C A P Í T U L O 4

SO TIED

CAPÍTULO CUATRO

 

Aldran


— Ya te he dicho todo.

Se acerca al muro transparente colocando su mano contra esta, copio su acción sin dejar de mirar su rostro.

— Ni si quiera siendo el sanador líder puede tener toda la información, ya que todos fueron encerrados sin el saber porqué.

— ¿Cómo supiste que el hia había sido abierto?

— Podemos estar encerrados...

Dio media vuelta para agarrar su qioz, buscar algo en ella para luego girará y mostrarme la pantalla, mi ceño se frunció y dolió ante la vista.

— Pero aún tenemos las cámaras a nuestro favor.

— ¿Quién es ella?

Suelta un suspiro.

— Ahnia, era una de mis aprendices, debí saber que algo así pasaría cuando la escuché hablar del hia — negó para mirarme fijamente — Quería obtener una muestra del hia para hacerle un grupo de exámenes y así averiguar la genética de este.

Negué.

— Es una idea absurda, ya sabemos de que está echo y como trabaja, no podemos arriesgarnos a aquello sólo por la curiosidad de una mujer.

Apreté mis labios al recordar su cuerpo tirado en el suelo, y tal y como encontrábamos otros cuerpos afectados por el hia este se había fosilizado enviando todas las células como tejido y músculos a desaparecer.

No era un sanador, pero estaba informado.

— Lamentablemente Ahnia tuvo un terrible final al querer alimentar su curiosidad, pero eso no recae en ti, todos saben que no se debe manipular el hia.

Tuve ganas de rodear lo con mis brazos como sabia necesitaba, y el solo ser incapaz de hacerlo, es estresante.

— ¿Puedes quitar esto?

Toque con mi puño la pared mostrándole a lo que me refería.

— Quiero tocarte mi imeth.

El ¿se puedo nervioso? Hubo un sonrojo peculiar y delicioso que quería lamer y encontrar su fin, observe mi banda aun a pesar de que sabía había comenzado hace poco su cuenta.

— No puedo quitarla, toda puerta aunque sea pequeña a sido cerrada para mantener nuestra seguridad, lo siento.

Trate de no mostrar lo decepcionado que estuve tras su noticia, pero al verlo solo pude notar el anhelo en sus ojos y en como sus manos inquietas se colocaban en el vidrio frotando de manera casi imperceptible.

— ¿Sucede algo imeth?

El hace una mueca para soltar un quejido.

— Es el estado, me tiene....me tiene todo....

— Necesitado de mi toque — complete por el sabiendo lo que quería decir.

Sabía cómo se sentía, pero, había cierta diferencia una muy grande entre el y yo, no somos el primer enlace de hombre y hombre por lo tanto sabemos que en nuestra especia y en cada enlace debe haber un líder.

En nuestro caso, ese soy yo, me he dado cuenta por cómo respondió su cuerpo a mi toque, como dejó que guíe su cuerpo tomando todo sin queja.

Y eso solo lleva a lo inevitable, tal como sucedería a una sameth el cuerpo de mi imeth está siendo preparado para tomarme, creando un lubricante natural por donde haré mi reclamación así no tendrá dolor alguno, solo placer.

El pensamiento de ello, hace que suelte un gruñido en parte torturado como placentero, sentir como toma todo mi miembro será mi placer.

— Aldran.

Se queja mientras pega su cuerpo al vidrio, su mirada nublada y necesitada fija en mi, todo en mi ruge por apaciguar su dolor y darle todo el placer que mi hermoso imeth quiera.

Pero la pared.

Es una molestia.

— ¿Estas húmedo imeth?

El asiente sacudiendo sus caderas de manera necesitada, observo toda la pared buscando algún huevo por muy diminuto que sea, se que si lo toco su necesidad como la mía disminuirán.

Bueno...

La de el, en mi caso, es muy diferente, al ser el dominante y estar en estado mis deseos por poseer a mi imeth son colosales, el poder oler su necesidad desde aquí está nublado mi juicio.

Y no quiero eso.

Por qué el enloquecer me llevaría al estado Graha y es algo a lo que no quiero llegar, solo debo salir de este lugar, pero antes se debe solucionar todo con la expansión del hia.

— ¿Sanador Quiol?

Un susurro es escuchado a través de la puerta, pero mi imeth no parece haber escuchado al estar mirándome con atención, que dicha tener toda su atención pero en este momento se necesita del sanador.

— ¿Sanador Quiol?

Esta vez la voz es más alta, y de una mujer.

— ¿Imeth? — lo llamo obteniendo su atención para con mi dedo señalar la puerta de entrada — Hay una mujer detrás de la puerta preguntando por ti.

Parece desconcertado por mis palabras.


Kahol


Aldran me dice algo que creo es importante, trato de procesar sus palabras ¿una chica? Miro a nuestro alrededor sin ver a ninguna para volver a verlo igual de confundido, pero su dedo me señala un lugar y al girar puedo ver que es la puerta.

Pero no podemos salir, todo esta...

— ¡Sanador Quiol!

Me sobresalto para correr hacia la puerta y ante cada paso la neblina que cubría mis pensamientos y el dolor punzante como necesidad que sentía con tanta fuerza disminuye su intensidad.

Me pongo delante de la puerta esperando que esta abra, al fruncir mi ceño recuerdo todo lo que esta pasando para tocar la puerta.

— Aquí el Sanador Quiol.

— ¡Gracias a los dioses! ¡Por favor, tiene que ayudarme no se que esta pasando!

La voz sonaba llena de un agudo miedo.

— Estaba llevando algunas vacunas para ser transportadas a Egor 9 cuando las alarmas sonaron y todas las puertas se cerraron ¿qué esta sucediendo?

Mire hacia atrás donde mi compañero estaba encerrado, estaba seguro de que podía escuchar nuestra conversación, aun así, no te idea de porqué voltee a mirarlo.

— Permanece en calma ante lo que te diré — volví a hablarle, debía hacerle entender la gravedad del problema además de mantener su calma — Una de las cápsulas de hia que fue transportado en la mañana aquí ha sido abierta.

— ¡Oh no!

— Las puertas están bloqueadas para poner mantener encerrado el hia, pero también seguros a las demás personas en el centro médico.

— Pero...pero yo estoy aquí ¿me va a pasar algo? Estoy desprotegida aquí fuera.

Lo estaría si hubiera una brecha en el laboratorio que resguarda las cápsulas, pero por suerte seguían ahí.

— No debes preocuparte, el hia no ha traspasado las barreras dispuestas en el laboratorio.

Mientras hablaba una idea se me ocurrió, algo para mantenerla ocupada.

— ¿Cuál es tu nombre?

— ¿Mi nombre?

— Si, dímelo.

— Soy Mara.

Frunciendo mi ceño busque en mi memoria a Mara, no recordaba a una y eso solo quiere decir una cosa.

— ¿Humana? — tantee con seguridad.

— Si, llevo aquí dos meses.

Recordando que el tiempo es definido de manera diferente tuve que calcular cuanto tiempo era.

— Bueno Mara, necesito que hagas algo, no podemos correr riesgos y necesito saber cuantas personas tanto sanadores, pacientes y niños hay en todo el centro medico ¿crees poder hacer eso por mi?

— Yo...solo quiero entrar — cerré mis ojos triste ante su desolación.

— Lo sé, pero me es imposible no tengo poder alguno ante las puertas, fue un cerrado permanente hasta que el hia sea neutralizado.

Me di la vuelta posicionando mi espalda contra la puerta mirando a mi compañero que seguía de pie sin perderme de vista, bueno, no es como si pudiera ir a algún otro lado.

Aún así no quiero escapar de él.

Ya no.

— Yo, haré lo que me pide, así por lo menos me mantendré ocupada, volveré al terminar con los resultar Sanador Quiol.

Escuche sus pasos alejarse lentamente de mi puerta, temí por ella, no estabas seguro de sí en algún momento algo de hia se filtrar por las puertas, temía ello.

Pero eso solo me motiva para encontrar una salida.

Suelto un gruñido irritado para volver a mi compañero, aun a pesar de tenerlo a pocos pasos, esa pared se interpone en nuestro camino.

El solo recordar el camino que llevaría tenerlo conmigo hace que mi cuerpo se tensé y agite ante el dulce recuerdo de su cuerpo contra el mío y sus labios codiciosos devorándome.

— ¿Estas bien?

El suelta un bufido.

— Mi imeth esta de ese lado con el estado haciendo estragos tu cuerpo, puedo olerte dulzura — se tensa para inhalar profundamente, y es cuando sus ojos se cierran y un gruñido ronco brota de sus labios que se me ha olido.

Trago saliva necesitado.

— Estar aquí encerrado es una maldita tortura, pero el tenerte ahí necesitado de ser llenado y poseído, esta tomando todo de mi controlarme.

— Al...

El qioz que se encuentra en mi mesa empieza a emitir una señal de llamada entrante, voy hacia allí cuando un rostro parecido al de mi compañero más envejecido y con el cabello más blanco aparece en mi pantalla.

— Capitán Reg.


A N T E R I O R               -               S I G U I E N TE


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