C A P Í T U L O 5

SO NAUGHTY

CAPÍTULO CINCO

 

Hacer el papeleo no era algo que estaba entre su lista de favoritos, follar, chupar, azotar y lamer a Zoy lo estaba.

Pero no podía hacerlo.

No cuando ayer la había castigado por ser una niña malcriada al gritarle, ella había estado refunfuñando desde ese momento sobre lo malo que era por dejarla así, y aunque muy bien podría haber satisfecho ella solita el ardor entre sus piernas, al parecer no era eso lo que ella quería.

Quería su polla.

Ella misma se lo había dicho cuando le había dado la opción de masturbarse, y está mañana había salido como un perrito castigado del departamento para su oficina a entregar los papeles de renuncia, bueno, ella era un perrito muy hermoso y caliente como el infierno con unas ganas de montarse sobre el como una campeona.

Y el quería eso, pero a ella le iba a encantar el orgasmo que pronto le dará, la destrozaría, deshaciéndola en miles de pedazos.

Si tan sólo pudiera terminar con este papeleo.

Había pasado la mañana entera comprobando sus ganancias, viendo como iba financieramente el negocio, si los papeles de venta de alcohol y comida estaban al día, y si las compras que pidió hace un mes ya habían sido colocadas en su lugar en el "calabozo" para esta noche.

No fue hace mucho, quizás año y medio cuando se unió con un antiguo dueño de un club de BDSM, el tipo sabía sobre ese interesante mundo más no estaba financieramente estable como tampoco era bueno llevando las cuentas.

Eso a Zeb se le daba muy bien.

Cuando la "mazmorra" comenzó la gente parecía nerviosa y algo incómoda al ver ese lugar, y aunque reticentes al principio ahora la mayoría de sus frecuentes clientes pertenecían a dicho lugar, viniendo por escenas, unos cuantos azotes, juegos de rol ¿y por qué no decir? Follado hasta la inconsciencia, porque si...este club no era homófobo, las parejas variaban de hombre mujer, a mujer mujer o hombre hombre, el límite era el cielo.

Pero tampoco llegaba tan lejos.

Habían reglas que todos debían seguir.

Por eso al querer ser parte de ese lado del club debías llenar un formulario con datos normales como personales, preguntas que sonrojarían a una virgen, pero era necesario como también los collares para los sumisos o sumisas bebes...allí nadie podía ser obligado, todo debía ser consensuado entre ambas partes.

El había visto alguna que otra escena, más curioso que nervioso, buscando el por que a alguien le gustaría ser atado y azotado o si quiera por qué alguien azotaría a otra persona ¿qué ganaban?

Fue durante una de las primeras escenas que vio fascinado como la sumisa jadeaba mientras su amo o maestro azotaba su trasero con una paleta de madera, su tierna carne había tomado un precioso sonrojo mientras los golpes caían trayendo la sangre a la superficie, el aliento se le había cortado para regresar en furiosos jadeos, había tenido que salir y encerrarse en su despacho para ver sorprendido como su polla había crecido en proporción.

El placer de lo deseado, le había dicho Dirk su segundo y maestro de la mazmorra, Zeb deseaba poder hacer eso con alguien le había explicado no era el sólo de abofetear era el de tener a alguien que confiase por completo en el que sin importar qué nunca dude de sus intenciones.

Lo había estado buscando y al fin parece haberla encontrado.

Más no pensaba hacer una escena con su hermana, nunca...no iba a compartir con nadie ni un solo centímetro de su hermosa piel, ni ver ni tocar, reglas.

Alguien tocó su puerta sacándolo de sus pensamientos, aclaró su garganta antes de decirle a la persona fuera que entre.

Volvió su mirada a los papeles sin comprobar quien era, aún tenía mucho trabajo que hacer, tener un día libre era posible pero sólo cuando todo estuviera en orden, no con dos guardias despedidos y entregas por ser recibidas.

— ¿Ocupado?

Levantando su cabeza dejando clavada su mirada en las curvas frente suyo sonrió de lado mientras echándose hacia atrás se recostaba contra el respaldar de su silla.

— No para ti.

Ella curvando esos suaves labios rodeo su escritorio para deslizarse en su regazo, ese vestido que se ajustaba a sus curvas de manga corta cuello en U y del largo hasta medio muslo, negro con pequeños pétalos rojos le hacían una figura delicada, toda una mujer con curvas pronunciadas.

— ¿Qué tal te fue?

— Mi jefe estaba sorprendido, incluso me ofreció aumentar mi sueldo y puedo asegurarte que estuve tentada — dejando sus pequeñas manos sobre sus hombros rodeo su cuello dejando caer su boca sobre la suya — ¿Cuánta será mi ganancia si trabajo contigo?

Intrigado la miró divertido.

— Inferior a la mía pero eso no importa, mi dinero es tuyo, siempre lo ha sido.

Ella lo miró sorprendida.

— ¿Desde cuándo?

Dejando caer sus manos en sus muslos fue deslizándolas hasta sus glúteos atrayéndola a su cuerpo, dejando sus senos llenos retozar contra su pecho, soltó un suspiro deleitado.

— ¿Importa? — murmuró levantando una ceja mientras la acomodaba sobre su polla más que interesada — Eres ahora mi mujer y si Dios nos permite pronto tendremos un bebé en camino, no debes preocuparte por el dinero.

— Nuestro bebé será tan mimado — sus uñas se clavaron en su cabello mientras sus caderas se mecían en su contra — Tan pero tan mimado.

Viendo como empezaba a buscar su placer restregándose contra su polla ya dura divertido sonrió reteniendo sus caderas escuchándola soltar un gemido ahogado.

— ¿En busca de algo mi amor?

— Quiero correrme — murmuró mordisqueando sus labios para hacer un lindo puchero malhumorado — Por favor.

Zeb inclinándose acaricio sus pechos sobre la tela con su nariz, odiaba el tenerla vestida cuando estaban así...pero no tenía tanto tiempo como el quería, y esto sería entre rápido y furioso.

No le dijo nada sólo recogió el dobladillo de su vestido subiéndolo hasta su cintura, molesto por encontrarla vistiendo bragas la deslizó fuera de su regazo quitándole de su camino dejándolas sobre su escritorio, ella...dándose cuenta de lo que estaba pasando llevó sus manos a su cinturón quitándolo de su camino deslizando su tibia mano en el interior sacando su dura polla, rodeándola mientras lo acariciaba y tentaba.

Excitado por su toque la colocó de nuevo encima suyo acariciando su montículo disfrutando de sus jadeos mientras sus bocas se unían, ella estaba tan húmeda e hinchada, inclinando su cabeza deslizó su lengua en su suave boca disfrutando de sus jadeos interminables mientras dos dedos entraban en su cueva abriéndola para si, necesitándola lista para su abrupta entrada.

Porque luego de varias caricias quitó sus dedos haciendo brotar un quejido de entre sus labios, mordisqueando su barbilla la levantó para inmediatamente deslizarse en su cálido interior, tan estrecha, ambos gimieron mientras volvían a besarse.

Agarrando su trasero empezó a moverla gruñendo de placer antes de levantarse dejándola sentada con el entre sus muslos embistiendo y besando sus tiernos labios.

— Zeb.

— ¿Hmm?

 — Quiero— agarrando el cabello en su nuca acerco sus rostros — Venirme — un mordisco a sus labios que lo hizo gruñir — ¡Ahora!

— Mocosa impertinente.

Sujetando sus manos tras su espalda la mantuvo quieta mientras que con otra mano tomó un puñado de su brillante cabellera levantando su cabeza, vio con deleite como sus senos se elevaban tras su agarre, centrándose en el momento volvió a mirar sus ojos.

— Te correrás cuando yo quiera, mi amor.

Deslizó su dedo por su mandíbula levantando así su barbilla teniendo sus labios al alcance de un suspiro, su pelvis no cesó sus movimientos embistiendo contra su húmedo coño aumentando así el placer que recorre por su cuerpo.

— ¡Diablos!

Sin cesar sus embistes y deteniendo los intentos por soltarse de su hermana sobresaltada por la abrupta interrupción del intruso, levantó su cabeza mirándola.

— Largo.

— ¿¡Estas bromeando!? ¡tu jodido cochino hijo de...

— Lárgate.

— Ze-Zeb...

Mirando hacia abajo notó su agitada respiración mas el ajuste en aumento sobre su polla, Zoy estaba a punto de correrse, centro su atención en ella soltando sus brazos agarró sus muslos abriéndola mas para así poder empujar con mayor ahínco en su contra.

— Córrete, córrete sobre mi polla mi amor, entonces yo llenaré tu bonito coño con mi jodido semen.

Ella, aferrándose a sus hombros rodeó con sus piernas fuertemente su cadera dejándolo profundamente enterrado en su interior, la vio echar su cabeza hacia atrás mientras su orgasmo la estremecía de pies a cabeza.

Acercándose plantó sus labios sobre los suyo acallando sus gritos mientras llenaba su prieto coño, jadeando contra su boca acarició sus piernas para recuperarse y mirar hacia la puerta.

Trisha seguía allí, sabia el porque no se había marchado cuando su presencia fue mas que claro dejada de lado, no iba a caer en sus tontearías ya que la verdad no le interesaba un puto penique.

— Ustedes son asquerosos.

— Escucha Tri...

La mano de Zoy cubrió su boca antes de suavemente empujarlo hacia atrás separándolos y sentándolo en su lugar, miró su monte descubierto mientras alisaba la falda de su vestido para darle la espalda.

 

Regla#5:

Mi mujer...puede con todo, nunca dudar de ella.

 

 

— Es hora de que tú y yo hablemos, putita de cuarta.



A N T E R I O R                 -                    S I G U I E N T E



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