STEPS
CAPÍTULO CUARENTA
Peyton
— Creo que estamos
haciendo algo mal.
— ¿Cómo se puede hacer
esto mal? — le pregunté confundida a Quan mientras sentía las gotitas de sudor
deslizarse por mi cuello hacia mis senos.
Ugh.
— ¿Golpeando muy fuerte? —
murmuró mientras estiraba su brazo sin alcanzar a darle.
— ¿Golpeando a uno de
nosotros? — agregó Milo tirandose y dándole a la pelota.
Hice una mueca ante esa
verdad pronunciada, Quan era una verdadera mierda apestando por cada uno de sus
poros en este deporte...sabia que el squash
no sería pan comido pero era incluso más difícil con alguien atinandote cada
tres de cuatro veces a tu cuerpo.
¡Apestaba!
Levanté mi raqueta cuando
noté que la pelota se dirigía hacia mi, golpeandola no con tanta fuerza la
mande contra la pared haciéndola chocar y rebotar para ir hacia...
Hubo un golpe detrás de
nosotros a lo que giré levemente mi cabeza para encontrar a mis chicos
saludandome, sonreí contenta de verlos e iba ir hacia ellos.
Pero una cosa golpeó mi
oreja.
— ¡Maldición Quantoin!
— ¡No me llames así! — me
señala a lo que levanté mi puño dispuesta a golpearlo.
— ¡Pues apunta bien esa
mierda la próxima vez!
— ¡Es una pelota! ¡la
mierda se guía sola cuando la golpeo!
— Hombre, apestas en esto
tan mal.
Giré hacia Milo quien
tenía recargada su raqueta en su hombro todo fresco y hermoso, como un helado
de chocolate con chispas de chocolate bañado en chocolate caliente.
Demonios.
Ahora quiero un helado.
— Vez — señalé a Milo con
mi mano — Hasta Milo se dio cuenta que la falla eres tú.
— ¿Falla? ¡yo no estaba
fallando!
Recargue mi mano sobre mi
oreja frotando para quitar el dolor y esa punzada que me está irritado, joder
con el.
— Nos golpeaste más veces
de las que diste en la pared, eso se llama fallar idiota — rode mis ojos cuando
se cruzó de brazos dispuesto a no dar nada por sentado, se hacía el muy muy — No me vengas con tu estado divaza.
— Dejaré pasar esto sólo
porque es tu día especial, eso sí...— me señaló con su raqueta roja — La mierda
ardera como Troya cuando tenga mi venganza.
Moví mi mano quitándole
importancia a sus palabras para girar e ir hacia la puerta y salir de este
lugar que me tiene sudando a mares.
— Aún no entiendo tu apuro
— dijo Milo detrás mío saliendo también del cuarto para seguirme hacia donde
mis chicos estaban con el entrenador de squash que nos dio las raquetas, la
pelota y el lugar para tener nuestro momento de autosuicidio.
Dejé caer mi raqueta negra
frente al señor para girar a mirar a Milo y Quan quien parecía igual de
curioso.
Solté un lento suspiro.
— Es más por no querer que
me deporten.
Sus ojos se abrieron
alarmados.
— ¿Deportarte?
— ¿Por qué siquiera harían
eso? Ni que fueras una espía enviada de tu país — Quan parecía hasta incrédulo
¿no me creía?
— Su papá la dejó sin
dinero en un país extranjero sin saber cómo eso la afectaría, habría sido
expulsada de la universidad si no hubiéramos pagado su semestre y dado que lo
único por lo que se le permitía estar aquí era estudiar...al ser revocada la
ayuda de un padre de familia se la considera desvinculada y su visa expira —
contestó Terrell quien acercándose me miró nervioso — No es que te vieramos
como una responsabilidad, ni como un acto de caridad, eres nuestra novia y
haríamos todo por ti.
— Mucho mas ahora que
serás nuestra esposa legalmente — agregó Reid acercandose detrás mío para
rodear mi cadera con sus brazos y dejar caer su rostro contra mi cabeza — Mejor
dicho serás mí esposa.
Confundida giré para
mirarlo como a los demás, Ghian soltó un bufido que hizo que deje caer mis ojos
en el.
— Tenías que abrir tu
bocota — golpeó la nuca de su hermano para mirarme — Hablaremos de eso en el
hotel cariño ¿qué tal si primero vamos a almorzar?
— Pues...
Alguien tiró de mi brazo
mientras le respondía a mi chico.
— Claro ¿a qué hora
empieza el show?
— Ocho, todavía tenemos
mucho tiempo.
— ¡Falso!
Salte un poco ante el
grito combinado de Milo y Quan quienes ahora tenían mis brazos agarrados
entrelazados con los suyos ¿cuándo en el infierno paso eso? Trate de
quitarmelos de encima pero no me soltaron.
— Tenemos mucho que hacer
antes del gran momento ¿verdad Milo?
— ¡Si! Tenemos que ir a
conseguirlos unos suculentos esmoquin donde Peyton elegirá el perfecto color
del pañuelo ¿ya lo escogiste, verdad? — me preguntó a lo que...— Luego tenemos
que ir a escoger cosillas para la noche de bodas ¿tenemos la cita con la señora
en la peluquería? No la dejaré pisar el altar con...esto.
¿Esto?
¡Aaaaa!
Eso era algo que tenía que
hacer, no había un si me sobra tiempo,
o un lo haré cuando se pueda ¡No! La
cosa debe hacerse ya y aunque tenía pensado regresar a mi tono rosa algodón de
azucar la cosa no creo que sea así, no soy de ponerme un color dos veces y si
lo hago espero que pase su tiempo, año o año y medio después, ahora he estado
viendo uno que otro Rosa que me encantaron pero me decidí por:
Rose Gold.
Perfecto, precioso y me
encanta.
Ahora, sólo debía ir a una
peluquería y rezar para que no hagan una locura terrorífica en mi cabello
¿imagínate que no me hagan lo que pague?
Hablando de pagar...
— Oye Quan — tiré de su
oreja — ¿Cómo cuanto saldrá toda la cosa que me quiero hacer?
— Pey, yo nunca preguntó
precios, mi papá paga por todo — hizo pose de niño mimado y ricachon ¿existe
una pose así?
Como sea...el la está
haciendo.
— Pues bien por ti, yo no
tengo un papi así, necesito saber el precio de todo así puedo saber si puedo
pagarlo o...
— Tú no gastarás ni un
jodido centavo nena — Reid quien habló sacó su billetera.
Oh no, oh no, oh no.
No, no, no, no.
— Usa la mia hasta que
pueda sacar la tuya, creo que la tendré mañana después de casarnos así tendrá
tu apellido de casada — la extendió, la miré cual bicho raro — ¿Saber usarla,
verdad?
¿Qué cosa dijo?
— ¡Yo la usaré por ella! —
la tarjeta en manos de Reid fue retirada por las manos pegajosas de Milo —
¿Tienes un límite que poner o podemos gastar con locura?
— Soy dueño de un club que
llena mi cuenta con dinero cada segundo que pasa, podré con algunos billetes
gastados.
Sali de mi shock
momentáneo lanzándome hacia Milo y arrebatandole la tarjeta de crédito de Reid,
a quien se la pegué en un segundo contra su pecho.
Confundido me observó.
— ¿Nena?
— No puedo — negué sin
mirarlo a los ojos, mi vergüenza sobrepasaba los límites de cordura — Reid no
puedo aceptarla, yo no soy así, no sabes la vergüenza que me da el imaginarme
comprando en mil tiendas cosas que tal vez no necesite, no puedo, me siento
egoísta al hacerlo.
— ¿Tesoro, por qué ibas a
sentirte egoísta? — me pregunta Mase a mi costado, giré mi cabeza para mirarlo.
— En Ecuador el darse
estos lujos que ustedes tienen para comprar lo que quieran sólo es para los
ricos, he vivido toda mi niñez en compartir lo que tengo, no codiciar, no
desear, porque duele tanto cuando algo te gusta pero sabes que no puedes comprarlo...no
puedo pensar sólo en mi, no puedo sólo tomar la tarjeta de alguno de ustedes y
gastarla sin más, yo no soy así y se siente...mal.
— Nena — dedos acariciaron
mi mejilla devolviendo mi mirada hacia Reid quien acaricio mis labios — No voy
a obligarte a tomarla, no quiero eso, pero te ruego, te suplico que la uses, en
unas horas serás mi esposa y eso no
significa que seré tu dueño o qué debo ocuparme de todos tus gastos y anhelos
pero lo haré, te compraré lo que quieras porque lo deseo y te conozco porque sé
el tipo de mujer que eres, vengo conociendote de muy poco y en ese lapsus
llegue a saber tanto de ti, no veas mi tarjeta de credito como algo que debes
usar sino como un regalo mío, todo lo que te compres sera de mi parte.
— ¿Tuya? — susurre confundida.
— Mía — una sonrisa
maliciosa adorno sus suaves labios — Así, que cuando estés comprando esa
tentadora lencería piensa en mi, en todos nosotros, busca algo bonito,
provocativo, sobre todo facil de quitar, compra tanta lencería como quieras porque
ese será mi regalo para todos nosotros.
— Te daría mi tarjeta para
que compres mucha más si la tuviera conmigo — agregó Ghian mientras sonreia en
nuestra dirección.
Mordi mi labio superior.
— ¿Aceptas?
— Esa pregunta es para más
tarde — me deslice fuera de sus brazos y su olor, y sus labios toda esa
tentadora piel visible — Pero voy a usarla, con moderación y sólo en lo que
piense es muy necesario.
— Por favor considera
necesario el vestido de novia — murmuró Quan con una mano entrelazada entre la
de Dust.
Sip, el hombresote también
vino.
— Lo es, pero no tanto
como quisiera — les guiñe un ojo a mis hombres — De eso ya hablaremos, también,
en el hotel.
(….)
— Tienen treinta minutos
para asicalarse, vestirse y salir, no tenemos tiempo que perder — nos dijo Quan
a Milo y a mi.
Divertida levante una
ceja.
— ¿Algo mas patrón?
— ¿Asicalarme? No soy un
gatito QuaQua.
— ¡Vuelve a llamarme asi y
hago que un negro te viole!
Creo que recordó que su
novio era morenito chocolate porque sus ojos se abrieron y girando agarro entre
sus manos el rostro de Dust quien lo miraba divertido.
— No me refería a ti
cariño y no quiero que tomes mal el decir negro porque tu eres morenito pero
tan ardiente — se rió nervioso para denuevo girar fulminando a Milo con sus
ojotes — ¡Ves lo que me haces decir!
— No me metas en tus
deslices — movió su dedo sacudiendolo de lado a lado para empezar a entrar a su
cuarto — Tu boca no la mia.
Cerró la puerta en
nuestras caras sin dejar a mi mejor amigo replicar a lo que le di un vistazo a
Quan para inmediatamente empujar a mis chicos a nuestra habitación de momento y
digo de momento porque tenemos la
habitación matrimonial reservada para esta noche.
Nuestra luna de miel.
El cosquilleo que recorre
mi espalda es delicioso y decadente ante las imágenes de lo que deseo pase esta
noche entre nosotros, imágenes tan claras como la luna y tan brillantes como el
sol con una perfecta calidez cubriendo todo mi cuerpo.
Esta noche debe ser
perfecta
Y espero encontrar el
conjunto perfecto, tanto vestido como esa cosilla que va debajo...color,
estilo, tamaño ¡tantas cosas!
Perfeccionista podrían
decirme pero esto solo pasará una...nop,
si por mi depende habrá segunda boda donde mi familia estará integrada.
— ¡Nada de sexo! ¡tenemos
cosas que hacer y comprar!
Una señora que salia de su
habitación nos quedo mirando notando confundida que delante mio habian cuatro
chicos conmigo empujandolos mientras el demente de Quan gritaba sexo hacia
nosotros ¿por qué mejor no me disparaba?
La poliandria es un delito
muy grave sancionado con la cárcel y sus años de encierro, mi Dios.
Reí nerviosa para girar y
mirar a Quan quien tenía sus ojos abiertos de par en par mientras sus labios
boqueaban cual pez.
— Me daré prisa.
Girando volví a empujarlos
por el pasillo girando en la esquina hacia nuestra habitación, esperaba que la
señora no haya captado lo que tenemos.
Entramos a lo que corrí y
me eché de espaldas en la cama, solté un largo quejido mientras frotaba mi
rostro.
— Si vas a matarlo, que
sea mañana hoy lo necesitas — dijo Terrell recostandose a mi lado.
Abri mis ojos.
— Es que no me lo puedo
creer ¿ven la metedura de pata que tuvo? ¡esa señora pudo enterarse de todo y
Dios sabe en qué mierda estariamos ahora!
— Hablaré con el idiota, y
con Dust para que vigile su boca — dijo Reid mientras hacía algo, me levanté un
poco notando que estaban desvistiendose, todos.
Mi...Dioses Griegos.
— Ustedes perturban mi
libido.
Sonrisas destellaron en
sus bellos rostros.
— ¿Serán caballerosos con
vuestra futura mujer y la dejarán usar el baño primero?
Me levanté desabrochando
los botones de mi pantalón algo que llamó la atención de los cuatro mientras lo
deslizaba de mis piernas, dejando mis piernas desnudas.
Seguido de mi camiseta y
mis zapatos deportivos, quedé en ropa interior desfilando frente a ellos
haciendo mi camino al baño.
— Bye, bye mis amores.
Dejé la puerta abierta, ya
sabrán lo sucedido bajo el rocio de la lluvia artificial.
(….)
— ¡Milo Burgos abre la puerta!
Confundida ante el
alboroto caminé más rápido hacia donde la voz de Quan superaba los límites
establecidos del hotel, ya que el ruido que molestaba a los demás huespedes era
informado al gerente.
— ¿Qué te toma tanto
tiempo?
— Lo siento señor, es que
la llave no la encuentro.
Cuando llegué vi a Quan
quien estaba frente a la puerta de Milo con uno de esos botones con un montón
de llaves en su mano, mi amigo estaba con el ceño fruncido mientras miraba al
hombre con molestia.
— ¿Qué está pasando aquí?
— pregunté acercándome a ellos.
— Peyton, algo le paso o
eso creo pero llevo llamándolo desde hace media hora y no sale — tras su ceño
fruncido pude ver que estaba sumamente preocupado por la inactividad de nuestro
amigo, mi ceño se fruncio.
Le quité las llaves al
chico quien sobresaltado empezó a murmurar que se las diera más no le hice caso
al empezar a probar cada llave con rapidez, venga que abrir y cerrar candados
es algo que sé hacer muy rápido.
— Bien — la puerta se
abrió a lo que retirando la llave se la tire al chico mientras Quan y yo
entrábamos en la habitación llamando a gritos a Milo.
Cuando entramos a su
habitación y no lo encontramos allí me dirigí hacia el baño donde lo encontré.
— Dios — corriendo hacia
el me dejé caer de rodillas a su lado — ¿Milo? ¿Milo?
Sus pestañas rebolotearon
sobre sus pálidas mejillas, mientras se removia inquieto y cuando sus ojos se
abrieron me miró por segundos como si no me reconociera antes de agitarse aún
más mirando a sus costados.
— ¿Peyton? ¿qué está
pasando? ¿qué hacen aquí? — mira donde se encuentra echado en el suelo
recostado contra el inodoro donde un olor putrido surge de su interior.
Estaba claro que había
vomitado y de paso se había desmayado.
— Debemos llevarlo al
hospital — me dijo Quan acercándose tirando del inodoro para que ese olor
desaparezca — No ha estado comiendo como debe y con todo eso del bajón que tuvo
tras lo de...
— No quiero hablar de él —
susurró debilmente Milo intentando levantarse pero sus piernas parecían
temblar— Y no quiero ir a un hospital, estoy perfectamente bien.
Lo miré con una ceja
alzada mientras lo ayudaba a levantarse, luego sonreí hacia Quan.
— Es tan lindo al creer
que tiene opción.
Un bufido surgió de Milo tras
un quejido y fue Quan quien rió tirando de este medio muerto.
(….)
— Ya no puedo comer más —
se quejó haciendo que ruede mis ojos.
— El Doctor dijo que
necesitabas recuperar fuerzas — le recordé.
— El Doctor dijo que
mañana estarían los exámenes listos ¡ni siquiera sabemos que tengo! — volvió a
quejarse sorbiendo de su batido.
— Eres un crío, pero bueno
has comido dos donas y un batido de aguacate, aún no puedo creer que te guste
eso ¿crees que es suficiente?
Me coloqué los tacones que
le dependienta me prestó luego estire el brasier haciendo una mueca al instante
que me vi en el espejo.
No me gustaba.
— Han sido dos horas desde
su desmayo, supongo que toda esa azúcar le hará bien pero aún así necesita
comer algo con proteínas, tal vez una sopa o algo de carne antes de la boda no
sería malo — me acerqué a la cortina corriendola un poco, lo suficiente para
sacar mi cabeza — Y para que sepas el batido de aguacate es delicioso, mundano.
Regresé tras la cortina
cerrandola para tirar de las ligas hasta los muslos, para empezar el color no
me gustaba ¿no tienen algo menos vulgar y mas...dulce?
— ¿Nos dejarás ver o debo
correr la cortina? — preguntó un impaciente Quan con su voz algo cerca de mi.
Me queje.
— No me gusta, luzco como
una puta y de las baratas que estan en las esquinas de mi país.
— ¿Qué clase de puta
quieres ser?
Abri la cortina dejandolos
ver.
— Una que no luzca así —
me señalé a lo que ambos fruncieron sus ceños — Quiero lucir sexy pero a la vez
dulce, quizás la típica chica inocente que es sensual sin rayar lo puta.
— Un conejillo inocente —
murmuró Milo mientras terminaba su batido para señalarme con el frasco — Ahora
sólo luces como una dominatrix muy zorra, nada que ver contigo.
— ¿Es el corsé? — pregunté
acariciando esa parte seguido de tirar de los tirantes para seguir al liguero —
No se que es pero el color lo empeora ¿no tendrán algo más cálido?
Quan soltó un bufido.
— No creo que cálido sea
la palabra para luna de miel ¿estas segura de que no te gusta y si fuera
blanco?
Negué.
— Está demasiado cargado,
quiero algo menos sin todo esto...— señalé por completo el traje — Me gustaría
más sin tirantes y corsé, les juro está cosa me está matando.
Volví a tirar de las ligas
para girar y deslizar la bata que me ofrecieron al entrar a los vestuarios,
para salir y recorrer por tercera vez todo el lugar.
— Debe haber algo que se
parezca a lo que quiero.
Habian tantos modelitos
que lucían hermosos pero no eran lo que mi yo interna deseaba, sé que cuando
vea el atuendo perfecto lo sabré con certeza.
— ¿Y eso sería? — preguntó
Milo acercándose a mi seguido de Quan.
— Sin tirantes, sin
liguero y les suplico que sin corsé ¿saben que? Adoro el encaje, eso puede
ayudar.
Y lo hizo.
(….)
Hubo un momento en mi vida
que pensé: Nunca nadie me amará, o
por lo menos nadie nunca se interesará
por mi ¿la vida da sus vueltas, no? En Ecuador era considerada una más del
montón había un monton de chicas iguales a mi como también un sin número de
chicas que me superaban y por mucho.
Lindas, delgadas e
inteligentes.
Yo no era nada de eso.
Me consideraba una chica
con un lindo rostro, era rubia natural y con un físico que no podría superar la
talla quince o me sentiría realmente enferma, antes me decía a mi misma: Quién me ame me amará con mis defectos.
Pero un día decidí que no iba a limitarme, empece a aumentar mis ejercicios
matutinos, mis batidos para adelgazar no se saltaban días o semanas y la comida
disminuyó en cantidad hasta que mi estómago se acostumbró a una determinada
cantidad.
Aún sentía unas ganas
horrendas por una deliciosa hamburguesa, los dulces siguen siendo mi pasión
como las cosas ácidas mis travesuras mensuales.
Pero todo valió la pena,
para entrar en este vestido...no era el típico vestido de novia este era de dos
piezas con la parte de arriba tipo camiseta blanca en que el borde llegaba dos
centímetros debajo de mis senos con el cuello en U, las mangas y las copas del
brasier siendo lo único de tela blanca no transparente, de ahi mi torso era
perfectamente visible con algo de encaje donde se unía a la pieza número dos
que era una tela blanca fina que llegaba hasta mis talones cayendo en A, unos
lindos tacones que esperaba resistir por toda la noche y mi cabello en suaves
hondas de Rose Gold cayendo sobre mis hombros.
Y estaba perfectamente
maquillada, algo suave no tan recargado.
Observé mi rostro en el
espejo de la habitación que me correspondía, recogí mi teléfono capturando una
foto de cuerpo completo y enviandola a mi mamá...como quisiera que estuviera
aquí.
Me prometí no llorar, las
bodas no son para llorar y más cuando te casas con los amores de tu vida
¿divertido, no? Hoy no sólo me uno en matrimonio con Reid sino tambien con
Ghian, Terrell y Mase por igual.
Permitiéndonos amarnos por
la eternidad.
Nos casaremos en The Little Chapel of the Flowers, donde
habíamos averiguado cada solicitud antes de lo previsto así obteniendo nuestra licencia de matrimonio con tiempo
suficiente, más bien ellos lo hicieron con la esperanza de casarnos lo más
pronto posible yo sólo acepté con la condición de una futura boda donde
nuestros seres más queridos estén, no me quejaba de tener está primera boda en
Las Vegas pero necesitaba asegurarme de que la verdadera boda iba a darse.
Hoy finalmente aceptaron.
— ¿Lista?
Gracias al espejo pude ver
a Milo quien se acercó y colocó una mano en mi hombro, su cuerpo lucia un
perfecto esmoquin con la pajarita del color de mi cabello, nada de pañuelo con
la pajarita estoy más que bien.
— Te vez hermosa —
sonreimos para girar hacia la puerta donde inhale y exhale varias veces, los
nervios me inundaron más no la inseguridad.
Esto en verdad estaba
pasando.
— Guiame hacia ellos.
A N T E R I O R - S I G U I E N T E
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