C A P Í T U L O 39

  STEPS

CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE


Peyton.


UN MES DESPUÉS

 

— ¿Vas a seguir lagrimeando por él?

 

Había algo divertido en ver a alguien tan dulce como Milo caer en picada, pero lo no lindo era que no estaba para nada aceptando este estado inútil donde está cabreado con la vida y no aceptando que estaba triste por su ahora ex.

 

— ¡No estoy lagrimeando por ese tarado!

 

— Claro que si.

 

— ¡Peyton!

 

— Por la mierda Milo Burgos, yo no voy a dejarte llorar negando tus sentimientos cuando sabes que lo que sientes por el es más que atracción y deseo sexual.

 

— No es verdad — murmuró mientras le daba un sorbo a su lata de Coca-Cola light.

 

No entiendo que mierda tiene de light, a mi parecer tiene más azúcar que la nomal, malditas publicidades.

 

Sacando las papas fritas de sus paquetes las coloqué en un cuenco más grande para ir donde el lagrimitas parece a punto de morirse en segundos.

 

— Al parecer voy a ser la perra fría en todo esto, ya que al parecer todos quieren ir a tu alrededor en puntitas.

 

Miré a Quan quien dejó su hamburguesa con suficiente mayonesa para embarrar sus dedos en la mesita de centro, para mirarme ofendido.

 

— ¿Perdón? Rompió con su novio.

 

— Eso no significa que debamos tratarlo como una mariposa, frágil que de un soplo se le desprenden las alas.

 

— ¡No soy frágil! — miró molesto a Quan quien levantó sus manos — ¡No me trates así!

 

— Eres un dramático — susurró mi mejor amigo tomando un puñado de papas y llevándolas a su boca.

 

Rodé mis ojos, empezando a añadir los aderezos a mi hamburguesa.

 

— Y creo recordar que no eran oficialmente novios, sino que les gustaba jugar a manitas calientes por las esquinas.

 

Quan aclaró su garganta llamando mi atención para señalar con sus labios a Milo, al verlo maldije.

 

Sus ojos azules cual cristal estaban empañados con lagrimitas que no deja deslizarse por sus mejillas.

 

Nos encontrábamos en lo que era ahora mi casa, ya que como sabrán estoy comprometida con los Weaver, no sólo con Reid, sino con los cuatro...y como tal ellos me pidieron mudarme a su casita mansión para oficialmente proclamar la cama de orgías nuestra.

 

Han habido muchas cosas pasando estos días, este mes ha sido uno de los peores en lo que a mi familia corresponde...al final me decidí por responder las cientas de llamadas perdidas de mi padre, cabe destacar que ya me esperaba las "dulces" palabras que me dijo pero el no se esperaba mi noticia, y esa fue la gotita que derrumbó su vaso...me dijo que ya no era su hija, que ya no es mi padre, que no comprendía que había echo mal para que yo cometa este terrible error, que no espere nada de él nunca más y al final sólo me dijo que dejaría de apoyarme en la Universidad con su dinero.

 

Fue difícil aceptar que mi padre decía todo eso.

 

Pero he estado toda mi vida escuchando ese tipo de cosas ¿lo peor que me ha dicho? Que por el camino que seguía iba a terminar convirtiendome en una puta y mi hermano en un drogadicto.

 

¿Qué lindos deseos no?

 

Y así quiere regresar con mi madre y estoy más que contenta de decir que mi madre no le interesa saber de el, además el no es ni guapo...no tiene nada para atraer a una mujer.

 

Aunque me quise negar al apoyo monetario que mis chicos me querían dar al final tuve que aceptarlo, era demasiado dinero para los años que me faltan de universidad.

 

Sigo trabajando en la pastelería, es un trabajo que verdaderamente aprecio muy aparte de que puedo tener a primera mano dulces suaves y calentitos.

 

Muy muy aparte.

 

— Milo...

 

— No — froto sus ojos mientras se enderezaba en su asiento — Tienes razón, no éramos nada no tengo porque andar así por alguien que...no me quiso.

 

Solté un suspiro.

 

— Había algo entre ustedes, algo que era especial...yo lo vi y estoy segura de que él también, pero como siempre los hombres le huyen al amor.

 

— Los tuyos no — murmuró cubriendo su alita de pollo con salsa rosada, le dio un gran mordisco — Se lansharon a la acchión sin dudar.

 

— Eso es muy distinto — comentó Quan quien dejó caer sus papas en su bocota — Primero el era hetero, por lo tanto eso trae más sal que azucar al asunto, segundo estaban a escondidas y tercero...

 

— El tipo era un tarado con el ego más alto que el de mi Mase — agregué.

 

— Exacto ¿entiendes?

 

Miramos a Milo esperando una respuesta.

 

— ¿Alguien dijo Mase? — un cuerpo cayó a mi lado y al voltear unos cálidos labios se presionaron contra los míos...y una lengua.

 

Si será...

 

Separé mi boca de la suya tentada a besarlo al ver sus labios rojos, suaves y tan míos...desplaze mi mirada hacia Milo.

 

— Sólo quisiera que el estuviera aquí, para estrangularlo un poco, quizás eso me haga sentir mejor y luego dejarlo que me mime ¿eso es mucho a pedir? — nos miró pareciendo un perrito perdido.

 

— ¿Quieres mimos? Mase puede hacerlo.

 

— ¿Tesoro, Mase no tiene voto en eso?

 

Voltee a verlo.

 

— No.

 

— Pero...

 

— Sería lindo, pero no gracias...siento como si lo necesitase a el, eso es tan molesto ¿por qué no puedo sólo olvi...

 

Su teléfono sonó y al sacarlo nos dijo que era su hermano, por lo tanto se levantó y fue a un lugar más privado.

 

— Ya hablé como mamá Alma.

 

Al escucharlo me puse nerviosa, una cosa era mi padre con su bulimia extraordinaria y otra era mi madre.

 

Ella al enterarse...estuvo sorprendida y muy confundida del porque había decidido comprometerme a tan temprana edad, supongo que a mis veintiun años aún soy muy joven, inmediatamente había dudado de las intenciones de mis chicos y llegó a tener una charla intensa por medio una aplicación que traduce las palabras del otro.

 

No me permitió estar presente ya que ella dudaba de que ellos pudieran haber hablado con la verdad.

 

Hasta la fecha no se de que hablaron, sólo sé que las cosas entre ellos y mi mamá fueron de la duda a la aceptación, por ahora lo único que sabía era que el quería hablar con ella para saber si aceptaba unos tickets de avión para que tanto ella como mi hermanito vengan.

 

Estaba emocionada por ello.

 

— ¿Y....?

 

Dejo caer su cabeza hacia atrás logrando que lo mire curiosa y quizás preocupada.

 

Quizás.

 

— Odio ese programa con cada pedazo de mi hermoso cuerpo ¡joder es una puta molestia! Voy a aprender español como me llamo Mase Weaver.

 

Deslize una mano sobre su muslo divertida ante su frustración, sabía que eso no sólo le molestaba a el sino también a Terrell, Ghian y Reid, estan aprendiendo español por medio de un programa y yo los ayudó con su pronunciación o cuando quieren saber cómo se dice algo en español.

 

Oirlos repetir una y otra vez cada palabra hace que los adore aún más, hacen esto por mi y yo se los agradezco cada noche mostrándoles mi profundo amor.

 

¡Qué cursi estoy!

 

— Mamá Alma dice que va a pedir unas vacaciones que le deben así pueden venir aunque me contó que tu papá puede ser un problema al momento de pedir su firma ¿por qué tiene que pedir su firma? — me mira de reojo mientras se estira dejandome ver un poco de la piel de su abdomen antes de inclinarse e ir por un poco de papas fritas.

 

— Mi hermano aún es menor de edad por lo tanto necesita la firma de nuestro papá para asi dar su consentimiento a que su hijo vaya a otro país, pero con todo lo sucedido no se si lo dejé venir — recogí mi vaso con soda de manzana sorbiendo un poco antes de mirar a Quan — ¿No se puede hacer algo si no obtenemos su firma?

 

El negó.

 

— Bruno sólo tiene nueve años es muy pequeño, tal vez ella pueda pagar una suma para que lo dejen venir ¿no me contaste que una vez tu papá hizo lo mismo?

 

Sacudi mi mano.

 

— No lo pudo llevar por avión pero si por bus, no es igual.

 

— Bueno, esperemos que tu mamá pueda con el.

 

— Podrá de eso estoy...¿Milo? ¿que te sucede ahora?

 

Lo veo regresar echo un mar de lágrimas, Quan y yo nos miramos confundidos ante la fuerza de sus solloz para levantarnos e ir hacia el.

 

— Hey ¿pero qué te pasa? — le pregunta Quan sacudiendo su hombro.

 

— No...no lo s-se — estruja sus ojos para mirarnos mientras parpadea consecutivamente sus ojos rojos — So-Sony me di-dijo algo muy bu-bueno...no se...no entiendo ¡porque estoy llorando!

 

Se deja caer contra Quan quien lo rodea con sus brazos con una mirada más que confundida en su rostro, yo mirandolo preocupada dejo caer mis ojos en Mase quien mira igual a mi mocoso amigo.

 

— Esto raya lo estúpido, creo que debemos adelantar nuestros planes.

 

Lame sus labios luchando por no sonreír.

 

— ¿En serio?

 

— Claro — volví a mirar a Quan quien asintió en acuerdo — Milo viene con nosotros, necesita despejarse de toda esta mierda y quien sabe...puede que tenga una de esas aventuras de verano.

 

— No es verano.

 

Rodé mis ojos.

 

— Sólo es una forma de hablar y tú...¿sabes que? Llama a Dust y dile que empaque, voy por Reid quien debe terminar su clase en media hora — señalé a Mase — Dile a los demás y arreglen su equipaje, mañana partimos.

 

Asintio más que gustoso.

 

(….)

 

Odio, odio, odio...

 

Con cada pedacito de mí alma las escaleras, las detesto, aborrezco, por mi si dejan de existir sería más que perfecto.

 

Puede que dos pisos no sean la gran cosa para muchos y puedo asegurar que me encantan las largas caminatas a lo desconocido, lo que no soporto es la subida de escalones.

 

Pero si quería llegar a uno de mis prometidos debía subir escalones ya que ascensor no hay, hoy mi Reid estaba en el aula número 302 presentando un proyecto que había echo en grupo con otros dos estudiantes, por mala suerte no le tocó con ninguno de sus hermanos...hermanos que dieron sus exposiciones días antes ya que al parecer era un grupo por día.

 

Pobrecito.

 

Aún así sabía lo bueno que era mi hombresote de brazos tatuados con su carrera para no estar preocupada, y para mi suerte cuando estoy llegando la puerta del salón es abierta y Reid sale.

 

Pero no está sólo.

 

Sabía que tenía compañeras, sabía que en su grupo había una chica y también sabía lo que sus manos codiciosas querían como su boca, manos y ¡todo su vil ser!...pero la entendia ya que para dar dicha exposición debían presentarse con trajes más que formales con una presentación impecable y el traje que Reid eligió más que perfecto era el indicado para el ya que se ajustaba a sus músculos del modo correcto, el saco de un tono negro, camisa de un sencillo blanco y fina corbata negra, los zapatos bien lustrados y el pantalón ajustado, su cabello cepillado hacia atrás dejando su rostro sin molestias.

 

Hombre hermoso como suculento.

 

Y aquella mujer estaba tocandolo.

 

¿Celosa? ¿yo?

 

¡Qué va!

 

Tengo puesto un anillo de compromiso en mi manita izquierda ¿en verdad creen que dudaré de el? ¿de ellos?

 

Continuó mi camino llegando a la vista de mi hombre quien posa sus ojos en mi pareciendo sorprendido al verme para luego dejar esa sonrisa que es sólo mía deslizarse en sus hermosos labios, le devuelvo la sonrisa.

 

Sin prestarle atención a la mujercita me acerco colocando mis manos en su cubierto pecho deslizandolas a su cuello donde lo rodeo para poder besarlo.

 

Al instante sus brazos me rodeaban.

 

— Hola, hola nena ¿y esto?

 

Dejo otro beso en sus labios que el gustoso responde, no dejo de rodear su cuello mientras hablamos.

 

— Tengo noticias.

 

— ¿Buenas? ¿malas?

 

— Depende — acaricio su corbata mirando a está con sumo interés.

 

— ¿De?

 

Sonreí al escuchar su voz denotar sumo interés ante mis palabras.

 

— De que tan bien tomes la idea de que haya adelantado nuestro viaje.

 

Espero ansiosa su...

 

— ¿No estas bromeando, verdad? — una mano agarra mi barbilla levantandola haciendo que vea sus ojitos brillar ante mis palabras — Joder nena, di que no es una maldita broma.

 

— Nunca bromearia con esto.

 

El maldice por medio segundo para después dejar caer sus labios sobre los míos besandome como sabe me gusta ser besada, su boca reclamando cada suspiro de mi boca intruciendo su lengua intensificando mis jadeos como mi deseo, mi cuerpo tiembla mientras tiro de su cabello despeinando su perfecta melena.

 

— ¿Cuándo nos vamos? ¿mañana? — pregunta emocionado separando nuestros labios.

 

Me encogi de hombros, respirando agitada.

 

— Eso también depende.

 

— ¿De qué?

 

— De cuán rápido puedas hacer tú maleta.

 

Sus manos ajustan su agarre en mi cintura levantandome mientras gira haciéndo que suelte un chillido seguido de una maldición, cuando deja de girar y me coloca en el suelo desliza ahora sus manos sobre mi trasero, agarrandome.

 

— Nos vamos está noche ¿nena, estas lista para ser nuestra?

 

— Más que lista.


A N T E R I O R         -          S I G U I E N T E




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