C A P Í T U L O 35

 STEPS

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO


Peyton.


Caminando por la calle hundida en mis pensamiento me figure lo que hoy sucedería, pero lo único de lo que estaba completamente segura era de que hoy vería a Ghian...de allí a tener un plan fríamente elaborado.

 

Nada que ver.

 

Sabía que tenía que ser en un lugar donde nadie pueda molestarnos, porque aparte de un encuentro sé que habrá platica, una intensa platica, y no quiero a nadie haciendo de oídos curiosos, por eso la mansión era la mejor opción y sabía muy bien sus horarios para estar preparada y acorralarlo allí.

 

Pero eso no deja a mis nervios en paz ¿por qué lo estaba? Ni yo tenía una respuesta consisa, no sabia que esperar...¿me aceptarán de vuelta o me apartarán de su camino?

 

— Que maldito embrollo.

 

Seguí caminando saliendo de mi fraternidad hace más de veinte minutos esperaba poder coger un taxi, con el problema de mi matrícula solucionado ya puedo estar mas tranquila con el dinero en mis bolsillos.

 

Y aunque me avergonzo como no tienen idea recibir una disculpa por parte de un apenado director, el había cometido un terrible error y debía hacerse cargo de los embrollo en que su hijo lo metía.

 

En un futuro próximo iba a saber sobre esto, sólo cuando le haya dado la versión maquiavélica que Quan y yo creamos de un ojo por ojo.

 

El perdera lo que más ama.

 

¿Pobrecillo?

 

Pues hubiera pensado una y otra y otra y mil veces más antes de haberse metido conmigo, no voy a quedarme a lloriquear en mi habitación mientras intenta apoderarse de lo mío.

 

Nada que ver.

 

— ¡Disculpa!

 

Me detuve y girando vi a un chico que corria hacia mi, mis ojos se deslizaron inmediatamente hacia sus ojos, eran tan claros y sus pestañas se veían taaaaan largas parecían tener delineador.

 

¡Vaya!

 

Sacudi mi cabeza al verlo llegar frente mio jadeando por aire mientras recargada sus manos en sus rodillas.

 

Me acerqué preocupada.

 

— ¿Estás bien?

 

Levanto su mano con un dedo extendido a lo que asenti para verlo tragar saliva.

 

— Bombones espumosos mujer, llevo llamandote desde hace tres cuadras ¿estás sorda?

 

Curiosa y divertida por esa extraña combinación de palabras miré su rostro levemente sonrojado por el haber corrido, supongo, notando sus suaves rasgos faciales para levantar una ceja.

 

— ¿Necesitas algo?

 

El tragando saliva metió su mano en su bolsillo, de inmediato di un paso hacia atrás.

 

— ¿Vas a asaltarme? Te advierto que se kung fu, taishido y...y-y mangekyou sharingan.

 

Su ceño se fruncio.

 

— ¿Acabas de nombrar un poder ocular de Naruto?

 

¡Mierda!

 

— Pero, por supuesto que no — solté en un bufido indignado mientras lo miraba lo más amenazadora que podía — Es...ya sabes una técnica japonesa antigua.

 

— Claro, de un anime — las comisuras de sus labios se elevaron burlándose de mi para luego levantar sus manos — Mira, no vine a robarte ni nada por el estilo, más bien te vengo a entregar algo que...creo es tuyo.

 

No creyéndole del todo lo seguí mirando con mi ceño fruncido.

 

— El sábado hubo una fiestota en mi fraternidad GAMA, yo no había estado por temas curiosamente personales pero mi cuarto estuvo disponible, muy a pesar de que no debía, a todas aquellas parejillas con los humos subibitos.

 

Pestañeando incrédula moví mis labios de lado a lado ¿será que le creo? Recuerdo muy bien ese cuarto y no se porque pero esas pestañotas toma embarrotesdas me suena a gay y uno muy diva.

 

¿Será?

 

— ¿Tú cuarto está adornado como el de una niña?

 

Sonrojandose se movió incómodo para asentir.

 

— ¡Pero no es lo que crees! O bueno puede que lo sea, soy gay como ultra uuuuultra gay, orgullosamente fuera del "closet" desde hace años, pero eso no quiere decir que el cuarto está adornado asi porque yo quiera, aunque si lo quiero así pero es por un motivo totalmente aparte de mi sexualidad ¿se dice sexualidad o género? Aún no lo tengo muy claro y...

 

— Detente — lo interrumpi.

 

El cerró su boquita para mirarme nervioso.

 

— Rebobina y ve al meollo de la cuestion, por favor.

 

Respirando hondo asintió mientras metía su mano a su bolsillo sacando una fundita con algo en su interior, lo levantó.

 

— Ese día de la fiesta no estuve pero cuando volví y limpié mi habitación encontré unas bragas negras más una billetera, con la ID de Mase Weaver — sacudió la fundita — Estuve preguntando por aquí y por alla para así asegurarme de que eran tuyas y algunos confirmaron que tu y el, pues...subieron.

 

Avergonzada observé la funda que me tendía donde mis penosas bragas estaban resguardadas ¿por qué Dios? ¿por qué insistes en hacerme quedar mal con desconocidos?

 

Aunque tengo una duda.

 

— ¿La billetera de Mase sigue allí?

 

— Hasta el último penique.

 

— Si es así ¿por qué no lo buscaste a el y se la diste? — me crucé de brazos.

 

El hizo una mueca.

 

— No tengo idea de que estudian, hubiera preguntando pero no quiero andar de chismosito por allí, asi que te busque a ti ya que eres algo así como muy conocida.

 

— ¿Cómo que muy conocida?

 

— Salías con cuatro chicos, sin contar que son hermanos...tú solita.

 

Bufe.

 

— Eso no me hace famosa, la poliandria...

 

— No es común, y no es como si te estuviera reprochando no tengo el más minimo derecho a hacerlo, pero, si me lo preguntas creo que esa relación se veía...super interesante.

 

Sonreí.

 

Quizás el muchacho tenga futuro, extendi mi mano agarrando la funda para dejar caer mi mano en su hombro.

 

— Gracias, me llamó Peyton Sarás ¿tu eres...?

 

Su cabeza se inclinó hacia un lado mirandome curioso.

 

— Milo Burgos.

 

— ¿Burgos? Ese apellido se oye tan ecuatoriano.

 

— Es porque lo soy.

 

Mi boca cayó abierta.

 

— No manches ¡yo también!

 

Sus ojos se abrieron con obvia sorpresa.

 

— ¿Eres ecuatoriana?

 

— ¿No estoy hablando español?

 

— Podrias ser Venezolana, de Bogotá, de Esmeraldas, Paraguay, Nicaragua, Argentina...

 

— ¡Pamplinas! Soy de Ecuador nacidita y criada en Santa Elena.

 

— ¡Yo soy de Guayaquil! — empezó a saltar emocionado, o eso creo — ¡Bombones dulces y esponjosos! ¡pensé que era el único Ecuatoriano en esta universidad!

 

Negué.

 

— Tas muy equivocado mijito.

 

— ¿Quieres ser mi amiga?

 

Asenti sin dudarlo.

 

— ¡Acepto!

 

(….)

 

Ahora tenía en mis manos la llave para entrar en la mansión de mis chicos, quiero decir...ya no son mis chicos pero para mi lo siguen siendo, nuestra relación nunca terminó ya que bueno...nunca se pronunciaron tales palabritas.

 

¿Verdad?

 

Solté el aliento que llevaba reteniendo durante los quince minutos sin moverme en la entrada, teclee el código para que así las puertas se abrieran e ir caminando hacia la mansión.

 

¡Los nervios me estan comiendo!

 

¿Qué si no hay nadie? ¿qué si no me reciben como mi mente inocente ve? ¿qué si me echan a patadas? ¿qué si me violan en la cama de orgías? ¿qué si...

 

Lo último no suena tan mal.

 

¡No!

 

La cosa debe hablarse largo y tendido para así llegar a una solucion más que perfecta y poder llegar a ser lo que antes éramos, o incluso algo mejor.

 

¡Me sudan las manos!

 

Veo el timbre como una alarma de llegada de los nazis ¿qué hago? ¿toco? ¿o no? ¡no quiero ser rechazada! Paso saliva mientras estiró mi temblorosa mano ¡se supone que vengo a luchar por lo nuestro! Y aqui estoy yo...temblando y con un nudo triple en mi garganta.

 

¿Desde cuándo soy tan gallina?

 

Joder.

 

El timbre suena al presionarlo a lo que inmediatamente cierro mis ojos, agudizo mi oído para así poder escuchar si alguien viene o no y es exactamente lo que escucho segundos antes de que la puerta sea abierta.

 

Por un pelirrojo en boxer.

 

¡Doble joder!

 

— ¿Peyton?

 

Sabía que me había hablado pero estaba distraida ¿cómo es posible que se conserve así de bien? Claro, sé el como...ellos mismos me habían mostrado el arduo ejercicio que hacian todas las mañanas o como yo lo llamaba la tortura matinal.

 

No podía entender como soportaban esa mierda de ejercicio y yo que apenas y puedo con los que yo hago, y eso que es una aplicación que me dice que ejercicios hacer y cuanto tiempo hacer.

 

— Cariño, si entras puedes mirarme todo lo que quieras.

 

— ¿Eh?

 

Estirando su mano agarró mi brazo para cerrar la puerta donde abruptamente mi espalda fue a chocar, mirándolo sorprendida y con la sorpresa de su lado inhale profundo cuando su cuerpo se presionó al mio.

 

¡3312!

 

¡¡3312!!

 

— Ya era hora de que vinieras a mi cariño, te he estado esperando ansioso — sus manos se deslizaron de mis caderas a mis glúteos apretandolos para presionar su pelvis ¡su polla! Contra mi vientre — Supe de tus encuentros con los demás.

 

¡Esto no está saliendo como lo planeaba!

 

¿¡Y cómo coño se enteró!?

 

— Fuiste una niña muy traviesa — su lengua se deslizó sobre su labio para luego deslizarla entre mis labios — En tu cuarto, en un salón, en el cuarto de un desconocido ¿por qué soy yo el último?

 

Aclaré mi garganta ¿en serio espera una respuesta cuando lo tengo a un suspiro de distancia? ¿por qué demonios no me besa? ¡lo deseo tanto!

 

— ¿En serio pre-preguntas?

 

Deje caer mis manos en sus hombros acariciando su caliente piel, nuestras miradas nunca apartandose del otro, una sonrisa lasciva curvo sus labios.

 

— Bueno, no voy a quejarme...eso sí — su nariz se presionó contra la mia — Cuando viniste aquí nos aceptaste de nuevo, aún tengo un millón de preguntas acerca de lo sucedido y como la mierda quiero saber que hacias trabajando en un McDonald's a tan altas horas de la noche.

 

Sorprendida aparte mi rostro del suyo.

 

— ¿Cómo lo...

 

— Terrell te siguió, no quiero mentiras cariño, sólo la absoluta verdad saldrá de estos hermosos, suaves y tan míos labios ¿entendido? — me preguntó.

 

Asenti a lo que se presiono aún más en mi contra.

 

— Quiero recalcar que nunca dejaste de ser nuestra, nunca, toda tu nos pertenece y aunque es una pena que los demás no estén creo que llegó mí turno para tomar por todos lo que nos pertenece.

 

— Ghian...

 

— Shhh — soltando una mano de su agarre en mi trasero deslizó está por mi cuerpo haciéndome estremecer ante su toque, cuanto lo extrañé — Es hora de recordarte quienes te aman y adoran cual diosa, nuestra preciosa...preciosa mujer.

 

Acunando mi seno apretó lo justo para hacerme gimotear de deseo, inclinandose cubrió mis labios con los suyos gimiendo al unisonido mientras una corriente sacudida nuestros cuerpos.

 

Sus manos me soltaron para incitarme a subir en el y rodearlo, afiansé mi agarre en su cadera presionandome contra su descubierta piel en busca de la tan anhelada fricción mientras subiamos las escaleras conmigo besando su cuello entre cada jadeo junto con sus manos posesivas acariciando con fervor mi trasero.

 

Rebote contra el colchón al ser tirada tal como nuestra primera vez, y pensar que no fue hace mucho de ello...

 

Sus manos abrieron mis piernas para colocarse encima mío y besarme como sólo el sabe, después de tanto tiempo extrañandolo al fin podía tocarlo, besarlo, morderlo...

 

— Esa es mi chica — susurra luego de morder su barbilla siguiendo a su cuello.

 

— Más — suplique.

 

¿Quién quería charla cuando tengo esto? El me atacó así que puedo decir que es su culpa, obviamente pude haberme resistido, pero ¿por qué iba a hacerlo?

 

Al segundo sus manos empezaron a desabrochar mi jean deslizandolo fuera de mi cuerpo tal como hizo con mis zapatos y medias, levantando mis brazos lo dejé desechar mi camiseta, dejándome únicamente en bragas y un brasier de encaje que anteriormente ellos me habían regalado.

 

Sus labios besaron la cima de las copas del brasier antes de quitarlo de su lugar para así tomar un pezón en su boca amamantandose cual glotón bebé, me retorcí en su contra jadeando ante el placer de sus caricias, fue al otro pezón ya cuando este estaba húmedo y rojo.

 

Sus manos quitaron las bragas que era la única prenda de vestir que mi cuerpo aun tenía, sus dedos acarician mi duro brote, peñiscando mi clítoris antes de introducir un dedo en mi interior.

 

— ¡Dios!

 

Agarrándome de sus brazos lo vi descender haciendo un camino mientras sus labios se presionaban contra mi piel dejando un camino de ardiente lava, al llegar a mi vulva pensé que haría...eso.

 

Pero no lo hizo.

 

Se enderezo quitando la única prenda que lo cubría ante mis ojos para así acercarse a mi agarrar mis piernas levantadolas para colocarlas sobre sus duros hombros.

 

— ¿Ghian qué estas...¡Hmm!

 

Su boca entreabierta mientras el sudor perlaba su frente y sus ojos me veían con apasionada intensidad, su pelvis retrocedió saliendo lentamente de mi interior haciendo al aire precipitarse fuera de mi cuerpo ¡rayos! Estrellándose contra mi sus embistes no se detuvieron pistoneando cual martillo sin descanso gruñendo entre cada acometida mientras con mis manos agarraba un puñado de las sábanas gimiendo en voz alta sin necesidad de vergüenza.

 

Cuanto lo extrañé.

 

— Mirame.

 

No podía, no podía...esto era demasiado.

 

— Con un demonio Peyton ¡mirame!

 

Temblorosa lo miré cuando sus manos que sujetaban mis piernas sobre sus hombros las llevaron contra el colchón y antes de poder saber que hacia estaba boca abajo con sus manos levantando mi trasero para así poder penetrarme y seguir embistiendo.

 

Una mano se deslizó lentamente por mi espalda para agarrarse de mi hombro y otra sujetó mi cabello tirando de el llevando mi cabeza bruscamente hacia atrás.

 

— Eres tan preciosa.

 

— Ghian...

 

Tirando de mi cabello guió mi cuerpo a encontrarse contra su pelvis, doblando el placer y doblegando mi sentido común.

 

Era una masa temblorosa y deshaciendome ante cada embiste no iba a durar aunque así lo hubiera querido, mi cuerpo sudoroso, mi garganta ronca ante los más que audibles gemidos.

 

— Estas apretando mi polla cariño, oh es tan bueno...tan, tan bueno ¿te vas correr?

 

— ¡Si!

 

— Hazlo cariño, correte sobre mi polla ¡ahora!

 

Mi cuerpo tembló, se sacudió mientras un orgasmo arrollador devastaba mi cuerpo oscureciendo mi vista, llevándose mi aliento como mi fuerza.

 

Y al segundo me desmaye.


A N T E R I O R            -           S I G U I E N T E



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