C A P I T U L O 24

STEPS

CAPÍTULO VEINTICUATRO


Peyton

 

— This is such a perfect place.

 

Estirandome fui tarareando la canción más bonita que he escuchado por las escaleras enfocada en disfrutarla al límite sin importarme un pepino soltar más gallitos que un gallo en pleno apogeo.

 

— I'm glad I find this with you...

 

Alzando una de mis manos la deslize por una pared para llegar hasta la cocina y tirar de la puerta del frigorífico.

 

— Only heaven can beat this view.

 

Arreglé el audífonos que se quería desprender de mi oído para sacar dos huevos y las rodajas de mortadela, esta casa esta mas que equipa...¡oh! Aqui viene el estribillo.

 

— ¡I see love! ¡I see love around me!

 

Como me encanta esa parte, la descargué hace unos días pero recién puedo escucharla en todo su esplendor ¡y es preciosa! El sonido hace que quiera sacudir el bote, pero tengo tanta hambre que las sacudidas pueden esperar hasta nuevo aviso.

 

— I love you, helped find my hearth.

 

Al ver ya el sartén caliente le vierto un chorrito de aceite y segundos después los huevos revueltos están más que listos, sigo tarareando más bien cantando la canción.

 

— Then I was blinded by the dark, my eyes will never look the same.

 

Sed sed sed.

 

Regresando al refrigerador con un vaso en mi mano vierto ese delicioso liquido en él dispuesto a complacerme, y girando veo mi plato lleno de huevos revueltos, rodajas de mortadela y pan de trigo.

 

Mis ojos captan algo.

 

— ¿Pero qué...qué hacen aquí?

 

Vuelvo a ver el reloj en mi celular encontrando que es más temprano de lo normal, para ellos.

 

— ¿No deberían estar a mitad de ese arduo entrenamiento al que no soy invitada?

 

Desde que llegamos y tras despertarme por el desalojo de mis inquilinos a más que tempranas horas les había preguntando que diablos iban a hacer a las cinco de la mañana, ellos muy frescos...menos Terrell, habían dicho que era habitual para ellos entrenar en las mañanas en un gimnasio que tienen en su gran casita...al parecer teníamos uno aquí también.

 

Pero, a lo que iba, luego de contarme ello habían murmurado entre sí para después preguntarme si quería entrenar con ellos, yo sin perder mi toque les dije que Dios hizo las vacaciones para vagar...como también les dije una que otra cosita como que el sexo me había dejado deshecha.

 

Lo había hecho, pero no quería entrenar, y luego de cuatro horas ya habían terminado donde al ser las ocho de la mañana me había arreglado para echarme en el sillón y ver por donde me había quedado en la serie SuperGirl.

 

Me encanta esa serie.

 

Por eso verlos a esta hora, siete con algo de la mañana, fue más que sorprendente y muy, pero muy, sospechoso.

 

— Cariño, tú no quieres entrenar con nosotros — Ghian dejando su botella de Powerade en la mesita se acerca a la mesa mirando mi desayuno, yo entrecierro mis ojos hacia el.

 

— No te atrevas.

 

— ¿Un poquito?

 

— Tu comes como si no tuvieras fondo ¿esto? Esto no te llenará — aún así no pude decirle que no deslizando mi plato un poco hacia adelante vi sus ojos iluminarse mientras agarraba un pan atiborrandolo con huevos.

 

Luego me di cuenta.

 

— ¡Oigan! ¡que es mi desayuno!

 

Tanto Mase como Reid picoteaban lo demás de los huevos mientras Terrell con una rodaja de mortadela y un pan dio su primer mordisco, y cuando tiré de mi plato vi asombrada que no me habían dejado nada.

 

Hombres.

 

Dales la mano y te apretarán el trasero.

 

¡Ufff!

 

Ellos miraron el plato y luego a mi, parecían sorprendidos, se miraron el umo al otro para deslizando sus miradas en mi tragaron lo que mantenían sus cachetes inflados para susurrar:

 

— Lo sentimos, dulce algodón.

 

Solté un bufido.

 

— Qué va, es sólo comida...me habrían dicho para hacerles más — muchos se hubieran molestado, ofuscado ¿yo? Estaba disfrutando de sus momentos despreocupados mientras comen como cerdos frente mío.

 

No he conocido a ningún ser humano que no le interese quedar mal frente a sus conocidos, mucho menos que su pareja lo vea comer como si la vida se le fuera en ello...ver qué ellos confían en mí a tal grado me hace sentir satisfecho, aunque un poco hambrienta ya que anteriormente el aroma me tenía salivando.

 

Mi estómago gruñó.

 

Girando dejé caer el plato en el fregadero, fui al refrigerador a ver que me podía hacer sin tanto menjurje en mi camino.

 

— Nena, no queríamos dejarte sin tu desayuno — Reid rodeando la isla se acercó a mi acariciando mi espalda.

 

Dándole una mirada le sonrei para negar.

 

— Reid, cariño, no estoy haciendo una pataleta deja de tratarme como si el que comieran mi desayuno me molestó.

 

Parecía no creerselo, por lo tanto volviendo a ver la refrigeradora vi cual sería mi segundo desayuno, los pancakes de banana estarían bien ¿verdad? Agarrando lo necesario empece la mezcla.

 

— Entonces ¿decidieron que su rutina era horriblemente horrifica para cualquier ser humano?

 

— Deja los mejores resultados — escuché a Mase murmurar para deteniendo el bamboleo de mis manos lo miré notando como flexionaba sus músculos, intente no reirme.

 

Pero como los demás lo hicieron.

 

La cocina se lleno de la risa de los cuatro mientras Mase hacia un mohin para al verme rodar sus ojos y unirse a nuestras carcajadas, el es lo más hermoso y coqueto, además de que sabía que no nos burlabamos de el como si fuera un idiota sino por lo tontitos que eran sus actos.

 

Le guiño un ojo para dejar de reír.

 

— Oh, ya lo creo, y no me estoy quejando.

 

— Dejando las burlas, tenemos algo que decirte.

 

Verti la mezcla en el sartén para mirar hacia Ghian quien se había acercado más a mi flanqueado mi lado derecho donde el izquierdo Reid lo tenía más que cubierto

 

— Te escucho.

 

Voltee la espumosa masa ya echa para dejar el siguiente lado cocinarse.

 

— Terrell y yo tenemos algunas diligencias que hacer — comenzó Reid mientras se acercaba y tomando la espátula de mi mano quitó el pancake del fuego y así vertir más en ella, me volví hacia Terrell.

 

— ¿Tienen trabajo? ¿aquí?

 

— Mamá y papá nos necesitan, a nosotros.

 

— Y eso...¿cómo por cuantas horas?

 

El hizo una mueca para al segundo escuchar a Reid soltar un suspiro, no dejo de mirar el sartén.

 

— Nos veremos en la noche, nena, se que suena a mierda y nosotros también estamos molestos...se suponía...se supone que estaríamos aquí jodidamente descansando no haciendo mierda de papelo.

 

— Lo que Reid quiere decir es que ambos estamos muy molestos por el pedido, e intentaremos salirnos de ellos lo más rápido posible...

 

— ¿Intentar? ¡Lo vamos a hacer! Joder hermano no creo que entiendas lo molesto que estoy por está pende...

 

— ¿Y tú crees que yo no lo estoy? No quiero salirme de la cama si fuera posible, quisiera estar envuelto en nuestra chica toda esta semana, me gustaría negarme al pedido de papá, pero sabes que no podemos.

 

— Tios, basta, no peleen ahora cuando ya lo dicho está hecho.

 

Vi como Terrell me lanzaba una mirada de disculpa mientras se sentaba en un banco, luego miré a Reid quien le estaba dando la última vuelta al último pancake, a mi tampoco me gustaba la idea de estar separados de uno de ellos y que fueran dos era incluso mas doloroso, pero entendía el porque.

 

Tomé el plato que Reid me tendió para sentarme frente a la encimera, Reid a mi lado con Guian al otro y mis otros dos hombres frente mío.

 

El silencio tenso como el de una cuchilla lista para atravesar a su oponente más cercano, no quería estar cerca de ella de nuevo, nunca.

 

— No quiero que peleen, no me gusta, verlos discutir es lo peor que he visto en mi vida...me recuerda a mi infancia cuando mi padre le gritaba a mi mamá, cuando me gritaba a mi...

 

— Tesoro...

 

— Sólo serán unas horas y podremos volver a estar juntos ¿verdad? ¿volverán a mi?

 

— Pero, por supuesto — un consternado Terrell me miraba con la misma expresión reflejada en Reid.

 

Sonreí aliviada ante su afirmativa.

 

— Entonces, será mejor que muevan sus culos perezosos y terminen rápido lo que sea que mis suegros deseen y puedan volver a mi.

 

— Nena, cuenta con ello.

 

(….)

 

Para el momento que ellos habían terminado era más de las once de la noche y yo estaba muy cansada, entre Ghian y Mase me habían llevado a las tiendas más cercanas comprando pulserita, llaveros, ya saben...el tipo de chucherías que sabía le encantaban a Quan.

 

Ahora, recordandolo a él me permití recordar que el primer motivo del que no pudiera contactarme con mi mejor amigo se debía a las más que persistentes llamadas de mi progenitor.

 

Sabía que no podría evitarlo por siempre.

 

Pero ¿está mal querer disfrutar de mis primeras vacaciones a un maravilloso lugar paradisíaco con mis hombres? Olvidar era la clave en estas vacaciones y eso era lo que estaba intentando hacer al haber apagado mi teléfono desde el comienzo.

 

Como decía, me llevaron a recorrer las tienditas que rodeaban las calles principales y no podía dejar de estar asombrada ante todo ello...habia nacido en Santa Elena una provincia donde el mar y la arena más el sol eran lo común de cada día, las artesanías hermosas brillaban cuando las ferias abrían sus puertas o cuando en medio de la playa un hombre o mujer se acercaban con preciosidades que en ese tiempo no podía comprar.

 

Ahora tenía algo de dinero ahorrado, pero ellos no me dejaron ni tocar mi cartera mientras pagaban todo con una rapidez sorprendente, había llegado a sentirme cohibida pues aunque las cosillas tenían precios aceptables no era alguien que podía dejarse consentir porque si.

 

Y ellos lo sabían, me habían dicho que como su mujer ellos iban a ocuparse de todos mis deseos como codicias, y dado que veía con verdadero deseo aquel bolsito con la palabra Oahu cosidas en una delicadeza cursiva no habían dudado en pagar por el.

 

Derrochadores.

 

Y tan dulces que empalagaban.

 

Pero luego de caminar por horas el cansancio había surgido con su fea cabeza haciendo doler mis pies, nos habíamos detenido en una tienda sentados mientras degustabamos un shave ice o granizado hawaiano de arcoiris, al principio me habían dicho que el granizado llevaba sirope y había estado emocionada esperando a que mi granizado llevara sirope de miel o de chocolate...pero no, el sirope eran los sabores y el color que eran echados al hielo en picadillo.

 

Entonces mis otros dos hombres llegaron entrando por las amplias puertas capturando la atención de muchas jovencitas a lo que levantándome corrí hacia cada uno de ellos besando sus labios sin importarme las curiosas y desconcertada miradas a nuestro alrededor, ellos son míos, Reid agarrando mi cintura me llevo a la mesa donde sentándose me llevo a su regazo.

 

Yo sólo me acomode estirandome por mi granizado, le tendi una cucharada a Reid quien abriendo su boca me dejo darle a probar.

 

— Les tomó mucho tiempo — murmure haciendo que Terrell como Reid sonrieran con disculpa.

 

— Lo sentimos dulzura, esto era muy importante y requería que viesemos hasta el más mínimo detalle.

 

Ghian se removio mirando su reloj para terminar a bocados grandes lo demás de su granizado, yo lleve un poco más a mi boca y luego a Reid.

 

— Ya que estamos todos aquí ¿por qué no te mostramos un lugar más y luego vamos a casa?

 

Moví mis pies quienes se quejaron ante la idea de caminar unos metros más pero fue el rostro de cada uno de ellos lo que me llevó a asentir, con mi granizado en mano y el brazo de Reid sobre mi hombro salimos de allí adentrandonos a una fresca noche donde tanto el ruido como las luces en la calle eran sin duda alguna las que nos siguieron hasta un camino de tierra rodeada de plantas como árboles.

 

Los miré confundida mientras tiraba mi cono ya vacío en un bote de basura, mis manos fueron agarradas mientras Terrell colocándose detrás mío apoyo sus manos en mis hombros y con Ghian indicando el camino yendo frente nuestro fue llevándonos más y más dentro de aquella maleza.

 

— ¿Está muy lejos?

 

— Ya estamos cerca tesoro.

 

Y tal como dijo segundos después una entrada apareció frente nuestro toda hecha de piedra y flores rodeandola, al llegar allí me sorprendí al ver una choza echa de madera, era preciosa, pero lo que me dejó sin aliento fue la gran piscina con una isla en el centro. Una isla acondicionada con millones de colchonetas blancas en su suelo.

 

Se veía como un paraíso.

 

— Sorpresa, dulce algodón.


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