STEPS
CAPITULO 1
Peyton
— ¡Ten cuidado!
— ¡¿Ese es mi labial Pink Energy?!
— Hola, bebé.
— ¡¿Qué hace un hombre aquí?!
— ¡No nos puede ver así!
Uno pensaría que la experiencia de estudiar en el extranjero sería una cosa de otro mundo, en parte lo era, los sonidos que frecuentemente se escuchan eran de otro mundo y los chillidos por cosas insignificantes eran completamente de otro mundo.
Soy mujer, puedo entender más o menos el porque de sus chillidos pero a veces, muchas veces, eran exasperantes.
Vi la hora en mi teléfono notando que me quedaba poco de media hora para ir al salón de clases donde me darían Física 2, ya sería mi tercera semana de estar en la Universidad y la experiencia ha sido interesante, la primera semana fue complicada apenas y me acordaba en donde estaban mis salones ¿mis compañeros? Bueno, digamos que supieron de mi nacionalidad Ecuatoriana y al instante empezaron con el bullying.
Cosa que les duró poco ya que me aseguraba de no prestarles atención y era jodidamente divertido cuando intentaban hablar español, oh los idiotas recibían una cucharada de su propia mierda.
La segunda semana me asegure de recordar los números de mis salones, de los nombres de mis profesores, de los restaurantes baratos y los que ni soñando podría comer, y también el mejor camino que me lleva de mi fraternidad a toda las clases y cuanto tiempo me tardaré en recorrerlo.
Ahora en mi tercera semana podía saber que con treinta minutos estaba más que con tiempo para llegar, levantándome me observé en el espejo reteniendo el aire para ver como mi cintura se acentuaba, no era gordita, era una mujer con curvas pero definitivamente aquí no ven bien a alguien de talla cinco.
¡Cinco!
En mi país tener talla diez era un milagro pues la mayoría a mi edad ya tendrían una panzotota más grande que el Everes, suelto un suspiro para acomodar mi pelo de color rosa suave -totalmente falso- que tenía hace como año y medio, era rubia natural los vellitos en mis brazos pueden colaborar con mi testimonio pero con el tiempo el sol y el montón de mal shampoo, llevaron a mi pelo a un castaño claro que brillaba al sol.
Recojo mi mochila sin olvidarme de mi celular y salgo al relajo, me echo hacia atrás al instante antes de que una mata rubia me de de lleno en mi rostro, veo que es Cata quien pasa corriendo para encerrarse em su cuarto, ella es una de esas chicas que se viste mucho, mucho, tiempo después del determinado.
Yo era de esas que empezaba media hora antes, me conocía perfectamente y sabía que al momento de elegir que ponerme no llegaba a una conclusión en segundos, podía comprar rápido pero vestirme era uno de mis delitos.
Bajo las escaleras para salir de mi fraternidad PNK ¿se pueden creer ese nombre? Creí que era una broma pero era cierto, está fraternidad se llama pink, rosado.
De chiquita odiaba el rosado, ahora lo soporto y muy pocas veces lo considero apropiado para vestir, claramente el color en mi pelo puede decir que lo ultra amo...pero no, solo lo tenía de ese color porque, bueno, se veía bonito.
Como sé que el viaje será algo largo y más cuando voy a pie saco mis audífonos decidiéndome a escuchar algo de música ¿favoritas? ¿lux? O ¿Al azar? Bueno, creo que pondré mis canciones favoritas pero que se reproduzcan en desorden.
Desde chiquita quise irme a estudiar al extranjero, la simple idea de vivir en otro lugar...un lugar desconocido me ponía nerviosa pero a la vez era tan emocionante, sé que no soy una alumna promedio que saca 10 en cada suspiro, o una A+ como califican aquí, pero me voy a esforzar lo he estado haciendo desde hace tres semanas y aunque la pereza a veces me agarra se soltarme para terminar lo que ya he empezado.
Tomo mi atajo para llegar mas rápido y es justo cuando una de mis canciones favoritas hace aparición, y cuando pasa eso me gusta imaginarme bailándola, moviendo mis caderas al ritmo de está, cierro mis ojos por un segundo deslizando mis manos por las paredes.
Se que para quienes me vean luciré como una completa loca ¡pero venga! Vida solo hay una y además ¿qué hay de divertido vivir poniéndose límites?
Cuando entré al salón que me correspondía no me sorprendí al ver a algunos ya allí, lo que si me sorprendió fue no ver al profesor por ningún lado, algo que había notado desde mi primer día era que en lo que refiere a puntualidad el profesor Linnar se llevaba la medalla de oro, ni un día de falta, ni un día de atraso o impuntualidad.
Además de que era tan mono.
Con tan sólo 27 años con sus lentes y su menudo cuerpo todos pensarían que es un nerd pero al momento de interactuar con el te das cuenta lo dulce y amable que es.
¿Dónde estará?
Alguien choca contra mi espalda tirándome al piso con otras hojas esparciéndose encima mío, puedo escuchar las risas de los demás.
— ¡Lo siento tanto! No veía donde caminaba — volteo ante la vos del profesor Linnar, el se sonroja al verme — ¡Señorita Sarás! No sabe cuánto lo siento, no quería...
— No se preocupe — me levanté y agache para recoger las hojas esparcidas por el suelo, el se me unió y por alguna razón lucia preocupado — ¿Está usted bien?
— ¿Eh? — me preguntó.
— ¿Qué si usted está bien? Se lo ve algo distraído — acomode el resto de hojas en la mesa junto a las que el recogió, lo escucho soltar un suspiro mientras veía mortificado el monton de hojas sobre su escritorio — ¿Necesita ayuda?
Levantó cual resorte su cabeza para mirarme aliviado pero esta desapareció para verme y negar.
— No, estoy bien asi...puedo hacerlo solo.
Solté un suspiro mientras veía sobre mi hombro, los demás en el aula parecían estar envueltos en sus propias burbujas y absurdas charlas, volví a mirarlo.
— Un poco de ayuda no siempre está de más, venga dígame en que puedo ayudarlo.
Me miró indeciso.
— No se si hago bien, pero no tengo otra opción — abrió un cajón y sacó un papel junto a una pluma para empezar a escribir algo — Vaya al aula 232 en el área de Negocios, allí estará el profesor Stuart impartiendo clases, usted solo entregue está hoja y espere a que le de unas llaves.
Me tendió el papel donde ponía su firma junto con unas palabras solicitando las llaves del laboratorio de Física, asentí para inmediatamente salir.
No sabía exactamente donde quedaba el área de Negocios o Administración de Empresas, pero preguntando uno gana cada segundo...llegue luego de preguntar a varias personas incluido un guardia del campus.
— 230, 231 y 232 — podía escuchar desde afuera al profesor hablar sin parar sobre cuentas y otras cosas que no entiendo.
Solía ponerme muy nerviosa hablar a personas que no conocía y sabía que cuando la puerta fuera abierta mil ojos estarían sobre mi, mire mis zapatos unos Converse negros que adoraba con locura, mi short jean más una camiseta con rayas azules horizontales, mi collar y uno que otro anillo esparcido por mis dedos con mis uñas pintadas de negro.
Cualquiera me calcularía como una chica emo, yo me considero alguien que viste para su comodidad, arregle mi cabello dejándolo suelto de su agarre en mis orejas, levanté mi mano y toque tres veces con mis nudillos.
La voz del profesor se detuvo, trague nerviosa.
— Llegando tarde como siempre señor Bridle...¿rosa? — el hombre que me abrió la puerta se quedó viendo mi cabello por un instante para luego mirar mi rostro, se veía ahora avergonzado — Mis disculpas señorita ¿en qué puedo ayudarla?
Sentía los ojos de todos en mi, era algo obvio querían ver a la chica de pelo rosa, sonreí hacia el profesor.
— No se preocupe pasa siempre, el profesor Linnar me pidió que le diera esto.
Le tendí el papel a lo que el lo cogió enseguida, leyendo se alejó de la puerta para caminar hacia su escritorio, escuché murmuros y aunque estaba segura que mirar hacia allí sería una estupidez, lo hice.
Cien miel ojos.
Bromeo, quizás unos cien estudiantes estaban allí mirándome y cuchicheando, por algún motivo me encontré deslizando mi mirada por todas esas desconocidas caras, estaba segura de haber visto de pasada a alguno de ellos y ellas por el campus.
Miré hacia quienes se sentaban en primera fila, sorprendida al encontrarla casi llena de chicas...unas muy bien maquilladas y supongo picaras, y digo casi llena porque se encontraban cuatro chicos ocupando el centro de la primera fila.
Y me estaban mirando.
Había un pelirrojo con unos brillantes ojos verdes, un chico de pelo negro que le llegaba hasta la barbilla -también noté que sus brazos estaban todos tatuados, me hice agua en ese momento ¡adoro a los hombres tatuados! ¡son mi maldita perdición! Había otro chico que a mi parecer era musulmán ¿indu? No podía asegurarlo es la primera vez que veo a alguien de tal país y por último un rubio que tenía una amplia sonrisa cursando sus suaves labios.
¿Era mi corazón el que retumbaba tan rápido? ¿era mi excitación lo que estaba estremeciendo mi cuerpo? ¿eran sus ojos -los cuatro pares- quienes miraban con un fuego ardiente mi cuerpo?
Mi respiración estaba agitada, lamí mis labios llevando mis ojos lejos de ellos ¡tranquilízate chica! Son chicos, unos chicos muy picantes y no soy muy fan del picante.
Sólo son cuatro ardientes chicos, los cuales me siguen mirando.
— Tenga y dígale al profesor que muchas gracias por prestarme el aula, es el mejor lugar para terminar mis trabajos sin interrupciones.
Sobresaltada miré al profesor quien me estaba dando una llave que tome enseguida.
— De acuerdo...em...muchas gracias — una sonrisa temblorosa después estaba saliendo lo más rápido que mis pies podían de tal aula, de tal edificio y de esos ojos.
¡Mierda!
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