NUESTRO DESTINO
CAPÍTULO UNO
Kyra
20 de Diciembre, 1992.
Mamá
me ha comprado unos guantes, están geniales, tienen estrellas y cohetes
¡cohetes! Mami sabe que me gustaban y por eso me los regalo ¿debo regalarle
algo a mami por habérmelos comprado? Papá no se molestará se que si el quería
me los hubiera comprado.
Pero
mami me los compró.
—Ve
a jugar, pero no te alejes mucho — señaló a mami para luego mirarme — No puedo
dejar a mamá sola, ella y bebé no pueden estar solos.
Su
mano soba la gran panza de mamá donde sé que está mi hermanito creciendo ¿como
habrá llegado allí? La mamá de Saúl también tenía una gran panza antes de tener
a la hermanita de Saúl ¿se comerán a los bebés? Mami no haría eso.
—Si
llegas a necesitar mi ayuda sólo grita y estaré allí en un segundo — señaló a
mis espaldas — Ve a jugar mami y yo te veremos desde aquí.
Asiento
para girar y caminar hacia mi lugar de siempre, los columpios, a mi mami y papi
les gustaba enojarme en ellos pero ahora no pueden y lo entiendo no quiero que
mi hermanito se ponga mal, mire sobre mi hombre y vi como dos personas se
acercaron a mis padres, ambos hicieron una reverencia ante mi papá.
Volví
al ver adelante, papá era muy respetado al ser el Alpha de todos, algún día
quiero ser como papá y ser respetado por todo, pero aún no quiero encontrar a
mi mate, mamá me hablo de eso y no quiero a alguien que ocupe todos mis
pensamientos y que sólo me preocupe por ella, no puedo dejar de lado a la
manada, algún día seré Alpha mi papi me lo dijo.
—
¡Es mío! — grito una voz haciendo que me sobresaltara.
Me
siento nervioso.
—
¡Papi me lo compro a mi! ¡suéltalo!
Sin
saber porque seguí a esa voz que gritaba yendo entre unos arbustos para
encontrar a dos niñas, dos niñas muy parecidas, el mismo pelo rubio la misma ropa
¡la misma cara! Sorprendido vi como la que tiraba de unos guantes reía mientras
la otra lloraba.
—Pues
ahora son míos — empujó a la chica que lloraba haciéndola caer entre la nieve,
la vi hacer una mueca.
Mis
manos se hicieron puño me molesto mucho ver el dolor reflejado en su rostro,
mire molesto hacia la niña que se ponía unos guantes rosas con lunares negros,
sonreía victoriosa hacia la niña que lloraba en el suelo y se iba dejándola
sola.
Al
ver que ya no estaba me acerqué.
—
Oye niña ¿estas bien? — le pregunté haciendo que me mirara, tenía unos bonitos
ojos azules como el cielo, estaban algo rojos e hinchados pero ella estaba
linda.
Ella
se levantó y sorprendiéndome tiró su cuerpo sobre el mío haciendo que cayera al
suelo húmedo con ella aplastándome, me sonroje.
—
¿Q-qué e-esta-tas haci-ciendo? — pregunté mientras intentaba sacarla de encima
de mí, ella se alejó un poco me sentí a muy nervioso.
—
Mi-i hermana es ma-mala, ella me los qui-quito y papi me los compro a-a mi — vi
como sus ojos volvían a llenarse de agua y como su labio sobresalía al querer
llorar, me alarme, no quiero que llore.
No
se porque lo estoy haciendo, pero quitando los de mis manos le yendo mis
guantes ella me miró sorprendida y note un brillo en sus ojos.
—
Tómalos — antes de que me lo piense mejor y no te los de.
Se
limpio los ojos con la manga de su abrigo.
—
Pero son tuyos — susurró para hacerme suspirar y tomando sus manos, que estaban
frías, colocarle en cada mano uno de mis guantes — No creo que….
—
Te los regalo — la interrumpo para levantarme, sus mejillas estaban rojas
mientras miraban los guantes que ahora eran suyos.
Me
volví a mirar con una muy linda sonrisa, sentí algo en mi pecho y en mi panza.
—
Yo…..
—
¡Cole! — la interrumpió la voz de mi papi haciéndola sobresaltado no deje de
mirarla.
Pero
no quería irme.
—
¿Cómo te lla…..
—
¿¡Cole!?
Esta
vez era mami quien gritaba, corrí hacia ella sin despedirme pues mami era
siempre importante para mí.
5 de Agosto, 1998.
Isabel.
Es
el nombre de mi Luna.
Deslizar
más arriba el dobladillo de su camisa dejándome ver su suave piel, presione mis
labios para deslizarlos hacia arriba y abajo, absorbí su olor que era la gloria
misma, ella olía como nadie nunca lo haría, su risa hizo que también sonriera.
Su
felicidad y sus risas eran mi más grande premio.
—
Me haces cosquillas — se removió debajo de mí para mirarme divertida — ¿Puedes
dejar de jugar y concentrarte? Tenemos los exámenes en pocos días.
—
Estoy estudiando — volví a besar su espalda y la sentí estremecerse.
—
¿Ah si? ¿Y cuál es esa materia que requiere este grado de toqueteo? — sabía que
está bromeando conmigo por eso subiendo por todo su cuerpo agarre el libro y lo
cerré.
—
Estudio la forma en que el cuerpo humano actúa al recibir estimulación ¿no es
interesante? — se dio la vuelta rodeando mi cuello con sus brazos oculte mi
rostro en su cuello tomando el lóbulo de su oreja entre mis dientes — La forma
en que tu cuerpo se estremece ante cada una de mis caricias sólo lo hace mejor.
Mi
mano se introdujo por su camisa y llegó a uno de sus pechos, sisee excitado al
notar que no llevaba sujetador, mis manos rodearon su firme pecho y apretando
soltó un jadeo que se volvió un gemido cuando apreté sus puntas fruncidas. Su
cuerpo se apego mas al mío.
—
¿Te gusta? — mi voz ya era ronca y pesada sus ojos dilatados no lo hacían
fácil, debía controlar mi deseo de ella, pero esta cosita seductora no me lo
hacía muy fácil — ¿Más?
Asintió
mordiendo su labio, sabía que ese era mi punto débil sus labios mi maldita
perdición, choque mi boca contra la suya entrelazado mi mano libre contra su cabello
atrayéndola hacia mi, apreté mi mano en su pecho y su cuerpo se arqueo
ofreciéndose descaradamente mientras de su boca un gemido suplicante pidió a
por misericordia.
No
podía negarle nada.
Metí
mi lengua y saboree la suya, profundice el beso haciendo mis movimientos más
lentos, sabía cómo ello la volví a loca.
—
Cole….
Soltó
en un pecaminoso suspiro, solté su pecho y ella lloriqueo por la pérdida,
lentamente descendí mi mano por sus costillas su abdomen recorrí la fina tela
de su short y me adentro en ella para llegar a sus húmedos pliegues, me
presione contra su muslo necesitado de aplacar mi deseo, mi polla latía de
necesidad.
Y
entre toda esa bruma escuché mi teléfono sonar.
Separando
mis labios de los suyos solté una maldición para levantarme de la cama e ir por
mi celular, mi padre llamaba, volteando a mirarla solté un quejido lleno de
súplica al ver como se quitaba su camisa mostrándome sus deliciosos pechos con
sus fruncidas puntas, cosita seductora, el deseo recorrió mi cuerpo y quise no
contestarle a mi padre e ir y chupar sus pezones que suplicaban por mi
atención.
Adolorido
contesté.
—
¿Hola? — aclare mi garganta al notar que está salía ronca, Joder mi padre
sabría al instante que estaba haciendo.
—
Cole ¿Dónde estas? Hace diez minutos debías haber llegado para tu entrenamiento
— golpes mi frente para correr hacia mi camiseta, Isabel me miró confundida al
ver que me vestía.
—
Demonios — gruñí al momento que mi teléfono se deslizó fuera de mis manos,
corrí a cogerlo mientras buscaba mis zapatos — Ya voy papá, estaba…estudiando,
llegó en dos.
—
Te esperamos — colgó.
Corrí
hacia Isabel para besar sus labios unas cuantas veces, si me devolvió el beso
con ganas pero sabía que no le gustaba que me fuera a mitad de….bueno….lo que
estábamos a punto de hacer.
—
Debo ir a entrenar mi Luna, nos vemos en la noche — salí cuando ella asintió,
cerré la puerta de su cuarto y baje por las escaleras me despedí de sus padres
que estaban en la sala de estar, salí de su casa y estuve a punto de chocar
contra su clon.
—
Hola, Hola hermoso — su aliento chocó contra mi rostro dejándome saber lo
borracha que estaba, era tan parecida a mi Luna sólo que sus formas de ser no
lo eran, no por nada eran gemelas pero nunca iba a confundir su delicioso aroma
con el de ella.
Me
moví de su camino esquivándola cuando vi que se me estaba acercando, no quería
su olor en mi.
—
¿Qué pasa Colsito? ¿No te gustaría dejar a la mojigata de mi hermana por una
mujer de verdad? Alguien como yo — se mordió el labio tratando de lucir
provocativa, lo era, pero no tenía ojos para ella.
Negué
para ella para alejarme aún más, la escuché llamarme pero no me gire y seguí
hasta dar con mi bici….no tenía un auto puesto que aún no tenía la edad para
uno, apenas y me falta un año para convertirme y ser parte de la manada.
1 de Marzo, 1999.
Dolía.
Cambiar
de hombre a lobo dolía demasiado, uno puede estar viendo como se le
distorsionan los huesos además de como duda y poco a poco cambia, uno pensaría
que debe doler mucho y que pronto el dolor pasará, pero es distinto el estar
pasando por ello.
Mi
pecho se contrajo y mis huesos se movían con brusquedad reposicionándose
mientras caí a al suelo, el dolor aumentaba, mi cabeza dolida y mi cuerpo ardía
¿así será siempre? Cuando veía a papá no lo veía hacer una sola mueca, el
tiempo sabrá decírmelo, no le daría ni a mi peor enemigo este dolor y agradezco
haber sido informado de esto pues si hubiera estado sólo no habría sabido que
hacer.
El
dolor disminuye.
Abro
mis ojos notando que veo en escalas grises, parpadeo sorprendido ¿Qué sucede?
Meneo mi cuerpo y siento una extremidad de más volteó mi cabeza notando una
cola ¡una cola! Veo mis pies notando que son patas, mi olfato se acentúa y me
encuentro buscando ansioso entre la multitud.
La
veo.
El
aroma se acentúa.
Mate
Es
la voz de mi lobo ronroneando ante la exquisita visión de ella, su aroma cada
vez se hace más fuerte me vuelve loco y sin darme cuenta he empezado a correr
hacia ella, no se mueve pero me mira asombrada, no se esperaba que fuera por
ella.
Mi
cuerpo duele al volver a ser yo, tomo con un brazo su cintura y con la otra su
rostro, delineo sus labios con mi dedo y al escucharla jadear sonreí.
—
Mi Luna.
Jadeos
sorprendidos hacen eco mientras me inclino y tomó posesión de su boca, nadie
esperaba que fuera mi mate puesto que nuestros corazones no siempre están de
acuerdo con nuestro destino ya fijado, que fuera mi mate es perfecto.
3 de Abril, 1999.
—
¿Cómo? — mi voz subió una octava ante lo que me dijo.
Sus
lágrimas empañaron sus mejillas, cubrió sus ojos con sus manos sollozando mientras
me levantaba y pasaba una mano por mi cabello, mis manos tiemblan al igual que
todo mi cuerpo mi lobo se agitó.
¡Un
cachorro!
—
Co-Cole yo no...yo no...no se-se como paso ¡lo siento! Lo siento mucho, se que
estoy arruinando tu vida, nuestro futuro y que tus padres.....
—
¿De qué estás hablando? — la interrumpo a lo que ella me mira sus ojos se
encuentran rojos mientras tiembla, se me encoje el corazón al ver lo vulnerable
que se muestra ante mi.
Incluso
diría que espera que la culpe y eché a patadas de mi casa y vida ¿eso espera?
—
Isabel, mi amor tranquilizante no le hará bien al bebé — voy hacia ella tomándola
en brazos, se sobresalta y me mira confundida.
—
¿Pe-pero no estás mo-molesto? — me pregunta en un susurró, la dejo en la cama
para ponerme frente suyo tomando sus manos entre las mías.
Dejo
un beso en sus manos.
—
¿Molesto? ¿Cómo podría estarlo cuando me has dado la mejor noticia del mundo
¡tendremos un cachorro! — beso repetidas veces sus manos, me ha echo el hombre
más feliz del mundo — ¿Cómo se lo tomaron tu madre y padre?
Ella
suelta un suspiro para finalmente sonreír de esa manera preciosa que ella sabe,
para luego cruzarse de piernas y mirarme emocionada.
—
Están muy emocionados, incluso empezaron a buscar nombres de niños y a nombrar
los lugares donde lo llevarían.
—
Eso si que no — solté su manos cruzándome de brazos.
—
¿Cole? — murmuró insegura.
—
No Isabel, tu y yo escogeremos su nombre — soltó un suspiro como quitándose un
peso de encima — Además ¡será una niña! Ya lo veo como será de hermosa, tendrá
tus ojos, tu amabilidad, tendrá todo de ti, aunque....espero que no tenga lo de
celar a su padre ¡eres una niñita de papá! Hasta lo celas de tu madre.
—
¡Oye! ¡A mi papi no lo metas! — vi que sonrió maliciosa — Además, se que
nuestra hija será hermosa y tendrá muchos pretendientes ya quiero verte ir tras
ellos cuando uno le rompa su corazoncito.
Ante
tal pensamiento una ira me cubrió ¡nadie se metería con mi hija! Quien le rompa
su corazón o si quiera la ilusione sufrirá una muerte instantánea.
—
Ya no es tan divertido ¿verdad?
Lo
hizo apropósito.
—
Ahora verás.
2 de Diciembre, 1999.
—
¡Quiero saber como está mi mujer! ¡Ahora! — gruño golpeando una mesa en el
hospital donde la recepcionista retrocede asustada.
—
Hijo cálmate — escucho murmurar a mi padre al sentir como me tomaba de los
hombros llevándome hacia atrás.
Me
lo sacudí girándome hacia el, estoy molesto, impaciente, alterado y asustado,
una combinación no muy buena.
—
¿¡Cómo demonios quieres que me calme!? ¡Mi mujer está allí dentro luchando por
su vida para traer a nuestra hija a la vida! — agarro mi cabello tirando con
fuerza para mirar el suelo — Debí estar allí, debí salvarla, salvarlas, si
ellas mueren....papa si ellas mueren no tendré nada, ellas son mi mundo.
El
me mira con pena y es algo que no quiero ver, siento una mano tomar mi brazo
mire quien era, tal vez mi madre pero no....no lo era.
—
Hermano no llores — me pide mirándome con unos ojitos tiernos.
Tomo
aire, miró a todos lados buscando mi paz pero no la siento, me quedo mirando la
puerta por donde ella desapareció.
— Estoy bien
cariño.
Recordar
lo que me dijo al entrar calma un poco mi ansiedad, vuelvo a tomar aliento para
caminar hasta las sillas donde los demás me siguen sentándose a mis costados.
—
Iré a ver a Lucia — escucho susurrar a la madre de mi Luna, mi suegra.
Soy
un idiota.
Tan
metido estaba en mi vida que no había recordado que mi cuñada también había
salido herida.
—
¿Cómo está? — le pregunto a mi suegro quien me mira dubitativo.
—
No tenemos idea hijo, no nos han dejado verla desde que ingreso, estamos muy
preocupados por ella también — poso una mano en su hombro y aprieto mostrándole
mi apoyo.
Las
puertas a mi costado se abren junto con el doctor, me levanto y voy de
inmediato frente suyo casi derribándolo.
—
¿Mi mujer? ¿Mi hija? ¿Cómo están? ¿las puedo ver? ¡conteste! — le lanzó
pregunta tras pregunta a lo que a el no le cambia la cara ni se altera, se
quita su cubre bocas y aclara su garganta.
—
Tengo una buena y una mala noticia, para todos — comunica y mi corazón se
agita.
—
Díganos la buena — pide mi madre a lo que siento como aprieta mi hombro.
Por
favor que estén bien.
—
La señora Black y la bebé se encuentran en perfecto estado, aparte de uno que
otro moretón que sanaran mediante los días y no debe preocuparse por que sea
una bebé prematura le realizamos los chequeos correspondiente y no encontramos
nada preocupante — siento que el alma me vuelve al cuerpo para poder respirar
pero aún tengo latente que hay una mala noticia que empañara todo — He sido
informado sobre el estado de la señorita Lucia.
¿Qué
se puede esperar de una mala noticia?
—
A mitad de su cirugía el sangrado ha aumentado de manera preocupante, los
doctores encargados trataron de detenerlo pero la hemorragia que había
aparecido no lo hizo muy sencillo, la joven falleció hace unos minutos, lo
sentimos.
¿Cuál
era mi pregunta? ¿Qué se puede esperar de una mala noticia? Bueno, allí está la
respuesta.
Lo
peor.
(....)
Mi
hija es hermosa, su piel es blanca, su llanto es potente, sus ojos se mantienen
cerrados, pero se que está bien pues su agarre en mi dedo es fuerte.
—
Mi hermosa Kyra.
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