada en su culo la hizo saltar y chillar sorprendida dicho acto agitó su respiración haciendo a su cuerpo delirar anhelando por el lascivo toque de su hijo, su esposo.

— Marcus...

Deslizando un dedo entre las mejillas de su culo rozo su rosada entrada trasera, una la cual ya había sido disfrutada por más veces de la que sabía ella quería aceptar, porque aunque renuente ante tal pecado había accedido cuando el le dijo para intentarlo, el placer era intenso, continuando con su recorrido acaricio los labios que cubrían su vulva, deslizando un dedo en su interior soltando un gemido estrangulado ante la húmeda calidez que lo rodeó...pellizcó su clítoris haciendo que enviase su trasero contra el restregándose contra su ya erecta polla.

Quitando sus manos de ella agarró los bordes de su camiseta quitándosela para luego desabrochar los broches de su brasier, se arrimó a ella deslizando sus manos por su cadera continuando en ascenso hacia sus firmes pechos, los cuales vio crecer ante cada embarazo.

— Joder mamá, el embarazo hizo cambios más que deliciosos en tu cuerpo — gruñendo entre dientes amasó sus firmes pechos amando la forma en que encajaban en sus manos.

Sin aliento no pudo más que soltar un necesitado gemido entre la súplica y el agonizante deseo, había hace años aceptado que era incapaz de cerrarse al placer que sus caricias le daban, por lo tanto, en vez de negarse a ello iba dispuesta a disfrutarlo. Las noches y los momentos a solas sólo fueron mejorando ante ello.

Incitándola a subirse a la cama la siguió colocando su espalda contra el respaldar, extendiendo sus piernas guiándola sobre él, saboreando la dulzura de sus labios en su boca, besandola y recibiendo el mismo tratamiento de su parte, ella amaba besar y era algo que al parecer no tenía pena por tomar en cualquier momento.

— Móntame.

Incluso antes de decirlo ella ya estaba de camino a dicha posición, sujetándose de sus hombros se colocó a cada lado de sus caderas sus piernas para con su boca pedirle que le hiciera el amor. Él, agarrando su polla se acaricio por unos segundos para luego colocar la punta en su abertura adentrándose poco a poco en su codicioso interior.

Gimiendo contra la boca del otro Della empezó a moverse, sacudiendo sus caderas, impulsándose lejos de dicho miembro para al descender acogerlo en su interior, gemidos más que sonoros estrellaron contra las paredes encerrándolos en aquella lujuriosa sinfonía, ajustando su agarre en dicha diminuta cintura las deslizó para agarrar su trasero impulsándola en un vaivén más rápido.

— ¡¡Oh si!! ¡¡oh si!!

Dejando caer su espalda contra el colchón se vio tapada por el más que fornido cuerpo de su hijo quien cayendo entre sus piernas no salió de su interior para al segundo de acomodarse pistonear contra su vulva, enviándola a un estado de dichoso placer.

— ¡¡Oh mamá!! ¡¡oh madre!! ¡¡tu coño es tan delicioso!!

Rasguños figuraron en su espalda cuando las uñas de su madre se deslizaron por ello cuando una mano de su hijo decidió empezar a jugar con su más que hinchado clítoris, espasmos la cubrieron pero aún no estaba dispuesta a correrse.

— ¿No amas tener a tú bebé en tu codicioso coño, mami?

Cerrando sus ojos rodeo con mayor fuerza la cintura de su hijo abriéndose aún más dejando que su pelvis chocara contra la suya y que el sudor cubriéndolos a ambos sólo hiciera más suave el rose de sus cuerpos.

— Porque a tu bebé le encanta, le fascina follar tu coño ¿pero, sabes qué amo más?

Negando se miraron a los ojos jadeando sobre la boca del otro, sacudiendo la cama ante los embistes que no cesaban.

— Amo, llenarte con mi semen, verte luego de que me hubiera corrido en tú interior chorreando mi placer entre tus cremosos muslos — mordiendo su cuello cerró sus ojos sintiendo el placer cubrir sus cuerpo mientras el primer chorro de su esencia la cubría — Toma todo de mí polla, mamá.

Inhalando su espalda se arqueo mientras cerrando sus ojos se rendía al placer de ser llenada y tener su orgasmo, su agitada respiración no hizo más que rivalizar contra la de su hijo con su cuerpo aún cerniéndose encima suyo.

Saliendo de su interior cayo a un costado del más que satisfecho cuerpo de su madre con una sonrisa tirando de sus labios la agarró de su cintura trayéndola a su lado, dejando que posicionara su más que desnudo cuerpo sobre el suyo.

Sabía que debía levantarse y darse una ducha, ambos, pero no podía moverse de la cama...aún no.

— ¿Hijo?

— Dime, mamá.

Acariciando con sus dedos el pecho del fornido cuerpo debajo suyo decidió cubrir con su pierna uno de sus muslos, unos amplios muslos.

— Amo a nuestros hijos.

— Lo se, yo también los amo.

— Amo estos años juntos.

— Como yo, pero ¿a qué quieres llegar?

— Amo esto que tenemos juntos.

Sonriendo satisfecho giró encarando a su madre colocándose de una manera que quedasen frente a frente.

— ¿Esto? Prefiero que lo llames con lo que es mamá, matrimonio.

— El habernos casado fue algo bueno, pero me refería a estos años juntos, no los cambiaría por nada.

— Ni yo mamá, ni yo.

 

F I N

No hay comentarios:

Publicar un comentario