SO MINE
E P Í L O G O
— ¿Cómo...pero, qué carajos?
Hubo momentos cuando me resigné a perderlo todo, a dejar que la marea lleve y tire de lo que quiera en lo que es mío equivale...dolía, muchas veces no me importó...pero ya había perdido mas de lo que quería y podía.
Me negaba.
Totalmente.
— ¡Me va a rematar!
— ¡Estoy yendo!
— ¡Pues apúrate ya no quiero perder puntos!
Frustrado con este maldito juego me deje caer contra mi sillón favorito, pensé que Fortnite me había preparado para estar más que calificado en lo que se refería guerras...pensé que Freefire no sería más que una pasada.
Vaya pasada.
— ¡Revíveme! — volví a gritar cuando al fin uno de los que estaba en mi escuadra derribó a quien me mató.
¿Quién carajos se hace llamar ElMataCuernos208?
¿Qué problema veían en poner sus propios nombres?
Cuando al fin me revivieron corrí hacia una casa para así poder curarme ¿saben que había allí? Una mina y ésta terminó de matarme, patalee contra mi mesa tirando mi celular al otro lado del sillón.
Se que estoy exagerando pero no quiero perder puntos.
— ¿Señor Badel?
Respire hondo para girar un poco mi cabeza para así mirar hacia la señora Mara quien me ayudaba, al ver que llevaba un bolso en su brazo entendí que ya se marchaba a su casa.
— Supongo que he estado aquí todo el día.
— Eso es correcto, pero ésta es su manera de desestresarse por lo tanto no se preocupe...además, los bebés están en buenas manos.
Asentí para agarrar mi teléfono y salir del juego, levantándome estiré mi cuerpo y troné mi cuello, era mi momento de darles las buenas noches ya que estoy seguro de que ella ya se las dio.
— ¿Mañana a la misma hora? — le pregunté yendo junto a ella quien con su arrugada mano palpa mi hombro para girar.
— Hasta mañana señor Badel.
— Edier, ya te he dicho que no debes...
— Y yo le he dicho que en todos mis años me han enseñado a respetar a quien me contrata, usted no puede contra ochenta años.
Sonreí divertido y encantado por su energía y esa modesta pero sencilla manera suya de ponerme en mi lugar, yo tampoco soy un chiquillo pero creo que el tener hijos me ha rejuvenecido devolviéndome a esos años de amorosa tortura.
Me despedí de ella para dirigirme a las escaleras al cuarto designado para mis bebes, al llegar la puerta está entreabierta...una tenue luz pasa a través de ésta.
Negué.
— ¿Aún no están dormidos?
— Tienen hambre — susurra acunándolos contra su pecho mientras ambas bocas succionan de sus pechos.
Algo que personalmente me gusta hacer de vez en cuando.
— Deberíamos empezar a darles papilla — me acerqué dispuesto a agarrar a uno de nuestros bebés cuando vi que había terminado.
Su tierna cabecita se recostó contra mi pecho pero lo levanté un poco más para quitarle sus gases.
Habíamos sido bendecidos con dos bebés, mellizos...mi hombrecito Cael quien sigue en brazos de su madre y mi niña...mi Jaén quien hace unos meses cumplieron dos años.
Cuan grandes están desde aquel día.
Aquel día.
Miré hacia mi mujer recordando ese día como uno de los más dolorosos en mi existencia, uno en el cual estaba impotente y en cual anhelaba más que buenas noticias, pero lo más importante es que estuve a poco de perderla.
Luego de que me sacaron a rastras del quirófano sin saber muy bien el porqué estuve deambulando frente a aquella puerta por horas viendo gente entrar y salir sin dirigirme una mirada o unas palabras, viendo como esa luz roja se mantenía encendida mientras hacían algo en Nahir.
Después de medía hora una enfermera se acercó a mí diciéndome que podía ir a ver a mi hijos, una emoción y orgullo corrieron por mi pecho ante la simple vista pero estuve preocupado cuando las enfermeras allí miraban a los bebés como esperando algo, les había preguntado pero solo negaron mis creencias.
No fue sino hasta después de unas buenas tres horas cuando había sido sorprendido con la llegada de Xequi y mi...Llana quién aún aprehensivas me contaron que se habían enterado de que Nahir había entrado en labor y decidieron venir muy a pesar de sus disgustos con ambos, el doctor quien creo era el que estaba a mando había salido del quirófano tirando de su bata para acercarse a mi.
— Señor Badel...
— Solo dígame si está bien — exigí ya cansado de todo.
— Al momento que extrajimos a los productos notamos el abundante flujo de sangre cubriendo la zona, tratamos de detenerlo pero antes debíamos averiguar el motivo...que al parecer se debió a un desgarre en el cuello uterino, por los cuadros clínicos anteriormente presentados en la señorita estaba ya dicho que esto podría llegar a pasar.
— ¿Por qué hubo este desgarre? No estoy entendiendo, sé que su estado no era el mejor pero...ella estaba bien.
— Se encontraba débil, con las defenzas bajas algo que ya es muy crítico para una mujer embarazada primeriza, pero el problema más se debió a que no era sólo un feto eran dos su cuerpo estaba al límite tratando de producir alimento como proteínas para dos entes y para ella misma, y aunque no vaya a creerme el que haya tenido un parto en estas etapas es lo mejor que pudo pasarle.
¿Lo mejor?
— Comprendo el que no me entienda, pero lamentablemente la señorita no habría llegado hasta el noveno mes.
Me eche hacia atrás.
¿El estaba diciendo...
— ¿Ella podría...
Asintió.
Tiré de mi cabello horrorizado ante todo ello, pero recordé que ella aún estaba allí dentro sin yo saber si estaba bien.
— ¿Está ella...mejor?
— Logramos estabilizarla y en unos minutos será llevada a una habitación privada — miró hacia un costado donde una camilla era empujada por varios enfermeros — Pero las parteras me informaron de algo preocupante en sus hijos.
¡Lo sabía!
— ¿Qué tienen?
Por favor que no sea algo malo, o por lo menos algo que no sea de vida o muerte...no podría soportar el apenas haber tenido sus cuerpos en mis brazos para repentinamente perderlos.
— Como sabe cada bebé al nacer es pesado, a continuación le hicieron algunas pruebas hepáticas, nada preocupante pero aunque intentaron calmarlos arrullándolos y hablando nada daba resultado — se movió de su lugar cuando abrieron las puertas a su espalda entrando la camilla — Estoy al tanto de las circunstancias personales entre usted y la señorita, lamentablemente sus bebés sufren de sordera...pero por suerte es mínima por lo tanto usted podrá...
No recuerdo haber escuchado nada mas de ello pues quienes habían entrado ahora salían con Nahir recostada con la tez pálida, labios partidos y un ceño fruncido, sus ojos ya no estaban abiertos y su bata estaba manchada de sangre.
Me acerque, algo que sorpresivamente me permitieron, acaricie su rostro sintiéndolo algo frío al tacto, me incline besando su frente y solo le susurre:
— Te amo.
Luego de ello todo fue tan lento, debía llenar papeles, pagar cuentas, ver a mis hijos, asegurarme de tener todo listo para ellos, esperar a que mi Nahir despierte.
Al tercer día lo hizo.
Alegrando mi corazón y el desespero de nuestros bebes.
Y ahora ella está aquí luego de dos largos años donde pasó de todo, quizás podremos empezar con mi divorcio...decir que Llana me lo puso difícil no calcularía el grado de intensidad, al final ella solo se rindió diciendo que se merecería algo mejor que un hombre que es capaz de dejar a su esposa, Xequi se fue con ella y aunque me dolía perder a mi hija supe que era lo mejor, se marcharon de aquí hacia una gran ciudad y la verdad es que espero que ambas encuentren la felicidad.
Como la que yo tengo.
— Ya buscaré recetas en Internet.
— ¿Sabes que podemos comprar las que ya estas hechas, verdad?
Acosté a Jaén en su cuna arropándola cuando se acomodó de costado hundiendo su puño en su boca para tomar a Cael y también acostarlo en su cuna.
Mis hijos.
Gire a ver a mi niña, mi Nahir quien se estaba acomodando su brasier debajo de su camiseta mientras me daba la espalda, tan pudorosa al no dejarme ver sus senos luego de dar de comer a nuestros hijos cuando he recorrido su delicioso cuerpo de pies a cabeza, todo tan nuevo pero tan hermoso...me lo había dicho una vez y estoy trabajando en ese absurdo pudor.
Acercándome presioné mi pecho contra su espalda recorriendo su cadera con mis manos, ella está únicamente con unas bragas, una gran camiseta y su brasier...un brasier que la ayuda con su goteantes pechos...esta tan encantadora.
Continuando con mi camino acuné sus cubiertos senos dándoles un ligero apretón, sabía que luego de lactar estos estaban sensibles...ella soltando un gemido se recostó contra mí pecho y sus manos cubrieron las mías.
— Los niños...
— Están dormidos — susurre en su oído presionando contra su trasero mi polla semierecta.
Sabía que al sentirla al probarla ésta no tardaría en erguirse, por lo tanto girándola la agarre de sus muslos para colocarla a horcadas mío y mi mujer con un gritito envolvió sus brazos en mi cuello y sus muslos apretaron más de lo debido.
La acaricie mientras nos llevaba a nuestra habitación decidido a hacerla mía, sus dedos aún seguían sin una alianza pero habíamos acordado que luego de que nuestros hijos tuvieran tres años la tendría como mi señora y mujer.
Dejándola en la cama la urgí a quitarse la ropa, sabía tan bien como ella como de ligeros en dueño eran los pequeños...tendríamos por lo sumo unos minutos y luego pedirán estar en brazos.
Estamos trabajando en ello.
Subiendo me agarre sus piernas tirándolas contra mi haciendo que caiga de espaldas donde me miró molesta, le di una sonrisa inocente mientras bajaba mi rostro a su húmeda abertura decidido a darle placer, agarré firmemente sus muslos cuando su orgasmo rodo sobre mi lengua y barbilla.
Quiso regresarme mi favor dándome una manada pero negando la lleve devuelta contra las suaves almohadas recostándome sobre ella acariciando con mis labios sus senos, lamiendo la pisca de humedad que rondaba sobre estas...aun encontraba su sabor raro pero ¿quién era yo para quejarme cuando no podía mantener mis labios ni lengua lejos de estas goteantes protuberancias?
Deslice sobre su tierna humedad mi verga ya dura, no deje mirarla...mucho menos cuando el intenso placer de tomarla sin un condón de por medio volvía a sobrepasar mis límites.
No era la primera vez que lo hacía ni la última, pero algo de lo que no debíamos volver a preocuparnos era de un embarazo sorpresa...luego de su desgarre habíamos decidido, como pareja, que Nahir se ligara...por lo tanto no hay más bebés de camino y puedo estar seguro de que es una decisión que hasta la fecha no lamentamos.
— Joder — solté entre dientes.
Ella me dio esa temblorosa sonrisa antes de estirar su cuello que poco a poco era cubierto de un delicioso sonrojo, inclinándome tomé posesión de sus labios besándola como un hombre desquiciado lo haría...ella como siempre enterraba sus uñas en mi espalda y sus talones en mi trasero suplicándome a continuar.
Lentamente salí de su húmedo coño, tan apretada como estaba salir era una tortura, ah pero una deliciosa.
— Edier...
Se agarró a mis hombros mientras contoneaba su cadera, sabía lo que quería y solo por que quedaba poco tiempo lo hice.
Me estrellé contra ella chocando mis bolas contra su culo adorando el sonido que hizo, sus gemidos eran ruidosos y sus labios rojos por nuestros besos solo me incentivaban a ir por más.
Mi cuerpo estaba cubierto en sudor como el suyo, sus pestañas daban rápidos pestañeos mientras su espalda se arqueaba y un grito lleno de placer brotaba desde su interior.
Mi orgasmo chocó contra el suyo descolocándome ante el dichoso placer, más no caí sobre ella sabiendo lo mucho que querría acurrucarme luego de hacer el amor...mas no pude decir nada.
Un llanto de bebe empezó desde lo lejos.
Cerrando mis ojos dejé caer mi frente contra su hombro mientras ella acariciaba mi cabeza y su cuerpo se sacudía en una suave risa.
— Lo sé, lo sé.
— Voy yo — sin darle tiempo a refutar me levanté colocándome un bóxer.
Antes de irme voltee, maldiciendo a todos los dioses cuando la vista me dejó sin aliento y con la polla nuevamente dura...ella toda desnuda, con los labios hinchados, el cabello una fiera maraña y unos ojos llenos de futuro placer...¡Joder!
— ¿Segundo round?
Me preguntó mientras extendía sus piernas mostrándome su húmedo montículo, perversa mujer.
— Prepárate.
Con eso dicho di vuelta y juré demorarme el menor tiempo posible para volver a ella y hacerle pagar todo su delicioso descaro, y mientras recogía a mi hijo sonreí contento.
No.
Extasiado.
Pues ahora
ésta es mí vida, mi día a día, y no podría estar más contento.
F I N
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